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Falta de solidaridad. Así definieron varios analistas el resultado del plebiscito que instaba a la población a pronunciarse a favor o en contra del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y las FARC. Los habitantes de las zonas urbanas o los núcleos rurales más poblados, donde la violencia del conflicto hace tiempo que dejó de golpear, no acompañaron a los de los lugares más afectados, sobre todo los de la costa.
"Ganó el NO", tituló Pictoline. Imagen: facebook.com/pictoline.
Unidiversidad / Fuente: El País y Télam
Publicado el 03 DE OCTUBRE DE 2016
"Era una solución demasiado sencilla para un problema demasiado complejo", sentenció Claudio Jacquelin en La Nación. Ayer, domingo 2 de octubre, Colombia prefirió "saltar al vacío", en palabras de Javier Lafuente de El País y denegó el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC. La abstención, de más del 60 %, y la pésima imagen de la guerrilla fueron determinantes en el resultado del plebiscito.
La votación puso de manifiesto la falta de solidaridad en un país atravesado por la guerra, señala Lafuente en el diario español. Los lugares más golpeados, sobre todo los de la costa, optaron por el Sí, pero son municipios que aportaban un número de votos infinitamente menor al de las zonas urbanas o los núcleos rurales más poblados, donde la violencia del conflicto hace tiempo que dejó de golpear. El interior del país optó por rechazar los acuerdos.
El mapa interactivo de la Registraduría Nacional del Estado Civil demuestra que el Sí dominó en las zonas costeras, las más castigadas.
Asimismo, para Lafuente el plebiscito develó la enorme polarización que existe en Colombia. El expresidente Álvaro Uribe, máximo abanderado del No, el mismo que consiguió unir a casi todo el país en torno a la política de Seguridad Democrática que debilitó las FARC, volvió a recurrir al juego de palabras con el que ha conseguido profundizar la división de la sociedad: “La paz es ilusionante, los textos de La Habana son decepcionantes”, aseguró tras votar.
Durante el mes de campaña del plebiscito, el exmandatario trató de hacer calar la idea de que si se rechazaban los acuerdos estos se podrían renegociar, algo contra lo que han sido tajantes el Gobierno y las FARC. La posibilidad de participar en política de los líderes guerrilleros y el hecho de que ninguno pagará, cárcel siempre y cuando reconozca sus crímenes, ha sido la piedra angular de su campaña, a sabiendas de que la mayoría de los colombianos, incluso entre los votantes del Sí, no lo ven con buenos ojos.
Uribe fue el triunfador político de la jornada, si es que después de que se rechace un acuerdo de paz se puede hablar de ganadores.
En tanto, el gran damnificado es el presidente, Juan Manuel Santos. El hombre que consiguió firmar un proceso de paz con las FARC después de 52 años de guerra, que convocó el plebiscito sin necesidad de hacerlo, ha sufrido un bastonazo monumental. "No me rendiré, seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato", aseguró.
Infografía de campaña del gobierno colombiano.
La negociación había sido el triunfo de un bien escaso en todo el mundo: la voluntad política. Los representantes de quienes durante más de cinco décadas se dieron plomo lograron en cuatro años, muy intensos pero solo cuatro al fin y al cabo, redactar un documento de casi 300 páginas para poner fin al conflicto. Lo hicieron dialogando, cediendo, tratando de buscar una salida digna para un país que, al final, prefirió el salto al vacío.
Foto: ANSA
Los argumentos de los "ganadores": por qué No
"¿Por qué un guerrillero va a recibir un subsidio de $ 1,3 millones (450 dólares)? ¿Y yo, qué? Yo gano $ 700 mil pesos (242 dólares) y nunca maté ni secuestré a nadie", era una de las frases más repetidas por gente de a pie en referencia a la ayuda económica que el gobierno le iba a entregar a los desmovilizados para que se reintegraran a la sociedad, señala Jorge Pailhé en Télam.
En ese caso, quienes la formulaban se negaban a recibir comentarios que intentaran justificar la entrega de ese subsidio en nombre del bien supremo de la paz y de la posibilidad de que ese compatriota pudiera reintegrarse a la vida normal sin que llevar un fusil al hombro sea esa normalidad, pero para ellos era decisión tomada votar por el No, y el reclamo venía perfecto para justificarlo.
Foto: univision.com
"¿Por qué los guerrilleros no van a ir presos? Si quieren dejar las armas, que las dejen. Si quieren entrar en política, que entren, pero que primero vayan a la cárcel", era la segunda gran piedra en el zapato para los impulsores del Sí. En este punto, el gobierno de Juan Manuel Santos nunca tuvo una respuesta demasiado convincente. El acuerdo ahora invalidado creaba un espacio judicial especial, en el que quienes confesaran sus delitos iban a sufrir pena de "restricción de libertad", una figura que no lograba garantizar penalizaciones efectivas para los desmovilizados. El propio Santos admitía esta situación apelando a figuras tales como "si queremos que los guerrilleros vayan 40 años presos, nunca alcanzaremos la paz" o "no serán penas de cárcel tras los barrotes y el traje a rayas, pero tendrán una situación de restricción de libertad efectiva", y así...
En tanto, la facilitación de superpoderes al Presidente y la creación de una fiscalía paralela, establecidos en el fallido acuerdo, fueron motivo de rechazo del acuerdo para algunos especialistas.
De todos modos, según Pailhé, la palabra de moda es "renegociar": "El pueblo está diciendo que hay que revisar el acuerdo", dicen todos los protagonistas, hayan votado por una y otra posición.
Para saber más del acuerdo fallido: http://www.acuerdodepaz.gov.co/
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