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El ámbito audiovisual no es ajeno a las estructuras sociales y reproduce las relaciones desiguales entre géneros. Ante este panorama, un grupo de realizadoras decidieron organizarse para discutir y cambiar su situación en la industria del cine. Diálogo con Guadalupe Pregal y Emma Saccavino, de Audiovisualas Mendocinas (AM).
Julia López
Publicado el 26 DE FEBRERO DE 2020
Como otras organizaciones del ámbito del cine, comenzaron a reunirse en 2016, cuando se avistaba “una situación muy crítica del INCAA”. Lo que era una perspectiva pesimista se fue cumpliendo: subejecución de presupuesto, apoyo a empresas con espalda financiera y no a producciones menores, entre otras.
“Notamos que nos atraviesan un montón de otras cosas que a nuestros compañeros no: la imposibilidad de acceder a fondos de financiamiento y a ser cabezas de equipo, que tienen mayor responsabilidad y cobran muchísimo más que cualquiera de las asistencias”, introdujo Guadalupe Pregal. Las Audiovisualas no nacieron como feministas, pero tampoco tardaron en asumirlo. Desde de las primeras asambleas, en las que hicieron sobre todo catarsis, entienden que lo personal es político. Problematizan sus profesiones, la división sexual del trabajo, la diferencia de oportunidades.
Son productoras, directoras y técnicas de todas las áreas que aspiran a mantenerse económicamente con su trabajo en rodajes. “Nos atraviesan el género y el territorio, y eso en lo audiovisual tiene un peso fuertísimo”, remarca Emma Saccavino. Las une el hecho de ser mujeres y no vivir en Buenos Aires o Capital, si se tiene en cuenta que es un ámbito “donde la estructura del patriarcado se reproduce literal” y que la gran mayoría de las producciones son de allá.
Una estadística del INCAA revela que en 2018, solo el 12 % de los largometrajes financiados cuenta con una directora y “la mayor participación de las mujeres se encuentra en los roles tradicionalmente feminizados (maquillaje, vestuario, dirección de arte, peinado)”. Aun así, “ese porcentaje no discrimina respecto de las provincias y es parte de nuestra lucha que se refuerce lo federal”, destaca Emma Saccavino.
AM incorporó prácticas feministas: son apartidarias, horizontales, asamblearias. Todo lo deciden por consenso. Esperan poder aportar algo de su forma de funcionamiento a la Mesa Audiovisual de Mendoza, pero además, buscan instalar allí la perspectiva de género en todas las políticas que se vayan a ejecutar.
Se capacitan en género y en el uso de equipos para incentivar a las compañeras a ocupar roles técnicos. Hacen clínicas de supervisión de proyectos, procuran contactarse entre ellas ante oportunidades laborales. Para las fechas de la agenda feminista, suelen convocar y registrar. En los rodajes, muchas veces les toca trabajar con varones que han perpetrado violencias hacia ellas y, señala Guadalupe, “a diferencia de otros momentos, en los que te sentías sola, hoy mirás al costado y tenés a una audiovisuala al lado tuyo”.
La militancia les permitió descubrirse y conocer a compañeras que trabajan muy bien. Ahora apuntan a lograr “algo que muchas soñamos, que es producir juntas”.
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