Los más memoriosos hinchas de Gimnasia y Esgrima recordarán con cariño las épocas donde el santiagueño Julio Díaz mandaba a descansar el esférico al fondo de las redes rivales, y a ese gran equipo de 1986 que se coronó campeón invicto en la Liga Mendocina. Eran otras épocas del fútbol donde abundaban los jugadores de buen pie y el Lobo disponía de un equipazo digno de las épocas en que los equipos mendocinos disputaban los torneos Nacionales.

El goleador blanquinegro surgido en Unión Santiago, de Santiago del Estero, pasó por ‘El Suplementario’ y compartió una exquisita charla de fútbol para rememorar anécdotas de sus épocas de jugador.

Permitime trasladarme al año '86, yo te digo diez nombres y vos me completás el que falta: Gato Rodríguez en el arco, Florencio Montivero, Daniel Sosa, Carlos Rojas y el Cuta Morán; la mitad de cancha -creo yo- más gloriosa de los años '80 en todo el fútbol de Mendoza, Quintana, Solorza y Olguín, Castellino, Maladot y...

(Risas) Julio Guido Díaz. Fue un equipo sensacional dirigido por Jorge Julio. Salimos campeones invictos del Apertura, tuvimos un regional estupendo donde perdimos un solo partido en San Martín y en playoffs quedamos afuera con Sarmiento de Chaco. Un equipo que fue el más importante que integré en mi carrera, tenía 21 años. Un mediocampo brillante, Oscar Quintana, el Negro Solorza y el Cochina Olguín; dos centrales maravillosos que hoy uno extraña, Carlos Rojas y Daniel Sosa, dos centrales que te salían jugando; dos marcadores de punta como el finado Montiveros, pura entrega y corazón, y el Cuta Morán, un tres chiquito pero con condiciones técnicas tremendas; y un gran arquero como el Gato Rodríguez. Fue un equipo muy bueno.

El Mudo Castellino yo nunca supe si era delantero, media punta, volante de creación o era todo junto porque era un crack.

Era todo junto. Raúl Castellino es el jugador al que mejor interpreté, era un jugador formidable que tenía la virtud de recibir de espaldas y quedar siempre de frente al defensor porque giraba en el aire. Era un jugador impredecible, tenía buenos enganches, una buena pegada, era exquisito. Raúl ha sido un jugador notable, sentía admiración por él.

Sepa entender el hincha del fútbol, lo más parecido al mudo Castellino es Diego Latorre...

Sí, sí, era un jugador tremendo. Para los memoriosos, Raúl Castellino cuando salimos campeón en el año '91 -cuando salimos campeones en la penúltima fecha que Independiente venía primero a un punto de nosotros- le ganamos en la cancha de Independiente con gol de Castellino, lo que nos permitió en la última fecha ganarle a Luján y salir campeón del Clausura ese año. La gente de Gimnasia recuerda mucho ese gol porque significó que le sacáramos la punta a Independiente en la penúltima fecha y saliéramos campeones en la última con dos goles de Rubén Miranda.

¿Te acordás del Vikingo Maladot?

Walter era toda una novedad en la época, usaba botines blancos, la melena al viento, era otra historia. Los botines blancos en esa época no eran comunes, los usaba él porque en esos tiempos los pintaba. Hoy hay un botín de un color y otro de otro en el mismo par, antes eran todos negros y Walter se los "teñía" y los pintaba de blanco. Un jugador que tenía mucha potencia, tenía un estado físico tremendo.

Siendo nostálgicos y entendiendo que cada época es distinta, ¿qué cambió de aquellos años '80 donde te tocaba jugar a este fútbol de la actualidad?

Cambio mucho la parte física, hoy es un fútbol más físico. Hoy hay más despliegue y la parte física igualó o superó a la técnica. Antes de diez jugadores tenías siete u ocho de buen pie, y hoy encontrás uno o dos jugadores de buen pie y los demás no. En plano comparativo me da la sensación que la parte física ha incursionado tanto en el fútbol que el juego ha perdido esa estética, esa belleza, esa vistosidad. Por ahí un mediocampo como Quintana, Solorza y Olguín tenías jugadores con despliegue y habilidad que hacían girar el juego en torno a ellos, entonces por ahí yo veo que las diferencias son esas. El fútbol ha pasado a ser muy físico, es mucho despliegue y eso hace que el juego sea menos vistoso.

Llegaste de Santiago del Estero y acá te quedaste...

Gimasia me dio la posibilidad de formar mi familia. Mi señora fue médica del club y la conocí ahí. Por eso digo que Gimnasia me dio todo, no solo la posibilidad de jugar en Mendoza sino la posibilidad de formar una familia, entonces hay un sentimiento muy grande. Mis hijos han mamado esa situación, son fanáticos y yo siento un cariño muy grande por la institución a pesar de no haber sido un jugador de las inferiores. Tengo un sentido de pertenencia muy grande por todo lo que he vivido, cuando llegué, llegué a vivir en la pensión del club solo, con todo lo que eso significa. Uno aprende a querer al club, transita los pasillos del club y la cancha y tiene tanta nostalgia de las situaciones que ha vivido. Esas vivencias hacen que uno tenga un sentido de pertenencia y un cariño especial. Han pasado 31 años de eso que te digo y uno tiene un cariño muy grande hacia la institución. Por eso el desafío de estar en la subcomisión de fútbol y tener injerencia me hace tener una responsabilidad muy grande para un club que quiero tanto como es Gimnasia.

Han pasado poco más de treinta años pero Julio Díaz sigue recorriendo los pasillos del club que lo adoptó como un Lobo más, esta vez en su rol de dirigente encargado de la subcomisión de fútbol para administrar la llegada de los refuerzos para un plantel de Gimnasia que tiene como objetivo volver a los primeros planos a nivel nacional. Un hombre que encontró en Gimnasia no solo el lugar donde jugar al fútbol, sino también su segundo hogar.

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