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¿Se puede desear lo que no se conoce? En Colombia lo hacemos y más seguido de lo que parece. Solo el hecho de soñar con una paz que el territorio no ha conocido basta de ejemplo para ello.
El presidente Santos “aceptó” iniciar negociaciones con la cúpula de la guerrilla en territorios internacionales
Desde antes de la llegada del imperio español a tierras del caribe colombiano, el pueblo Muisca ya era una raza guerrera acostumbrada a batallar entre tribus. Luego vino la conquista, la revolución independista, la guerra civil, las revueltas agrícolas y a final del resumen, un conflicto interno (que actualmente no posee sentido alguno) entre guerrilla, paramilitares y Estado.
La guerra interna actual inicia con los grupos guerrilleros colombianos que nacen en la primera mitad del siglo XX en base a los ideales comunistas que se extienden por el continente en pro de la revolución agrícola y la equidad social para el pueblo. Sin embargo, en los años 80 con el auge del narcotráfico, la filosofía marxista se tiñe de avaricia y violencia. Es, además, la época en que nacen los grupos paramilitares de extrema derecha que pretenden combatir las guerrillas y defender el pueblo a disparos financiados por la mafia de la coca. Con el fin de los grandes capos narcotraficantes son estos dos grupos los que toman el control del negocio de las drogas y de su tráfico junto a redes de delincuencia común.
Es entonces evidente una transformación de la historia del conflicto en menos de un siglo en el país suramericano, pero el trasfondo del verdadero desarrollo del capítulo está en las últimas décadas: Para finales de los años 80, además de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), existía también el grupo M19, responsable de la toma de la Embajada de Republica Dominicana (Bogotá, 1980), la toma del Palacio de Justicia (Bogotá, 1985), además de múltiples secuestros y asesinatos a lo largo del país; pero la importancia del grupo estuvo en la esperanza, sí, esa misma que se dio en el momento de su desmovilización armada el 8 de marzo de 1990 para luego poder combatir desde la política y ya no con balas.
Hoy se habla de un posible destino similar para las FARC a partir del momento en que el presidente Juan Manuel Santos aceptó iniciar negociaciones con la cúpula de la guerrilla en territorios internacionales, teniendo como garantes a los gobiernos de Noruega, Venezuela y Chile; además de la participación de ONG como Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP) y la Fundación Nuevo Arco Iris (FNAI). Podría ser entonces una nueva esperanza para los colombianos que anhelamos y exigimos la paz pero que no creemos en repetir los errores del pasado.
Ya por finales de la década del ´90 existían negociaciones entre el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana y las FARC, negociaciones que resultaron fallidas ya que mientras el ejército desmilitarizaba el país, la guerrilla seguía con el secuestro y el terror en el interior. Acabado el gobierno de Pastrana vino el “corazón grande y la mano firme”que era el lema de la primera campaña política del ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Este mandatario tomó una postura norteamericana de no negociar con terroristas, por lo que en casi sus ocho años de gobierno el dinero proveniente de los Estados Unidos para el Plan Colombia fue invertido en fortalecer las Fuerzas Armadas Colombianas y combatir los campamentos guerrilleros, al punto de ponerle valor a cada cadáver de un guerrillero.
Quizá la ilusión ahora llega, pues el grupo guerrillero viene de una década de golpe tras golpe, donde el debilitamiento es más que claro, además que la Colombia de hoy ya no es la misma, pues ahora es una potencia emergente con una economía estable y con un pueblo que dejó el miedo atrás al entender que es este quien tiene el poder en sus manos.
Por su parte, ha sido el ahora presidente Santos quien ha encabezado los golpes a las FARC, tanto como ministro de Defensa en la administración Uribe y ahora como jefe del Ejecutivo colombiano. La controversia se suma por la postura del ex presidente Uribe, quien fuera jefe de Santos hace unos años y ahora ocupa el liderato de la oposición en el país, por lo que ha criticado fuertemente las nuevas negociaciones bilaterales, mientras el gobierno norteamericano en voz del presidente Barack Obama ve el hecho como la gran oportunidad de que los guerrilleros abandonen su violento actuar.
¿Es posible hablar de paz? Siempre lo hemos hecho en todo el mundo, solo que ahora no es una ilusión sino una exigencia.
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