Los humedales de Mendoza, afectados por el cambio climático y el uso del agua en el oasis
La investigadora Clara Rubio y el biólogo Heber Sosa analizaron la situación de los humedales locales y destacaron la necesidad de contar con una ley nacional. Afectación al medio ambiente y a la vida de las comunidades.
Uno de los humedales mendocinos, ubicado en Valle Hermoso, en el departamento de Malargüe. Foto: María Troitino, publicada por Ramsar
Los humedales de Mendoza están severamente afectados por los efectos del cambio climático, por el uso intensivo del recurso hídrico en los oasis y por los procesos de modificación y degradación de tierras, lo que hace que pierdan superficie e incluso que desaparezcan. Su retroceso no solo tiene un impacto medio ambiental enorme sino que afecta la vida de cientos de personas, porque de ellos depende la subsistencia de muchas comunidades.
Esa fue la visión que compartieron con Unidiversidad la geógrafa del Instituto Argentino de Investigación de Zonas Áridas (CCT Conicet Mendoza) Clara Rubio y el biólogo e integrante de la Fundación Humedales Heber Sosa.
Rubio y Sosa destacaron que la situación local es un reflejo de lo que sucede a nivel mundial y nacional. En su informe 2018, la Convención Internacional para la Conservación y el Uso Racional de los Humedales (Ramsar) advirtió que estos ecosistemas perdieron el 35 % de su superficie desde 1970, lo que provocó la disminución de las especies que los habitan como peces, aves acuáticas y tortugas. De acuerdo a datos oficiales, en Argentina y luego de los incendios de 2020, se destruyeron 350 mil hectáreas, especialmente en el Litoral.
Frente a este panorama, Rubio y Sosa subrayaron la necesidad de lograr una ley de humedales. Sin embargo, hace años se impulsan proyectos que no avanzan en el Congreso, y el último –que obtuvo consenso– perderá estado parlamentario a fin de año.
En el mismo sentido, el director de Recursos Naturales Renovables, Sebastián Melchor, dijo que Mendoza planteó hace tiempo la necesidad de contar con una ley nacional, de encontrar caminos comunes para definir los usos sustentables de estos ecosistemas y evitar la depresión. Explicó que con este objetivo se hicieron aportes en el Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema), en el que participan además especialistas de todo el país.
Al cumplir su 50 aniversario, la Convención Ramsar realizó un video en el que destaca la importancia de los humedales. Fuente: Ramsar
Servicios ecosistémicos
De acuerdo a un informe oficial, el 21,5 % del territorio nacional está cubierto por estos ecosistemas, lo que representa 600 000 kilómetros cuadrados. Son ríos, lagos, lagunas, salinas, vegas, turberas y pastizales que se ubican a lo largo de Argentina, en todas las regiones.
En la Convención Ramsar, que el país ratificó en 1991, están incluidos 23 sitios por su importancia internacional, tres de los cuales están en Mendoza: Llancanelo (Malargüe), Lagunas y Ciénagas de Guanacache (Lavalle), y la Reserva Natural Villavicencio (Las Heras).
Si bien estos son los tres humedales de importancia internacional, Mendoza cuenta con una treintena de esos ecosistemas a lo largo de su territorio, cinco de los cuales fueron declarados áreas protegidas.
¿Qué son los humedales y por qué es necesario protegerlos? Rubio los definió como ambientes que presentan distintas condiciones de inundación del suelo, ya sea saturado o con diferentes niveles de fluctuación. Dijo que el agua es el elemento que controla el sistema y define sus características, y que su fisonomía es muy diversa, ya que pueden incluir bosques, un pastizal o un salar, ya que son cuerpos de agua poco profundos y que fluctúan.
La investigadora enumeró algunos de los servicios ecosistémicos que brindan: provisión de agua dulce, de alimentos, regulación de los ciclos hidrológicos y climáticos; además, son el hábitat de múltiples especies. A esto se suman servicios culturales, ya que brindan belleza estética, la posibilidad de realizar turismo sustentable e incluso tienen un valor espiritual, dependiendo de las diferentes zonas del mundo.
Sosa destacó que los humedales mantienen las características del suelo, ya que funcionan como esponjas que ayudan a mitigar diversos fenómenos, como los aluviones en Mendoza.
Llancanelo es el humedal insignia de Mendoza y el primero que ingresó a Ramsar debido a su importancia internacional. Foto: Lucía Quiroga en Ramsar.
En peligro
Aunque son múltiples los factores que afectan a los humedales en Mendoza y el país, Sosa y Rubio coincidieron en destacar algunos de ellos: el cambio climático, la expansión de la agricultura, de la ganadería, la urbanización y el crecimiento poblacional. Recalcaron que el uso intensivo del agua en todos los oasis de la provincia, en las cuencas Norte, Valle de Uco y Sur, deja sin caudal a estos ecosistemas, con lo que eso significa para las comunidades que dependen de ellos para su subsistencia y la de sus animales.
Ambos aseguraron que este uso intensivo del agua en los oasis provoca situaciones preocupantes en distintos humedales, como Llancanello, que actualmente depende del agua de lluvia, o el sistema Guanacache, al que, aseguraron, solo llegan aguas residuales, aun cuando en la evaluación de impacto ambiental del dique Potrerillos se previó un caudal mínimo ecológico que no se cumple. A esto se suma la modificación de esos ecosistemas, algo que se vislumbra claramente en la zona de Potrerillos, donde muchos propietarios construyeron sobre vegas, que son una especie de humedal.
Melchor explicó que la Provincia cuenta con un mapeo de sus humedales, que monitorea su situación, especialmente de aquellos considerados insignia e incluidos en Ramsar, como el sistema Guanacache y Llancanelo. En este caso, comentó que la labor fue controlar la introducción de especies exóticas, como el tamarindo, que degrada ese ambiente.
Agua de lluvia acumulada en cárcavas de erosión, en laguna Los Chanchos (Lagunas de Guanacache), una de las obras de restauración que realiza la Fundación Humedales. Foto: gentileza Heber Sosa
De laguna a secano
Sosa destacó especialmente cómo afecta la retracción de los humedales al secano, donde la Fundación trabaja con distintas comunidades en la construcción de reservorios de agua de lluvia. “Da la impresión de que Mendoza es solo el oasis, entonces el 97 % de las personas que vivimos en el oasis usamos el 100 % del agua, mientras que el 87 % del territorio, donde vive el 3 % de la población, que son los puesteros que hacen ganadería en zonas áridas, no tiene derecho al agua, se le ha quitado el derecho al agua y se lo denominó 'sector secano'. Claramente, necesitamos una ley para regular el derecho al agua de las personas que viven fuera del oasis”, fueron sus palabras.
La historia de Omar Romero Díaz es el reflejo de la inequidad que planteó Sosa. Cuando era chico, las Lagunas y Ciénagas de Guanacache, en Lavalle, eran el centro de la vida familiar: allí pescaban carpas y dientudos, recolectaban huevos de pato y tenían pasturas para los animales. El puestero creció y entendió que aquí manda el oasis, porque el humedal se quedó sin agua, con lo eso implica para la subsistencia de la comunidad de San Miguel, a la que pertenece.
A lo largo de su vida, el puestero comprobó que la degradación del humedal cambió su modos de vida. Explicó que todos los pastoreos de la zona se redujeron, que las familias que criaban 400 cabras hoy tienen 150 y quienes cuidaban vacas perdieron el 80 %, simplemente porque el agua es que lo ayuda al crecimiento y la aparición de los animales.
“El agua es todo acá en el secano, te genera un impulso en todos los sentidos, y acá no tenemos una precipitación para que se pueda vivir del agua de lluvia. Pero somos muy pequeños para protestar por el tema del agua, ya que son los grandes inversores los que la ocupan para otras cosas, y acá se fue perdiendo”, dijo Omar a Unidiversidad.
Proyecto de restauración del Bañados de Carapacho (Laguna Llancanelo), realizado por Fundación Humedales, guardaparques y la comuna de Municipalidad de Malargüe. Foto: gentileza Heber Sosa
De proyecto y de lobby
Pese a reclamos de distintas organizaciones sobre la importancia de los humedales, Argentina no tiene una ley que los proteja. ¿Qué cambiaría contar con una norma? Rubio y Sosa enumeraron sus beneficios: marcaría un piso de presupuestos mínimos, es decir, un piso de lineamientos que deberán respetar todas las provincias para proteger y utilizar en forma sustentable estos recursos que están bajo su órbita. Además, se concretará un inventario nacional siguiendo un criterio común y acordado, y fondos, entre otros aspectos.
En 2013 y 2016, el Congreso de la Nación trató dos proyectos. El último, de autoría de Pino Solanas, obtuvo media sanción en la Cámara de Senadores, pero no avanzó en Diputados y perdió estado parlamentario.
El tema se instaló en 2020 en la agenda pública cuando el humo de los incendios que quemaron cientos de hectáreas llegó a Buenos Aires. Eso elevó la voz de ambientalistas a través de una consigna que se viralizó (#LeyDeHumedalesYA), además de replicar las imágenes del recorrido que hicieron muchos kayakistas para reclamar por el tratamiento de la norma.
En el Congreso se presentaron 15 proyectos de ley y, luego del trabajo de muchas organizaciones, una iniciativa unificada obtuvo dictamen en la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente, pero aún falta la revisión en las de Agricultura y Ganadería, Intereses Marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios, y de Presupuesto y Hacienda. Es difícil que se logre el tratamiento, ya que a fin de año la iniciativa perderá estado parlamentario.
Sosa fue contundente al asegurar que la gran cantidad de proyectos y la demora en el tratamiento no son casuales. Dijo que el lobby ganadero, agrícola e inmobiliario busca confundir, poner una palabra por otra, cambiar conceptos, para que todo siga igual. Frente a esto, aseguró que las organizaciones continúan trabajando para que se haga realidad una norma de protección de humedales, esenciales para la vida de cientos de comunidades.
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