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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Así lo sostuvo el sociólogo Nazareno Bravo, quien reivindica la participación juvenil en la política y la muestra como un elemento que ha marcado su presencia en todos los tiempos. Los jóvenes, como sujetos activos de la construcción de la historia.
El sociólogo Nazareno Bravo.
La investigación en los últimos veinte años en torno a los jóvenes ha venido señalando el confinamiento creciente de los jóvenes frente a las expresiones políticas formales y apuntando la emergencia de nuevas formas de inserción en el espacio público.
El debate por Ley de Medios, el matrimonio igualitario, la estatización de las AFJP, de Aerolíneas Argentinas, el medio ambiente, las pujas del poder entre lo público y lo privado, tomas en los colegios secundarios y universidades, terminó de preparar lo que hoy se secciona como un suceso constructivo: la expresión concreta de la participación política de los jóvenes, aunque en diferentes grados de obligación, aproximación y peculiaridades militantes.
Algunos científicos sociales hablan de un marcado “retorno” de los jóvenes a la política, otros de un “proceso” que tiende a mirar a la política como una herramienta para generar cambios en la sociedad.
En esta segunda línea se inscribe Nazareno Bravo, sociólogo, investigador del Conicet y docente universitario. Bravo sostiene: “Las formas de participación no siempre tienen un tinte o carácter político inmediato", aunque “cuando uno se involucra y ve lo que se están discutiendo, y hacia donde se está yendo el proyecto específico de un grupo determinado, se da cuenta que eso es una experiencia política”.
¿Qué relación puede pensarse entre los jóvenes y el kirchnerismo con respecto a la participación política?
Hay una cuestión de cómo el kirchnerismo retoma mucho de las formas y de los discursos que se pusieron sobre la mesa en el momento de crisis del 2001. El “que se vayan todos”, lo de la nueva y la vieja política por ejemplo, son ejes centrales del discurso kirchnerista, si es que pueda hablarse de un único discurso, porque no es algo homogéneo. En las provincias existen distintos modos y discursos de llevar adelante ese proyecto.
Lo más llamativo que tiene el kirchnerismo -entre otras cuestiones- es que podés observar una masiva participación de los jóvenes, en filas de distintos agrupamientos que se declaran pro-kirchneristas.
Lo que me interesa destacar es que los jóvenes han participado siempre en política, y en general han sido los que han encabezado muchos de los procesos históricos en nuestro país.
En todos los tiempos hay una gran cantidad de ejemplos que muestran cómo los jóvenes se han implicado en política, antes del golpe militar del ´76, en el inicio de la democracia, y hasta en la etapa del neoliberalismo. En todos esos procesos, participaron jóvenes.
No estoy de acuerdo en que se diga que “ahora” los jóvenes actúan, y se deshistorice la participación juvenil previa al 2003. Si no, no se entiende de dónde aparecieron tantos jóvenes con un discurso claro, con objetivos compartidos a nivel nacional.
Lo que sí es novedoso, es que las juventudes se integran a estructuras muy cercanas a los partidos tradicionales. Eso es para mí lo novedoso, en el sentido de que ese fue uno de los grandes rechazos. Había muchas formas de participación juvenil, pero con un evidente rechazo a los partidos tradicionales o, mejor dicho, hacia la idea del verticalismo. Estas numerosas organizaciones de politicidades emergentes buscaron una formación asamblearia de participación, siempre tratando de evitar cualquier liderazgo de aquel que baja órdenes y el resto las ejecuta.
Entonces, lo llamativo es eso: un cuantioso grupo de jóvenes, orgullosos de participar en una lógica que hasta hace poco, era repudiada públicamente.
Después también podemos agregar al análisis, la histórica capacidad del peronismo para renovar su discurso sin salirse de su discurso más amplio, de convocar a la participación en un momento en que se muestran hechos concretos de activación.
En este contexto se suman muchos jóvenes al proyecto sin tanta definición de peronismo/no peronismo, y aparece el kirchnerismo como algo nuevo. Aunque después uno pueda debatir: si son los mismos, si son otros, si son los mismos pero con otros objetivos, etc. Muchas discusiones que no están saldadas.
Roberto Perdía dijo para la Agencia Paco Urondo, que los movimientos juveniles de hoy carecen de autonomía ¿Qué opinión te merece la declaración?
Esa es una crítica donde entran en juego posiciones internas del peronismo. A la presidenta no se la cuestiona desde organizaciones kirchneristas, pero si se le presta atención a las agrupaciones de izquierda o al movimiento ambientalista, existen fuertes reclamos hacia Cristina, la gestión y hasta la política en general.
Para mí también es una falacia pensar que “participación juvenil” implica necesariamente oposición o crítica. Históricamente también hay ejemplos en que la participación también ha sido en pos de un objetivo, en pos de una forma política. Lo que se está discutiendo ahora es si el gobierno kirchnerista es un proyecto. Los que adhieren, participan de eso y aguantan las críticas.
Hay una idea de anarquismo implícito asociada a los jóvenes, es decir pareciera que necesariamente se tienen que oponer. Pero lo que quedó claro últimamente es que, cuando un gobierno modifica alguna de sus políticas y tiene en cuenta otros ejes, mucha gente se integra.
Hay numerosísimas organizaciones que buscan implicarse. Yo entiendo que es engorroso hablar de la juventud sin hablar del kirchnerismo, pero me interesa remarcar que hay muchas organizaciones populares en las que se está haciendo política y que paulatinamente van teniendo injerencia en lo público.
¿Cuál es el peso que tiene en este proceso la formación política, académica, barrial?
Hay muchos discursos que reproducen que los jóvenes no están formados para opinar de nada, pero claro; esos discursos son elaborados “por” adultos “hacia” los jóvenes. La idea de que a los jóvenes no les interesa la política, es una forma de “hablar del otro”. A veces para bien, otras para mal.
La juventud, como cualquier sector, tiene su instancia de sociabilización política, de involucramiento en experiencias, de contactarse con los temas públicos. Es obvio que una persona de 60 años, militante de un partido, va a tener más formación, información, experiencia que uno de 18. ¿Acaso eso deslegitima la participación? Yo entiendo que no, son formas de integración, y si no ¿Cuándo?
La política también es eso: la participación, la opinión, las formas de enfrentamiento con otras posturas. Más allá del kirchnerismo como fenómeno, pienso que en este momento hay una cuestión positiva y es que hay mucha discusión sobre política.
“Lo político” ha vuelto a convertirse en un tema que apasiona, que despierta enojos, movilización, y eso trasciende al kirchnerismo como tal. Hay muchos puntos que exceden al kirchnerismo, como por ejemplo la integración a la política, la prisión para los genocidas, el matrimonio igualitario, etc., porque no son solo puntos de esta gestión, sino que son reclamos históricos y que han cobrado forma en la actualidad.
Más allá del kirchnerismo o el no kirchnerismo, hay mucha participación juvenil y los ejes que se están discutiendo son interesantes. El hambre y la miseria no han dejado de existir de una vez y para siempre, pero sí dejaron de ser los ordenadores de los discursos políticos. Eso tiene que ver con avances sociales, con la renovación generacional, con la presencia de nuevas voces para pensarse.
¿Y qué lugar le cabe a la emoción?
Las sensaciones son cuestiones que están presentes en cualquier forma de activación política. Hay una línea de sociología que trabaja los movimientos sociales, cómo se va conformando ese colectivo en el desarrollo de la actividad, la génesis del movimiento, etc. Por ejemplo: uno ve los piquetes, y es gente con un reclamo. Pero previo a eso, hubo una serie de vinculaciones entre ex compañeros de trabajo, vecinos que se han encontrado en distintos lugares, hasta lograr la conformación de un colectivo con características particulares.
La construcción del “nosotros”, es fundamental para pensar y entender la acción. Esto está atravesado por emociones, maneras de procesar el pasado y de pensar el mañana.
“Ahora somos esto, mañana seremos lo otro”, “el que tengo al lado no es un desconocido”, etc. son expresiones de las relaciones interpersonales que enlazan emociones que, a su vez, se traducen en manifestaciones públicas y colectivas, y tienen su enunciado público porque muchas veces se apela a eso. Hay una cuestión de convocar, apelar a lo emotivo, a un recuerdo que amplíe el “nosotros”.
Un claro ejemplo es Malvinas. Si vos juntás a todos los que piensan en el tema de las islas, a los que comentan la última publicidad del deportista, a los que mandan documentos por internet, los que pegan calcos en los autos, vas a encontrar que gran parte de esas personas no están de acuerdo en muchas cuestiones, ni en cómo debería resolverse lo de Malvinas, pero este tema los une. Te implica a nivel emotivo: el sentido de argentinidad, la posición contra Inglaterra. Sin embargo, durante un momento lográs unificar un sector amplio y heterogéneo en función de un objetivo. Se apela a la lucha histórica, a la memoria, a las gestiones actuales, elementos que activan compromisos, recuerdos, tristezas, que pueden ser redefinidas.
La emoción es un elemento que aparece en cualquier proceso en el que haya un “nosotros”, un colectivo.
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