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23 DE DICIEMBRE DE 2024
Hace décadas que se habla de "cambio climático", pero hay que entenderlo de otra manera. Mientras tanto, Argentina y sus países limítrofes no invierten ni el 1 % de su presupuesto anual en materia ambiental.
Foto: Diario Pausa
Unidiversidad / Ángeles Balderrama
Publicado el 23 DE FEBRERO DE 2021
Solo en el mes de febrero llegaron a través de los medios de comunicación numerosas imágenes y videos sobre las temperaturas extremas en el hemisferio norte, una avalancha en India por la ruptura de un glaciar, la dificultad de frenar el fuego en el Sur patagónico, la muerte de peces y aves en uno de los humedales mendocinos, varios aludes y familias sin agua. Aunque desde hace décadas se habla sobre cambio climático, los especialistas y militantes ambientales consideran que es tiempo de entenderlo como una crisis climática, ambiental y ecosistémica, cuyos resultados comenzamos a padecer. Si bien los gobiernos y municipios proponen objetivos para disminuir el impacto, no invierten ni el 1 % de su presupuesto anual en materia ambiental.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), el planeta se enfrenta a una triple emergencia medioambiental ligada al cambio climático, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad. El informe presentado el jueves 18 por la entidad resalta que “el mundo está incumpliendo sus compromisos de limitar los daños ambientales” y destaca conclusiones muy negativas: estamos cerca del punto de no retorno.
“La Tierra se encamina hacia un incremento de la temperatura de al menos tres grados respecto de los niveles preindustriales; más de un millón de especies de animales y vegetales del mundo están en peligro de extinción y las enfermedades vinculadas a la contaminación causan cada año unos 9 millones de muertes prematuras. La degradación ambiental está impidiendo los progresos hacia el fin de la pobreza y el hambre”, remarca el informe.
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Pese a las estadísticas poco alentadoras, para Marcelo Giraud, geógrafo, docente de la Universidad Nacional de Cuyo y miembro de la Asamblea Popular por el Agua, no todos los seres humanos son responsables del problema que enfrentamos, ya que “la mayoría casi ni mueve la aguja”.
“Siempre hubo cambios y oscilaciones climáticas. Hablar de crisis climática y ambiental pone en evidencia lo negativo, la intensidad y profundidad en la cual se está dando este cambio climático. No solo hay crisis climática, sino también emergencia ecosistémica. Sin embargo, no se puede decir que todos los grupos sociales tienen la misma responsabilidad, porque los modos de vida de más del 50 % no han movido la aguja de lo que pasa con el clima, mientras que el 10 % es el responsable de la mayor parte y el 20 % o el 30 % es bastante responsable”, explicó Giraud.
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De esta manera, en la historia de la tierra, los científicos descubrieron grandes cambios climáticos. Tal es el caso de las glaciaciones que existieron hace unos 10 mil años. No obstante, ahora estamos en presencia de una crisis ambiental antropogénica. “A partir del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, y especialmente en las últimas tres décadas, tenemos una crisis que no tiene que ver con procesos naturales, sino con la incidencia de la actividad humana: gases de efecto invernadero, dióxido de carbono, metano, petróleo y carbón, sumado a la deforestación por el avance de la frontera agropecuaria”.
Ecocidio global y políticas ambientales
Algunos autores remarcan esta era como antropoceno o capitaloceno, momento en el que el sistema capitalista asume un rol central frente al cambio que incide sobre el planeta. Por este motivo, ya no solo se debe hablar de cambio climático, sino también de contaminación y pérdida de la biodiversidad en manos de la humanidad bajo el capitalismo. Según el reloj mundial de cambio climático restan solo 6 años y 312 días para llegar al límite de la cantidad de dióxido de carbono que aún se puede liberar en la atmósfera mientras el calentamiento se limite a 1,5 grados centígrados por encima de niveles preindustriales.
“Podemos llegar al punto de no retorno, en el que la naturaleza deja de ser una aliada contra el cambio climático y juega en contra. Uno ejemplo es el permafrost, una capa de materia orgánica con gases de metano, que por encima tiene kilómetros de hielo, pero al derretirse, el metano empieza a liberarse y calienta la Tierra. Una vez que nosotros activamos ese fenómeno ambiental, ya no podemos volver hacia atrás. Si llegamos al punto de no retorno, estamos liberando a un monstruo que no entendemos”, explicó Ignacio Villarroya, estudiante del secundario, ambientalista e integrante de Fridays For Future Mendoza.
Para Ignacio, es necesario entender la situación planetaria como una crisis que nos afecta a todos, pero que acrecenta las desigualdades que existen. “Difícilmente vamos a combatir la pobreza si no combatimos la crisis climática. Muchos hacen reciclaje y compostan individualmente, y aunque los invitamos a continuar por ese camino, es necesario unirse a la lucha colectiva. Hay que exigir y culpar a los gobiernos que siguen insistiendo con la megaminería o el fracking, siguen apuntando a ese sistema económico inviable y no entienden que las cosas han cambiado”.
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En tanto, el geógrafo Marcelo Giraud considera que si continuamos por el mismo camino y no tomamos acciones gubernamentales frente a la crisis, estamos yendo en una dirección muy peligrosa para la especie humana y generando en cámara lenta un ecocidio.
“Más allá de una cuestión partidaria, las políticas están siendo sumamente insuficientes y en muchos casos contradictorias entre los objetivos que se declaman, los propósitos que se enuncian y lo que se implementa en la práctica. Todos los gobiernos expresan su preocupación por la situación climática, pero las políticas económicas siguen insistiendo en modelos de producción extractivista y agronegocios. Muchos políticos generan campañas sobre las colillas de cigarro y, aunque es una buena acción, eso no va a solucionar el problema de la contaminación”, concluyó Giraud.
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