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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Lo que la educación le debe a la generación Y.
Foto: Axel Lloret
La frase “revolución tecnológica” nunca pierde vigencia. Es que el avance de las fuentes digitales es tan sostenido en el tiempo que no deja de atravesar todos los aspectos de la vida, al punto de marcar diferencias sustanciales entre generaciones. En este universo, la enseñanza no es la excepción y se enfrenta al desafío de adaptarse a las nuevas formas de adquirir conocimiento que exige la camada de jóvenes que crecieron con la existencia de Internet.
Los millennials, o Generación Y, han forzado al sistema educativo tradicional a plantearse cambios para lograr que los estudiantes no se aburran. “Los profesores hoy en día compiten con Google”, señala Elena Caliguli, directora de Tecnología Educativa de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO.
Los jóvenes usan otros recursos para aprender; ya no pasan largas horas dentro de una biblioteca porque todo lo que quieren saber está en un clic. Prefieren tomar fotos con el celular a lo que el profesor escribe en el pizarrón y crear documentos que luego suben a las redes sociales.
“En lo pedagógico también son más visuales. Quieren que las ponencias tengan colores. Son multitareas. Si les das una sola cosa, se aburren. Son autodidactas, no quieren que les expliques todo porque les resulta una pérdida de tiempo; prefieren aprender con la experiencia”, indica Lucía Brottier, docente de Gestión de las Personas y Práctica Profesional de Ingeniería.
La educación tal como la conocemos está, así, ante un reto de época. Con la tecnología han desaparecido las fronteras geográficas, la información ya no es una propiedad exclusiva del aula. Héctor Smud, secretario Económico y de Servicios de la UNCUYO, asegura que el giro en la metodología de la enseñanza es imperioso. Uno de los puntos de partida ha sido la implementación de la educación a distancia, pero el camino a seguir es el de ir reemplazando las clases magistrales por las “aulas invertidas”, donde el alumno incorpora información antes de la clase y después participa en su desarrollo.
Lo importante también pasa por adaptar la enseñanza a los empleos del futuro y que las empresas sepan retener a una generación cortoplacista que choca con la anterior, esa que fue formada con la idea de permanecer en el mismo trabajo “de por vida”. “No hay que endurecer a los que entran, sino flexibilizar a los empleados que ya están y darles las mismas oportunidades que a los millennials para que no se sientan amenazados”, indicó Smud.
En este sentido, Mónica García Tello, docente de Comercialización, Proyecto Final, Emprendedurismo e Innovación, también de Ingeniería, señaló que los equipos más heterogéneos en edades son los que generan mayor innovación en las empresas. Ella, Brottier, Caliguli y Horacio Manzur (director de Graduados de esa Facultad) llevan adelante, desde 2009, un proyecto de investigación que aspira a conocer la dinámica de la Generación Z, sucesora de la Y, con el objetivo de diseñar nuevas estrategias en la educación y herramientas para la inserción laboral.
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