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07 DE NOVIEMBRE DE 2024
El destacado experto de Harvard Medical School, David S. Ludwig, reinventa las reglas de la pérdida de peso, la dieta y la salud. Por qué los regímenes tradicionales no funcionan.
Foto ilustrativa tomada de ehowenespanol.com
Definido como un "activista contra la obesidad" por la revista TIME, el doctor David S. Ludwig ha centrado su investigación en cómo afecta la comida a las hormonas, el metabolismo, el peso corporal y el bienestar. Según él, debemos olvidar todo lo que nos han enseñado de dietas. "No funcionan", dice tajante. En su lugar, presenta en su libro "Por qué siempre tengo hambre" las razones por las que las dietas tradicionales no funcionan y presenta un nuevo plan radical para perder peso sin pasar hambre, mejorar la salud, y sentirse mejor.
En resumidas cuentas, sus investigaciones le han hecho llegar a la conclusión de que "comer en exceso no te hace engordar, sino que es el proceso de engordar lo que te hace comer de más". Esto pasa, asegura, porque "las células grasas juegan un papel clave a la hora de determinar cuánto peso ganas o pierdes. Las dietas bajas en grasa actúan en tu contra, ya que provocan que las células grasas se autoabastezcan con más calorías, dejando muy pocas para el resto del cuerpo", asegura.
Esta "grasa hambrienta" activa una peligrosa reacción en cadena que "te deja siempre con sensación de hambre, a la vez que tu metabolismo se hace más lento y, al final, acabas ganando peso, aunque comas menos". El programa de adelgazamiento que propone su obra consta de tres fases en las que se ignoran las calorías y se centra directamente en las células grasas, y no promete una pérdida de peso inmediata, sino "progresiva y saludable". Eso sí, el autor promete "perder lentamente 1,5 kilos al mes, durante 12 meses seguidos, comer siempre que uno tiene hambre, y encontrarse fenomenal".
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— Dr. David Ludwig (@davidludwigmd)
Fase 1: superar los antojos
La fase 1 es, básicamente, lo contrario a una dieta baja en grasas estándar. Durante la Fase 1 se debe comer una proporción elevada de grasas (el 50 % de las calorías totales que se ingiera), una cantidad más baja de carbohidratos totales (el 25 %) y algo más de proteína de lo que a lo mejor se está acostumbrado (el 25 %). Durante estas dos semanas, se eliminarán todos los productos derivados de los cereales, las papas y el azúcar añadido.
La parte buena es que se puede seguir disfrutando de frutos secos, lácteos enteros y otros alimentos ricos en grasas que con las dietas de restricción de calorías no se podría ni oler. Como en todas las fases del programa, las proteínas de alta calidad juegan un papel importante.
Esta fase es la más restrictiva del programa, pero según su creador, "no es ni de lejos tan severa como lo son las dietas muy bajas en carbohidratos y cetogénicas, cuyo fin es eliminar este nutriente principal casi por completo". Ludwig agrega: "Se pueden disfrutar de fuentes de carbohidratos integrales y naturales como las frutas, las legumbres y una amplia selección de verduras sin almidón".
Esta fase, que dura solo dos semanas, está diseñada para darle un empujón a la pérdida de peso, no como una dieta permanente para nadie. El especialista advierte también: "Ya en las fases siguientes habrá más flexibilidad, variedad y adaptabilidad a las preferencias personales".
Fase 2: reprogramar las células grasas
En esta etapa se reducirá ligeramente la cantidad de grasa (hasta el 40 % de las calorías totales) y se aumentará la ingesta de carbohidratos (hasta el 35 %) añadiendo algunos cereales integrales mínimamente procesados (como el arroz integral, la avena, la cebada y la quinoa) y verduras con almidón que no sean papas. Las fuentes y proporciones de proteínas seguirán siendo las mismas (25 %).
La Fase 2 está diseñada, explica este endocrinólogo, "para reentrenar tus células adiposas de manera que tu peso disminuya progresivamente hasta que se estabilice en su nuevo punto óptimo inferior". Este proceso, aclara, "puede tardar unas cuantas semanas o meses en el caso de algunas personas, posiblemente muchos meses para aquellos que inician el proceso con un peso elevado".
Esta fase constituye la dieta básica, a la que puedes regresar siempre que lo necesites.
Fase 3: perder peso de manera permanente
La relación de carbohidratos, proteínas y grasas de la Fase 3 se asemeja al modo en que muchos estadounidenses comían en los años 50 y 60, antes de que estallara la moda de lo light y la epidemia de obesidad. Se come una cantidad de 115 y 170 gramos de proteína por comida, hay que intentar llenar la mitad del plato con alimentos naturales (verduras y frutas sin almidón), y hay que incluir media taza de cereales o verduras con almidón hasta tres veces al día.
A diferencia de la Fase 2, se pueden incluir papas, arroz blanco, copos de avena y pan. Pero hay que tratar de que la mayoría de los cereales que se coman sean integrales molidos (transformados en harina) pero que conserven la fibra y el germen o, aún mejor, no molidos, con el grano entero.
El objetivo de esta fase, concluye Ludwig, es "que descubras las necesidades exclusivas de tu cuerpo y que elabores un plan a seguir personalizadoen lugar de depender de unas recomendaciones nutritivas arbitrarias".
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