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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
El secretario general de Foeva, Guido Álvarez, dijo que la situación es crítica. En Mendoza hay 16 mil trabajadores en blanco que cobran un sueldo inicial de 13 500 pesos por 8 horas. Cuestionamientos al sector empresario y a la falta de políticas públicas.
Mendoza concentra el 56 % de los trabajadores de viña de todo el país. Foto: Prensa Gobierno de Mendoza.
Nada vende mejor a Mendoza que esa imagen del obrero con el tacho al hombro, en medio de los viñedos y con la montaña como telón de fondo. Nada mejor que su imagen para invitar a los turistas a recorrer la provincia, para promocionar su tradicional industria y para resaltar las bondades de sus vinos. Pero lo cierto es que esos trabajadores vitivinícolas –que cada 1.° de febrero celebran su día– se encuentran en una situación crítica, con un salario básico de 13 500 pesos por ocho horas, además de que existe un importante porcentaje que sigue en negro.
El secretario general de la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (Foeva), Guido Álvarez, dijo que la realidad del sector es crítica, triste, y que son el eslabón más olvidado de la cadena productiva.
Mendoza concentra la mitad de los obreros
Mendoza concentra el 56 % de los trabajadores de viña del país, San Juan aporta el 23 %, mientras que el resto se completa con las otras regiones. En la Provincia hay 16 mil obreros blanqueados, que se concentran en la zona Este (San Martín y Rivadavia, especialmente), en Luján, Maipú y San Rafael. A ellos se suman –de acuerdo a los cálculos de Foeva– unos 3000 en negro, un porcentaje de los cuales llega para la época de cosecha y son conocidos como "trabajadores golondrinas".
Esos 16 mil trabajadores en blanco, sumados a los que siguen en negro, realizan todas las tareas de la viña: el riego, la poda, la cura de las vides y la cosecha.
Para Álvarez, sólo hace falta conocer el sueldo de un obrero de viña para entender la magnitud de la situación crítica en la que viven. La escala salarial arranca en 13 500 pesos, que con el presentismo y la antigüedad llega a 14 025 pesos por ocho horas de trabajo. En breve se inicia la paritaria del sector, en la que el gremio pedirá un 35 % de incremento.
El sindicalista describió las razones que a su entender los llevaron a esta situación. Primero, y de acuerdo a su punto de vista, la conducción anterior no veló como debía por los derechos de sus trabajadores; segundo, el empresariado no es equitativo en la distribución de las ganancias y, tercero, el gobierno no pone en marchas políticas concretas y activas que potencien el sector.
Álvarez se explayó respecto de la relación con el sector empresario. Dijo que no están en contra de que ganen; por el contrario, es positivo que lo hagan y que la actividad gane en productividad y ventas, pero que su intención es que el salario de los trabajadores crezca en similar porcentaje, porque si no, no existe equidad en la distribución de las ganancias.
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Precarización laboral
Una visión parecida compartió el secretario general de Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (Soeva) de la delegación San Martín, Abraham Pereira. Aseguró que el sector sufre una tremenda precarización laboral, que en los papeles un obrero de viña debe ganar de base 13 400 pesos y uno de bodega, 14 100 pesos, pero que en la realidad, la mitad se paga en blanco y el resto, en negro.
Para el sindicalista, si se mira la realidad del sector a lo largo de los años, se puede comprobar que en algunos períodos los empresarios lograron buenas ganancias, pero eso no se tradujo en mejoras para los trabajadores.
Pereira explicó que existen dos realidades empresarias, porque si bien recalcó que tres o cuatro firmas monopolizan el sector, hay muchas empresas pequeñas en el Este que no saben cómo enfrentar la situación para evitar el cierre y que ni siquiera tienen certeza de dónde venderán la uva.
Apuesta por el arraigo
Diego Montón, integrante de la Unión de Trabajadores Rurales sin Tierra (UST), aseguró que si bien el sector vitivinícola enfrenta una crisis porque perdió mercado local, nacional e internacional sumado a un contexto de crisis económica, eso no modificó en nada un proceso histórico: que los obreros son el eslabón más castigado de la cadena. Dijo que trabajan en un contexto de gran precarización, que tienen jornales ubicados por debajo de lo que las mediciones oficiales consideran la línea de pobreza y que un importante porcentaje sigue en negro.
Montón explicó que en el sector hay una fuerte concentración y que un grupo muy pequeño se queda con las ganancias. Cree que, frente a eso, es necesaria una intervención estatal, con políticas públicas concretas que, además de proteger a los trabajadores, promuevan el mercado local y el consumo interno, sobre todo de vino común, que es donde se perdió terreno.
Orgullo de ser campesino
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La organización que integra Montón tiene desde hace más de diez años presencia en toda la provincia. Su objetivo es mejorar las condiciones y la calidad de vida de los campesinos y de quienes quieran vivir y trabajar en el lugar. Por eso, impulsan cadenas productivas de cultivos y de ganado, además de contar con una Escuela Campesina de Agroecología.
Montón comentó que la organización apunta al arraigo de las familias campesinas, en especial de los jóvenes, pero siempre en sintonía con la utilización de las nuevas tecnologías para trabajar en el campo. En este sentido, recalcó que hay tecnología e insumos que ayudan al trabajador, pero que no están de acuerdo con las firmas que incluyen maquinaria que lo relegan.
Nada vende mejor a Mendoza que esa imagen del obrero con el tacho al hombro, en medio de las viñedos y con la montaña como telón de fondo. Pero lo cierto es que esos trabajadores vitivinícolas se encuentran en una situación crítica y son el eslabón más olvidado de la cadena.
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