Los cambios en el Ministerio de Economía y los crónicos temblores que trajo a la Argentina
Cada sustitución en la cartera fue precedida o seguida de importantes sacudones para la sociedad y el país. La lista de los nombres desde el regreso de la democracia.
Quien se hace cargo del Ministerio de Economía en la Argentina es un fusible que revela la temperatura y el margen social de cada proceso político. Su estabilidad puede marcar el estado de aceptación de un gobierno y su cambio, las encrucijadas con las que se encuentra y los volantazos que intenta pegar para sortear las crisis en ciernes o las ya abatidas.
Plan Austral, plan Bonex, convertibilidad, corralito, corralón, son algunas de las medidas que aún resuenan en el imaginario social y que, en algunos casos, estremecen de solo evocarlas. Fueron instrumentos lanzados para contener los fantasmas de siempre de una economía bimonetaria acostumbrada a bailar al compás de la inflación y del dólar.
La reciente renuncia de Martín Guzmán y su reemplazo por Silvina Batakis grafica de algún modo una constante argentina: los cambios de mando al frente del timón de Hacienda en busca de la tranquilidad económica perdida hace tiempo. Un ciclo de modificaciones inaugurado con el alfonsinismo, que mantuvo el menemismo, y que también repitió el ciclo kirchnerista y la gestión macrista. Y como dramático y traumático telón de fondo de esta sucesión de nombres, el tipo de cambio que fagocita al peso hasta volverse un papel rechazado por sus propios ciudadanos que buscan, quien puede, refugio en otra moneda.
(Foto: Saqueos durante la hiperinflación de 1989)
Los cambios de Alfonsín
El 18 de febrero de 1985, luego de que la economía no repuntara tras la implosión de la dictadura, el entonces presidente Raúl Ricardo Alfonsín decidió relevar a Bernardo Grinspun en Economía. Grinspun era un histórico dirigente de la UCR, que integraba el círculo más íntimo del líder radical. Su cambio provocó un verdadero cimbronazo en la UCR por las suspicacias que despertaba su reemplazante: Juan Vital Sourrouille. Pero el creador del plan Austral logró domar la galopante inflación de mediados de los 80 y contener la cotización del dólar.
(Foto: Alfonsín saluda al padre del plan Austral, Juan Sourrouille)
La serenidad de la economía, trajo luego cierta prosperidad que se tradujo en el triunfo legislativo del alfonsinismo en 1985. Pero luego los números se deterioraron y los nubarrones volvieron a posarse sobre la Argentina. En el epílogo de la gestión de Alfonsín, con la híper haciendo trizas los salarios, Sourrouille fue cambiado por Juan Carlos Pugliese, entonces presidente de la Cámara de Diputados, quien dejó una frase memorable de esos años fatídicos al dirigirse a los operadores del mercado: "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo". La crisis social se agudizó y forzó el adelantamiento del traspaso de mando con Carlos Menem.
Convertibilidad: 1 peso = 1 dólar
Ya con el peronista Carlos Menem en el sillón de Rivadavia, la hiperinflación no daba respiro. Primero se ensayó la salida con el plan Bonex, un antepasado del corralito de 2001, que confiscó los depósitos a plazo fijo. El ministro era Erman González y ante la virulencia de la crisis fue reemplazado por Domingo Cavallo, que había empezado en el gabinete del riojano como canciller y que lanzó luego el tan mentado plan de convertibilidad.
La Ley de Convertibilidad fue aprobada el 27 de marzo de 1991, cuando la moneda de curso legal era aún el austral. El Artículo 1 declaraba que el austral sería convertible al dólar según esta relación: 10.000 australes pasarían a valer un dólar, desde el 1° de abril de ese año. Una nueva reforma monetaria le quitó 4 ceros a 10.000 australes y lo convirtió en el nuevo peso argentino, que traía en su frente la imagen de Carlos Pellegrini.
La convertibilidad trajo cierta estabilidad a costa de una crisis terminal que se fue incubando en distintas ramas de la industria nacional, caldo de cultivo del estallido que expulsó al presidente Fernando de la Rúa en 2001. Pero en la primera mitad de los 90 le valió a Menem el apoyo social para lograr la reelección en el 95. La creciente protesta gremial y las fuertes diferencias que fueron germinando entre Menem y Cavallo definieron la salida de éste en julio de 1996 y su reemplazo por Roque Fernández, que entonces era presidente del Banco Central.
Chau convertibilidad, hola devaluación
Ya con la Alianza en el poder y aún bajo el paraguas de la convertibilidad, la recesión se acentuó durante la gestión del primer ministro de Economía de De La Rúa, José Luis Machinea, quien renunció en marzo de 2001. Luego de un brevísimo interregno de Ricardo López Murphy, volvió Domingo Cavallo al ministerio de Economía. Pero la crisis social se precipitó a fines de 2001 tras el anuncio del corralito, que confiscaba los ahorros de la clase media. Y Cavallo se fue.
El convulsionado escenario con saqueos, protestas, represión y muerte fue el contexto que despidió a la convertibilidad, y alumbró la gestión de Eduardo Duhalde con Jorge Remes Lenicov en Economía. Anunciaron la salida de la convertibilidad, una devaluación del 40% y la pesificación asimétrica (se pesificaron las deudas con el sistema financiero, pero a los bancos se les ordenó reconocer $1,40 por cada dólar depositado).
(Foto: Eduardo Duhalde toma juramento a Remes Lenicov)
Remes Lenicov duró apenas cuatro meses en su cargo, los suficientes para desarmar el plan económico que venía de los noventa, y fue reemplazado por Roberto Lavagna, quien fue mantenido en su cargo por Néstor Kirchner en los primeros años de su gestión. Pero luego de los años de crecimiento que acompañaron al inicio del ciclo kirchnerista, el fantasma de la inflación volvió a recorrer la Argentina y se transformó en el talón de Aquiles de Lavagna, quien se fue no sin mostrar fuertes diferencias con Kirchner y el resto del gabinete en el manejo del alza del costo de vida.
Lo cierto es que tras la salida de Lavagna, Néstor Kirchner empezó a quitarle el peso real que siempre supo tener el cargo de ministro de Economía en presidencias anteriores, al parcelar su área de infuencia y darle más visibilidad a secretarías como la de Comercio en época del recordado Guillermo Moreno. Así, mientras la economía se estancaba se sucedieron distintos nombres al frente del Palacio de Hacienda como Felisa Miceli, Miguel Peirano, Martín Lousteau, Carlos Fernández, Amado Boudou, Hernán Lorenzino, hasta llegar a Axel Kicillof quien recuperó cierta centralidad para el ministerio, de la mano de la entonces presidenta Cristina Kirchner, durante su segundo mandato.
La crisis cambiaria se agudizó en los últimos años de Cristina. A comienzos de 2014, los entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, y presidente del Banco Central, Carlos Fábrega, decretaron una devaluación brusca del peso de 23%, lo que hizo saltar el tipo de cambio oficial de $6,80 a más de $8.
Segundo semestre, brotes verdes, gradualismo
Mauricio Macri retomó el manejo parcelado de la economía, que ya había ensayado Néstor Kirchner, con un gabinete económico de personalidades fuertes. El primer ministro de Economía de Cambiemos fue Alfonso Prat Gay quien debía compartir los botones de la gestión con Juan José Aranguren en Energía, Ricardo Buryaile en Agroindustria, y Francisco Cabrera en Producción.
(Foto: Alfonso Prat Gay y Mauricio Macri)
Las constantes invocaciones a que las mejoras en la economía empezarían a percibirse en el segundo semestre, o a que comenzaban a ser ostensibles los brotes verdes de la actividad, al hacer alusión al resurgimiento de algunas industrias, o a la prédica del gradualismo como idea rectora del programa económico, quedaron totalmente desdibujadas ante la crisis que se acentuó en 2018. Es recordada la justificación de Macri al intentar explicar el fracaso económico de su gobierno: "Pasaron cosas" dijo al hacer referencia a un presunto reordenamiento de la economía internacional.
Finalmente Prat Gay se fue y dejó su sillón a Nicolás Dujovne, quien a su vez se lo dejó a Hernán Lacunza. En el medio Luis Caputo ofició de ministro de Finanzas. La pérdida de valor del peso superó el 100 por ciento en 2018 y lo hizo por primera vez desde el fin de la convertibilidad.
El malhumor social que acicateó la fuerte suba de tarifas de los servicios públicos, se transformó en angustia y profundo desencanto con la fuerte suba del dólar y la consiguiente escalada inflacionaria que siguió al corte del crédito externo. El abrazo al FMI resultó determinante para el futuro político de Macri que quedó sin chances reeleccionistas y terminó su gestión "reperfilando" deuda en pesos.
Luego, la historia reciente ya es bastante conocida, la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner se impuso en las elecciones de 2019 y entronizaron en Economía a Martín Guzmán. El deterioro de las variables sociales y económicas, pandemia mediante, desdibujaron la imagen del discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz. Cristina le retiró el favor tras el acuerdo con el FMI y las presiones hicieron su juego de desgaste.
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