Los alcances del Big Data: ¿se puede predecir si un penal será gol o cómo estará el tiempo en dos meses?

El economista e investigador Walter Sosa Escudero habló sobre la impredecibilidad de resultados vinculados con la economía, la meteorología y el fútbol.

Los alcances del Big Data: ¿se puede predecir si un penal será gol o cómo estará el tiempo en dos meses?

En la época de apogeo del Big Data, ¿por qué es difícil predecir con datos ciertos fenómenos? Foto: La Tercera

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Unidiversidad

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Publicado el 28 DE SEPTIEMBRE DE 2023

Si le consultamos a Google Maps o a Waze cuánto tiempo vamos a tardar en llegar desde el barrio de Núñez a Tandil en auto, la aplicación nos arroja una predicción de tiempo casi precisa, pero esto no sucede con otros fenómenos. Si queremos saber si un arquero va a atajar un penal, a cuánto va a cotizar el dólar la semana que viene o cómo va a estar el tiempo dentro de dos meses, la cuestión se torna "más compleja de predecir", analizó el economista y econometrista Walter Sosa Escudero en diálogo con Télam.

"Hay ciertos objetos de la realidad que son muy difíciles de predecir, a tal punto que, aún en épocas de inteligencia artificialbig data machine learning, se ha avanzado poco. Para explicarlo, uso varias analogías", expresó Sosa Escudero, profesor de la Universidad de San Andrés (UdeSA) e investigador principal del Conicet.

El economista, autor de los libros Qué es (y qué no es) la estadísticaBig Data, y Borges, big data y yo, diferenció tres razones por las cuales algo es difícil de predecir: "Por construcción, las rarezas. Hay fenómenos que aparecen muy infrecuentemente, como la caída de las Torres Gemelas". Luego, explicó, es difícil predecir “aquello que es hipercomplejo desde un punto de vista matemático y físico: el tiempo (si va a llover, por ejemplo) en un período largo, como dos meses”. En tercer lugar, expresó, está el grupo de las cuestiones “estratégicas”. Acá es donde entran el fútbol y los penales. Un fenómeno popular sobre el que dio una charla en septiembre durante la Semana de La Computación de la UBA ante cientos de estudiantes de escuelas secundarias. 

El economista Walter Sosa Escudero brindó una charla en la Semana de la Computación de la Facultad de Exactas. Foto: UBA

Los penales

En la estructura de un penal, hay una persona pateando y otra atajando, pero “lo que hace cualquiera de ellos depende de lo que opine que va a hacer el otro, y alternativamente”. En el folklore popular se piensa que hay estrategias, pero hay formas de lidiar con este problema y una es lo que dice la teoría o el razonamiento: “No puede haber estrategias porque sería una contradicción”. "Por ejemplo, tenés una estrategia, pero ¿la vas a cambiar? No, porque el otro se da cuenta de que la vas a cambiar, y luego se da cuenta de que vos te diste cuenta de que se dio cuenta", explicó: “Entonces hemos fabricado una contradicción: en cuanto vos tenés una estrategia, te terminás convenciendo de que lo mejor que podés hacer es no tenerla”. 

“Acá es donde entra la ciencia. Les pregunté a los chicos en la charla: '¿Es posible predecir a qué lado un delantero pateará un penal?' y '¿A dónde se tirará el arquero?'. Algunos me respondieron: ‘Ah, pero yo tengo un amigo que hace esto’. Pero la ciencia no opera así, por casos individuales. Lo que intenta hacer es mirar todos los penales”.


Copa del Mundo 1986. Foto: Jorge Sánchez Azcárate

Diego Maradona

El economista español Ignacio Palacios Huerta desarrolló una investigación en la que analizó todos los penales que pateó Diego Maradona en su trayectoria profesional y encontró que el astro del fútbol "funcionó como si conociese el teorema: sin estrategia”, contó Sosa Escudero. “Supongamos que Maradona pateó 800 penales y yo te regalo los videos de los 799 antes de que patee el 800. Lo que dicen los datos y el razonamiento es que esa información no te agrega nada. Vos te podés pasar mirando los videos de Maradona y no podés aprender qué va a hacer en el siguiente penal”, subrayó el investigador argentino. Y eso es porque fue "tan inteligente que se dio cuenta de que no podía tener una estrategia”.

"Pero si no les creés a los datos ni al razonamiento, hay una tercera vía para lidiar con este tema, y son los experimentos: un juego, en un club de barrio, donde va a haber un pago como incentivo, y en el que participa el mejor arquero con el mejor delantero. Vas a ver que la estrategia desaparece”, sostuvo.  Aquí destacó que lo interesante del deporte competitivo es que, "desde cierto punto de vista, es predecible, y desde otro, no". Es decir, "tiene una cantidad de racionalidad y una cantidad de incertidumbre óptimas. Si fuese más predecible, sería aburrido, y lo mismo si fuera muy aleatorio”.

El valor del dólar

Del fútbol se puede saltar a predecir el valor del dólar, en la determinación de cuyo precio “hay arqueros y delanteros, compradores, vendedores, gobierno, empresas; en definitiva, es una interacción estratégica compleja”. “Predecir el precio del dólar está sujeto al mismo tipo de acción estratégica que patear un penal”, explicó el investigador, y agregó que “es una situación en la que el resultado de algo depende de lo que hace uno, el otro y de lo que mutuamente crean que van a hacer". Lo mismo se puede pensar con los candidatos políticos para una elección, agregó. Sus acciones están en relación con lo que haga el otro, y así alternativamente. 

“Francamente, no hay nadie que sepa cuánto va a valer el dólar, pero hay dos cuestiones interesantes: las predicciones que son interesantes son aquellas que te cambian tu marco decisorio antes de que ocurra un evento”. Por ejemplo, citó: "Si yo me paro al lado de una ruleta y te digo que va a salir el 18 y eso no te cambia tu estrategia de juego, esa predicción no te sirve para nada, aun cuando haya salido el 18, porque vos no podés discernir si yo le pegué al 18 porque conozco mucho de matemática y de ruleta, o porque tuve suerte". "Si yo te digo: 'Che, el dólar la semana que viene va a subir, y va a estar en tanto', ¿qué vas a hacer? ¿Vas a salir a comprar, a vender? Lo que hagas va a depender de lo que opines de la persona que te lo está diciendo".

"Las predicciones que importan son las que van a impactar sobre el futuro, el resto no importa", explicó. El punto es que la pregunta que hay que hacerse es “cómo se validan las predicciones”. "La forma más trivial de validar una predicción, la que usa todo el mundo, es fijarse si acertó o no. Pero esa no es la forma correcta, porque yo no puedo descartar que en una predicción el acierto fue por suerte", dijo. En definitiva, lo interesante en las predicciones es la capacidad de argumentar: "Yo te digo que opino que va a pasar esto, va a pasar lo otro y que, como consecuencia de esto, el dólar va a estar en tal precio".

El valor de la argumentación

El investigador resumió que lo interesante de "las predicciones honestas es cuando vienen acompañadas de algún tipo de argumento: 'Yo opino que el dólar va a estar a tal valor, por esto, por esto y por esto'”. A veces se puede predecir un resultado, pero, aclaró: "Si no decís cuándo va a suceder, es como que no me digas nada". "Yo te digo que el dólar va a estar a 900 y, como el dólar no se va para abajo en términos nominales, en algún momento va a estar en ese valor, pero si no te digo cuándo, es como no decirte nada".

Otra de las predicciones que se escuchan es “Va a haber una crisis”, pero si no dicen "cuándo, de qué gravedad o con qué características", es como que si no nos dijeran nada, porque "una característica recurrente de las economías es que las crisis existan". Entonces, se llega a la conclusión de que "ciertas cosas son difíciles de predecir, pero no porque sean raras o porque tengan una matemática hipercompleja, sino porque están sujetas a una estrategia mutua, y la incertidumbre, lo riesgoso, el azar, son una consecuencia de eso".

Por supuesto, "hay física en los penales, ecuaciones que determinan el precio de los activos, pero lo que genera incertidumbre es la interacción". "A veces, la mejor predicción que surge de un análisis científico es que ciertos fenómenos no son predecibles y hay que convivir con eso. Muchas veces, el trabajo de la ciencia es dar esas 'malas' noticias', concluyó.

Fuente: Melisa Avolio para Télam

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