Malvinas, Deleuze y otros temas: la literatura infantil se anima cada vez más a lo complejo
Los autores Federico Lorenz, Matías Moscardi y Pablo Bernasconi reflexionaron sobre cómo sus libros abordan temas como el lenguaje filosófico, la ficción, y el desafío de "conectar con el asombro".
Foto ilustrativa
Unidiversidad / Fuentes: Télam, Milena Heinrich
Publicado el 27 DE SEPTIEMBRE DE 2021
Lejos del paradigma que limita temáticas por edades, cada vez más la producción editorial orientada a infancias confía en la apropiación libre de sus lectores y alienta la creación de libros que abordan temas complejos, que trabajan sobre la experiencia de lo real o la verdad, generan preguntas sin cerrar las respuestas y se apartan de los prejuicios, como las novedades de Federico Lorenz sobre Malvinas, Matías Moscardi sobre Deleuze y Pablo Bernasconi, que acerca ideas como motores para mover el mundo.
La forma de definir a niños, niñas y adolescentes está en perpetua transformación. Y así como la idea de tiempo se problematiza, también los libros: mientras en el siglo pasado la literatura infantil pregonaba su potencial didáctico, las relecturas críticas convergieron en obras sin tabúes, imaginativas, como espacios creativos y de libertad. El entrañable autor italiano Gianni Rodari destacaba "el valor de liberación que puede tener la palabra", y aclaraba: "No para que todos sean artistas sino para que nadie sea esclavo".
El poeta y ensayista Matías Moscardi es el autor detrás de "¡El gran Deleuze! Para pequeñas máquinas infantes" (Beatriz Viterbo), un libro "donde el concepto filosófico hace alianza con el juego". No fue pensado "para un lector determinado sino que crea su propio lector, que está convocado en el título: las máquinas infantes. Una máquina infante no tiene edad ni sexo determinado: se define por sus conexiones, sus multiplicidades, sus rizomas, sus devenires", dice a Télam.
El autor trae a cuento la posición crítica de César Aira, para quien "la literatura infantil está sobredeterminada por la industria editorial. Esto lleva a una separación tácita entre los dominios de la infancia y la vida adulta. Aira está 'en contra' de la literatura infantil porque, para él, 'no inventa a su lector, operación definitoria de la genuina literatura, sino que lo da por inventado y concluido, con rasgos determinados por la sospechosa raza de los psicopedagogos' (...) y concluye: 'La literatura está brotando siempre de su fuente primigenia, la infancia, y toda separación es nefasta'".
Matías Moscardi, autor de "¡El gran Deleuze! Para pequeñas máquinas infantes". Foto: Télam
Argentina es un gran semillero editorial de literatura infantil y juvenil, con muchos sellos especializados en ficción, no ficción e ilustración. En los últimos años, cada vez más editoriales apuestan por desterrar el miedo y la pedagogía, y producen textos sobre temas difíciles, con un abordaje no necesariamente ficcional, que abarcan la muerte, el tiempo o la nada, como indagan algunos libros de Iamiqué, editorial fundada en el año 2000 para mostrar que la ciencia no muerde.
¿Hay temas complejos? ¿Más difíciles que otros en los libros destinados a infancias y juventudes? "Claro que hay temas complejos, incluso muy complejos. Algunos son complejos de abordar y otros son complejos de explicar", asegura Carla Baredes, cofundadora de Iamiqué junto a Ileana Lotersztain. "En nuestro caso, seguramente por las mismas razones por las que elegimos ser científicas y divulgadoras, la complejidad suele operar como un desafío", afirma.
Su catálogo se compone de distintos autores porque en cada proyecto lo que prima es lo académico o la experiencia. "No es lo mismo que escriba sobre pubertad alguien que trabaja con púberes que alguien que no lo hizo nunca. No es lo mismo que escriba sobre la nada alguien que hace filosofía con niños que alguien que no", advierte Baredes. Cuando encuentran al ideal, le dicen lo siguiente: "Nuestros libros no sirven para preparar una clase ni para responder cuestionarios, para eso están los libros escolares o internet. Hacemos libros para que sean leídos con placer, por elección, en patas, tirados en un sillón".
Carla Baredes, cofundadora de Iamiqué junto a Ileana Lotersztain. Foto: Télam
Federico Lorenz, docente, investigador y especialista en Malvinas y Atlántico Sur, acaba de publicar "Postales desde Malvinas" (Norma), un diario de viaje escrito desde la mirada de un niño, en clave muy poética y curiosa sobre las islas, desde la geografía, su historia, sus disputas y sus habitantes. A diferencia de otros textos donde el autor ha trabajado esta temática, el desafío de este libro fue "resistir, a veces, al adulto que quería volver a su edad y su experiencia de vida mientras el viajero-niño escribía".
"No fue un desafío en cuanto a dificultades con el registro de escritura, sino más bien de autocontrol en el sentido de que es un tema que me apasiona, un lugar bellísimo, a la vez atravesado por una cantidad de sensibilidades e historias, que, precisamente, no son las de los más chicos. El desafío fue volver a ubicarme en las formas del asombro que este tiene en la infancia; pensar qué cosas me llamaban la atención cuando visitaba un museo, un nuevo lugar o escuchaba a un adulto", confía Lorenz. Es que, si de temas complejos se trata, Malvinas cabecea: "Tengo una mirada bastante escéptica sobre la forma en la que los adultos tramitamos muchas cosas, y si hay algo que me vuelve optimista, es el contacto con los más chicos. Mostrarles Malvinas en todos sus dobleces es la manera de dejar abierta una puerta y no reducirme a transmitir mandatos. Quería que sintieran mi amor por un lugar, pero no que lo amaran vicariamente, y sin ningún tipo de dogma asociado; quería que conocieran una forma de acercarse al mundo sin que sea la única, ni siquiera la mejor, sino la mía. Eso es una forma de honrar el tema del libro, también, que son unas islas atravesadas por mil historias, y la guerra solo una de ellas, aunque tan presente".
En su opinión, los más chicos, con sus preguntas, con sus planteos, son el mejor antídoto contra los binarismos. "Creo que eso se logra si uno se expone, si el lector u oyente detecta honestidad intelectual, compromiso con lo que uno está contando. En ese sentido, para mí escribir nunca es un artificio; es una manera de vivir, de decir: 'Este soy yo, aquí estoy'", comenta Lorenz.
Federico Lorenz, autor de "Postales desde Malvinas". Foto: Télam
El ilustrador y autor Pablo Bernasconi sacó este mes el libro álbum "Para mover el mundo" (Fondo de Cultura Económica), donde construye puentes entre conceptos complejos de traducir e imágenes, mientras, a la par, va siguiendo un acrónimo que le "sirve como guía a partir de una premisa de Arquímedes: 'Denme un punto de apoyo y moveré el mundo'. El cruce de sentidos es casi mecánico (como lo es la palanca), y eso se vuelve internamente muy potente", piensa.
Bernasconi cuenta que para este trabajo volvió a poner en práctica su "confianza sobre el vehículo metafórico como transmisor gentil de ideas", y agrega: "En este libro, que es prácticamente de imágenes, este punto está especialmente abocado a situar en la imagen el peso semántico, y en la metáfora, la percepción personal. Entonces, los niveles de comprensión se expanden y apoyan ante la arquitectura conceptual que supone un desafío así".
¿Cómo es volver dinámico un lenguaje que a priori se presenta difícil, como la filosofía? En el caso de Moscardi, la pregunta engloba un prejuicio porque supone "la idea de que los conceptos que maneja la filosofía serían aprehensibles solo y exclusivamente en términos intelectuales". "El prejuicio es que comprendemos la filosofía a través del intelecto. En el caso de Deleuze, el problema está planteado de un modo muy distinto porque él siempre se preocupó por mantener cierta dimensión práctica, vital, de la filosofía. Los conceptos deleuzianos piden a gritos ser experimentados. Son propositivos", explica.
"Hasta la pregunta más tonta es una gran pregunta filosófica porque, si la tomamos en serio y la asumimos hasta sus últimas consecuencias, cualquier pregunta puede sacarle brillo a la filosofía en todo su esplendor. Diría incluso que la filosofía es eso: asumir cualquier pregunta hasta sus últimas consecuencias", comenta.
Pablo Bernasconi, autor de "Para mover el mundo". Foto: Télam
En el cruce de la literatura y la filosofía, como hace Moscardi; en ese pacto que establece Lorenz con la mirada del niño sobre Malvinas, o en el ejercicio visual y metafórico que ejecuta Bernasconi con conceptos abstractos para construir significados legibles, ¿el acercamiento literario, visual, con la no ficción asume una complejidad mayor al trabajar con algo parecido a "la verdad"?
Para Lorenz, "Postales desde Malvinas" pone "en suspenso la idea de verdad". "No podemos amar lo que no conocemos, no podemos discutir sobre lo que no sabemos, y las formas de transmisión del tema han tenido muchísimo de eso. Darle densidad a un tema es trabajar para la verdad, en el sentido de que los lectores pueden construir su visión personal sobre un tema. Yo soy muy respetuoso de mis lectores, a los que siempre pienso como pienso a mis estudiantes: jamás subestimaría la posibilidad de que ellos arribaran a conclusiones más acertadas que las mías", señala.
"Entonces –continúa– la idea de 'verdad' es secundaria frente a la de experiencia, lo que pasa a ser verdadero es la apropiación de un tema, de una historia, o mejor, de muchas historias. No es un libro mandato, sino un libro invitación, eso es lo que siempre me propongo al escribir o enseñar: invitar a que todos se sientan capaces de construir su mirada sobre las cosas. Aquí, lo verdadero es un profesor conmovido por su historia, atravesada indirectamente por la guerra, que lo llevó a descubrir que sabía poco y nada de un lugar sobre el que creemos saber todo. Desandar ese camino es algo que probablemente los más pequeños estén en mejores condiciones de hacer que nosotros".
Además de Para mover el mundo, Bernasconi tiene otros libros de esos que se asumen difíciles en sus temáticas, como Mentiras y moretones, donde trabaja con los golpes y los dolores, y problemáticas recurrentes de la vida moderna como el inconformismo o la ansiedad. Para él, "cada libro que se plantea desde un lugar de no ficción tiene un complemento testimonial. Pero eso no significa que deba atenerse a la descripción detallada de una experiencia propia para volverlo materia literaria", aclara.
"Tanto en Mentiras y moretones, en el que cada cuento está basado en situaciones que me tocó vivir durante dos años bastante duros, como en Para mover el mundo, en el que la concepción radica en pensamientos y convicciones que tengo sobre cierto funcionamiento ideal de nuestra sociedad, el secreto está en expandir y potenciar este sentido a través de la metáfora, de las analogías, de las paradojas, que nos permiten perspectivas mucho más tangenciales y, a la vez, directas y memorables", resume Bernasconi.
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