Más de un siglo de historia: hitos del movimiento estudiantil en Mendoza y Argentina
La universidad no siempre fue gratuita en nuestro país y 2024 no es el primer año que estudiantes ...
21 DE NOVIEMBRE DE 2024
De acuerdo a la Ley de Medios, los canales universitarios tienen como esencia la divulgación de las actividades de tipo académicas. Pero nada impide que éstos además le den sentido a la información y sumen otras voces de opinión ampliando el abanico de medios periodísticos existentes en el interior del país.
Martin Gill visitando las instalaciones del canal universitario.
“Con el nuevo desarrollo de canales universitarios hay dos modelos”, explica Carlos Ureta, coordinador del Nodo Audiovisual San Juan y director del Centro de Creación para Medios de Comunicación Masiva (CREACOM) perteneciente a la Universidad Nacional de San Juan. Como es de esperar, ambos han sido elaborados en centros universitarios, uno en la Universidad Tres de Febrero que recoge la tradición de industria audiovisual insumiendo costos más bien altos y otro en la de Villa María, consolidado en el mes de mayo de este año, que cuenta con el respaldo de un convenio a tres bandas entre el Ministerio de Planificación Federal, la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación y el Consejo Interuniversitario Nacional.
Ya la mayoría de los canales del interior han optado por uno u otro o está en vías de hacerlo, según sea el impulso de sus intereses o lo que le permitan sus presupuestos universitarios.
Como sea, existe una base para trabajar, asegura Carlos Ureta, apenas finalizada la extensa charla que dio el Secretario de Políticas Universitarias de la Nación, Martín Gill, ante el Plenario del Consejo Interuniversitario Nacional celebrado en Mendoza. Con merecida razón, su atención estuvo puesta ahí ya que justamente fue Gill quien se abocó al tema de los canales en su anterior condición de Rector de la Universidad Nacional de Villa María. Pero al terminar, despunta uno y otro aspecto de la cuestión.
Según Ureta esta base consiste en el armado de una planta de personal reducida con multitareas y alta dedicación, desde la cual se harán propuestas de programa donde cada Universidad tendrá que definir un adecuado encuadre legal. Ahora bien, ¿Cuál es la meta en lo esencial? ¿Transitar en clave digital lo que hasta ahora ha venido trabajándose desde las radios, revistas o canales universitarios o hay más que eso?
Como quien conoce el paño, Ureta aduce lo siguiente: “La mayoría de la gente de los canales del interior del país que venimos trabajando hace 20 ó 25 años, tenemos claro que si uno calca una estructura de industria al interior de las universidades lo único que va a hacer es ir hacia un fracaso. Porque la universidad tiene administrativa, académica, institucional y culturalmente otra lógica, distinta a la de un medio que siempre es la respuesta en tiempo. Ahora bien, en cambio, la televisión digital tiene una complejidad, lo cual es un tema a discutir”.
Fracaso suena con demasiada contundencia, de ahí que Ureta introduzca matices: “Es cierto que las radios universitarias han sido pioneras, pero han tenido un proceso complicado, oscilando entre una radio universitaria que competía en el mercado por la audiencia, y una radio universitaria con un proyecto universitario, y esto cada cual puede analizarlo en función de las producciones concretas, pero tendrá que reconocer que en algunos lugares, han tenido una mala experiencia al intentar competir con otras radios dada la pobreza de sus infraestructuras”.
En el caso de la televisión digital el panorama tiene puntos de contacto con aquella experiencia. Según lo que razona Ureta: “Si nosotros vamos a crear los canales universitarios con lógica de mercado comercial, discuto que sea viable. Un canal para un lugar como Mendoza o San Juan necesitaría una planta de 50 personas. Es una escala de personal absolutamente inviable. Además institucionalmente no se va a poder resolver, dadas las pujas que hay en la Universidad por los espacios docentes. La única manera en que este modelo funcione, es que se desarrollen metodologías ad hoc, que no es un tema de convertir a los docentes en comunicadores, pese a que varios de ellos tienen algunas competencias comunicativas muy interesantes”.
La apuesta por el método
Si se considera que la divulgación es la tarea sustantiva de un canal universitario, la metodología es bastante clara. En palabras de Ureta: “esto implica que los procesos de creación y distribución del conocimiento tienen que estar al interior de la programación de esos canales y en esa lógica, se acaba toda la discusión ya que el canal mismo equivale al contexto de divulgación de quienes producen los conocimientos, interviniendo tanto los docentes como los alumnos".
Distinto es el caso del rol que precisa o está sujeto a profesionales de la comunicación. “Para mí sería un error dejar la estrategia propia de la institución en manos de comunicadores. Quiero decir, hay toda una dimensión que le da sentido a la tv digital y es estratégica y no pasa por ellos. Me refiero a la instalación de la oferta educativa a través de la señal de televisión digital, se trata de un servicio que la Universidad puede hacer mejor que cualquier privado. Justamente cuando las nuevas tecnologías están deslocalizando fuertemente a las universidades nos encontramos con que éstas no tienen respuestas o terminan sin tener respuesta frente a otras universidades privadas que ya son a distancia y también algunas públicas que ofrecen carreras que son fáciles de llevar por internet como abogacía o ciencias económicas”.
Hay que darse cuenta de los desafíos del momento, y en esto Ureta agrega: “Porque además, como las señales son multipantalla hay para hacer de todo, o sea, no es que uno tenga que elegir una opción o la otra. Con lo cual, lo que nos ha de interesar es qué va a ser aquello que en el arranque se constituya como lo pertinente de un canal universitario. En relación a eso yo creo que es el aporte de su masa crítica. Yo me imagino una universidad que contribuye en los procesos de modernización que hay dentro de las provincias, no sólo de modernización de sus sistemas productivos, sino de nuevos saberes para la gente que produce, sumado todo a los proyectos de inclusión social, integración regional, extensión cultural, etc., etc.”
La contribución en esa línea vendría a suponer una apertura de lo público al ejercicio de los derechos de información y de libertad de expresión, sin duda, algo que va a sumar a las posibilidades democráticas de sociedades como Mendoza o San Juan. Ahora bien, hay un factor que en el presente está restándole ventajas a estas universidades y tiene que ver con el tema de los oficios que forman las carreras de Comunicación. Tema indisolublemente unido a la conformación de la planta de personal que requerirán los canales universitarios.
El espejismo de la comunicación
Es el desafío de la hora en todas las carreras universitarias que tienen un fuerte compromiso con la comunicación: salir de su desconcierto y asumir el papel que les toca en cuanto a la operación técnica y el oficio de lo digital.
El diagnóstico según Carlos Ureta arroja resultados negativos: “En lugares como Mendoza parecen ser las universidades privadas las que han ocupado el lugar del oficio frente a la pública. Esto responde a una situación general en las provincias ya que la carrera de locución del ISER, que es la carrera que otorga títulos habilitantes- se imparten en institutos privados. Las carreras públicas de comunicación no las quisieron implementar por considerarlas una oferta de menor nivel. Esto es, no fue tomado como una necesidad por parte de la universidad, lo cual es una locura, en términos operativos”.
En lo conceptual, también está el error. Al menos esto se deduce del planteo del coordinador del Nodo Audiovisual San Juan: “Se puede discutir cómo se intercala una carrera técnica, lo que no se puede hacer es durante 10 años no dar respuesta sobre títulos habilitantes en áreas como operador de planta de televisión, director de televisión y locutor, menos ahora que los exige la Ley de Servicios Audiovisuales. Yo creo que esto equivale a reglar un lugar donde síntesis de la teoría y la práctica hubiese funcionado”.
Más allá del tema específico legal de los títulos, es evidente que el debate está lanzado en el interior de las carreras de comunicación. Con una particularidad que Ureta se encarga de poner de relieve: “Ahora que la tecnología digital ha acortado distancias, el periodismo como esfera de interés también tendría que ser revisado. Hoy los formatos de televisión que usa el camarógrafo –periodista, para hacer una nota, no tienen que ver con lo que pasaba 20 años atrás. Podemos discutir desde un punto de vista laboral el tema de la sobreexplotación, pero no podemos perder de vista el sentido general de la transformación. Si hoy se produce desde blogs y circula tanta información por otros medios no tradicionales - que por supuesto en ellos hay muchas cosas que son basura y están mal escritas pero también hay muchas cosas que sí están bien, muchos por periodistas, otros que apuestan a serlo. ¿Y por qué esto? Precisamente porque hay una cantidad de menús de ofertas de transición, ya no es el oficio del periodista, es la tecnología digital puesta al alcance de sujetos que a lo mejor superan a un profesional en cuanto conocen la sustancia y resuelven técnicamente un buen trabajo de valor periodístico.”
“Esta cuestión de la multifunción es de una pertinencia muy potente”, sostiene Ureta. Y añade: “Especialmente en Argentina, por el nuevo modelo de servicios audiovisuales, ya se puede ver que buena parte del periodismo está siendo desbordada por periodistas políticos que actúan desde una prensa política, no sólo están interesados sino que muy comprometidos, incluso comprando o hackeando información, negociándola tal como hacían los servicios de inteligencia cuando operaban sobre la gente de prensa. Frente a esta situación, no es un tema menor informar desde un medio público, pero esa praxis tiene que venir acompañada de una reflexión y de una modelización para que efectivamente sea un avance y no una réplica de estructuras ya dadas en la industria de comunicación”.
Un arco plural
Otro aspecto de la pertinencia de un medio universitario es la transversalidad de la política que no puede ser garantiza por los criterios profesionales. El director del Centro de Creación para Medios de Comunicación Masiva (CREACOM) de San Juan, lo plantea así: “Todos sabemos qué es la pluralidad pero lo difícil es garantizarla cuando muchas veces empieza por pensar quién dice qué cosa y a cuántos representa. Además hay que tener en cuenta que al interior de la universidad las cosas no funcionan por mero reparto, hay minorías que operan y muy fuertemente, de ahí la importancia que tiene el lograr un mosaico lo más amplio posible que logre estar fuera del escenario de las luchas electorales periódicas que tiene la universidad. Y que se respeten criterios, tales como los que tradicionalmente emplean las universidades chicas como las nuestras, al definir la militancia cara a cara, no instalando candidatos a través de los medios, como si fuera una elección de diputado o senador.”
Cumplidas estas reglas de juego y condiciones, el cuadro de situación puede ser considerado un escenario optimista. Carlos Ureta lo augura en ese sentido, sin dudarlo: “Vamos a tener la posibilidad de que la universidad pública pueda dar los enfoques científicos con mayor transparencia y claridad que los otros medios, vamos a tener una relación con los científicos despojada de criterios de noticiabilidad que son más bien bastardos. Así las cosas, vamos a darle eco a palabras surgidas de una cultura profesional que está más basada en la transparencia que en la objetividad. Va a estar la mirada del comunicador que si lo hace desde la ética y desde una cultura profesional más completa que la que existe, sabrá superar los defectos propios del oficio, como esto de querer ser experto en todo o el no abrir el campo de la opinión a otros que no son comunicadores pero sí son expertos. Yo creo que todo esto puesto en un formato televisivo que además te va a permitir la interactividad y una cantidad de herramientas muy interesantes, más el esquema de la transversalidad de la política va a ser no sólo necesario, sino más bien imprescindible”.
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