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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Así lo sostuvo el prestigioso investigador en neurobiología, Joram Feldon en su visita a la UNCUYO con motivo de recibir el Doctorado Honoris Causa. NU Digital, además, habló con el especialista acerca del mal de Alzheimer, las enfermedades psiquiátricas y psicosomáticas.
Neurobiologo Israelí Joram Feldon. Foto: Axel Lloret
El pasado jueves, la UNCUYO galardonó con su máxima distinción: el Doctorado Honoris Causa, al investigador israelí Joram Feldon. Sus aportes científicos en temáticas como la “exposición al stress”, “entrenamiento para tolerar el stress” y sus originales contribuciones al desarrollo de modelos animales conductuales y bioquímicos de la enfermedad de Alzheimer y en la Enfermedad de Parkinson para estudiar neuroprotección y neurodegeneración, entre otras investigaciones; lo hicieron merecedor de tal distinción. Aprovechamos su visita y le preguntamos acerca del mal de Alzheimer, las enfermedades psicosomáticas y los padecimientos psiquiátricos. Menos mal que el investigador sabe cómo “cuerpear” el stress. Aquí esta intensa charla con Joram Feldon.
Los aportes del investigador israelí, han servido de base para el desarrollo de investigaciones y tecnologías, llevadas a cabo por la Cátedra de Farmacología de la Facultad de Odontología de la UNCUYO, que posibilitaron la creación de primer Servicio de Tratamiento del Dolor Orofacial Paroxismal de nuestro país. Este servicio, que asiste a pacientes de toda la República Argentina y algunos del extranjero, está destinado a tratamientos no habituales de dolores desesperantes del ser humano, como son las neuralgias de trigémino y neuralgia de glosofaríngeo, entre otros cuadros de dolor orofacial refractarios a tratamientos convencionales.
En Argentina, hay un gran número de personas que padecen de Alzheimer, se estima que alrededor de 400 mil personas en el país sufren de esta enfermedad. Los datos recogidos demuestran, que al menos hasta el año 2001, esta patología afecta a entre el 1% y 3 % de adultos de entre 60 y 64 años, y hasta el 30 % en los mayores de 85. Es una enfermedad progresiva y que no tiene cura, pero ¿hay algún avance en este sentido? “Para ser honesto, el progreso en cuanto a las respuestas es muy poco. La enfermedad de Alzheimer implica pérdidas de neuronas en el cerebro, es una enfermedad progresiva y a esta altura, la pregunta que nos hacemos en torno a esta enfermedad es ¿cómo podemos hacer más lento el proceso de deterioro? Tenemos que ser muy optimistas si pretendemos encontrar una cura. Una vez que comienzan los síntomas, claramente identificados una muy buena parte del cerebro ha sido ya marcadamente dañada”, explicaba el especialista en neurobiología, Joram Feldon.
“Para prevenir esta enfermedad, básicamente no hay nada. Hay algunas drogas que retardan el proceso de la enfermedad, pero en una medida muy pequeña. Pero, hay también, un debate en torno a si hacer trabajar al cerebro, tenerlo practicando, ayuda a prevenirnos de padecer este mal. Nosotros sabemos que, en general, el Alzheimer es menos frecuente en profesionales; y la razón es porque mantenemos en actividad mental. Entonces la indicación es que si mantienes tu cerebro en práctica podes retardar esta enfermedad, pero todo esto continúa aún en experimento, esto está basado sólo en observaciones”, decía el neurólogo.
En cuanto a la capacidad que tenemos las personas de provocarnos enfermedades tales como cánceres, o bien de curarnos algunas enfermedades, mediante técnicas psicológicas (es decir, trabajo mental), el especialista expresó que “hay una relación entre nuestra vida mental y nuestra vida biológica. De la misma manera en que nosotros reconocemos las enfermedades psicosomáticas, podemos tener indicaciones de mejoramientos psicosomáticos. Entonces, la interacción se da en los dos sentidos. En la medida en que afectamos nuestras condiciones psicológicas, afectamos las condiciones físicas. En el dolor, por ejemplo, se puede modificar la sensación de dolor por medios psicológicos. El efecto placebo, es un resultado científico de buena fe, y la explicación es totalmente psicológica”.
Más tarde, se le consultó respecto a los corolarios que tiene, en la salud de una persona enferma con alguna afección psiquiátrica, la internación. En Argentina y América Latina, es un secreto a voces que la institucionalización de estas personas –tal como pasa también en los casos de personas internadas en geriátricos- muchas veces puede resultar aún más dañina que la permanencia de estas personas en sus hogares. En este sentido el Doctor fue claro, “la respuesta a esto es el dinero. Yo he ido a visitar el neuropsiquiátrico ‘El Borda’ de Buenos Aires y es terrible. Nunca en mi vida había visto un neuropsiquiátrico en esas condiciones. Si ves los hospitales psiquiátricos de Suiza, uno dice: yo quiero quedarme aquí. Considero que la medicina en Argentina es de avanzada pero las condiciones de los hospitales en general son fatales. Uno va a un hospital en Suiza y la comida es un manjar, esta tan limpio que puedes comer en el piso. Lo mismo con los geriátricos, cualquier eventualidad que ocurra inmediatamente hay profesionales que responden, pero todo esto: condiciones y profesionales eficientes cuesta dinero. En Suiza, un geriátrico cuesta $50.000 por mes, sin incluir medicamentos, sólo en sueldo a las enfermeras, las instalaciones del lugar, comida, etc. Si preguntan por qué los enfermos en los hospitales no mejoran en Argentina, la respuesta creo yo que es por falta de dinero; en todo caso pregunten a Cristina Kirchner”, decía taxativamente.
Lo más preocupante, sobre todo para aquellas personas que padecen de enfermedades psiquiátricas, es que no existen maneras de prevenirlas o de brindar atención si no es a través de hospitales psiquiátricos. Y es preocupante en Argentina, y América Latina, porque las condiciones de los hospitales son deplorables. “Todas las enfermedades del cerebro, como la esquizofrenia o la depresión, en el momento en que se presentaron los síntomas, ya es muy tarde”, decía Feldom.
Hay, quizás, dentro del mundo académico a entender las afecciones psicológicas por un lado y las neurológicas por otro; al respecto el especialista decía que “no hay aspectos psicológicos y aspectos biológicos, son todos psicológicos porque todas están en el cerebro. Se puede afectar el cerebro con métodos psicológicos. De hecho hay una evidencia usando imágenes del cerebro que, por ejemplo, en la depresión, se puede conducir a efectos positivos –observando el cerebro- tanto con drogas como con métodos psicológicos. Todo está en el cerebro”. Para redondera esta idea el Dr. Pablo Elias explicaba que “en definitiva todo proceso de vida son electrones saltando sobre las órbitas; y esos electrones saltando sobre las órbitas lo tienen hasta las piedras de hace 300 millones de años. Si nosotros tomamos una pieza de cuarzo y le damos calor, se ilumina la piedra, porque tiene electrones saltando en sus órbitas. Son los mismos electrones de los receptores de nuestro cerebro y que hacen que produzcamos enfermedades psicosomáticas o al revés, que podamos curarnos de un melanoma. El aporte grande del Dr. Feldom es que él ha trabajado sobre receptores específicos en zonas del cerebro, al estudiar el estrés, el Alzheimer, el párkinson, etc. Que nos dieron pié a nosotros para justificar ideas que teníamos sobre tecnología para incidir en pulsos eléctricos en determinadas zonas. En definitiva, el concepto holístico que tiene el Dr. Feldom como un gran investigador mundial en este tema, nos enriqueció a nosotros para tratar también, en forma multidisciplinar, este tipo de problemas que no se le conoce el origen preciso y no se le conoce tampoco la solución”.
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