Mendoza está iniciando este año la experiencia de un sistema electoral con primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para realizar la selección de sus candidatos a cargos electivos provinciales y municipales, aunque habrá que tener paciencia para realizar una evaluación sistemática y con mayores datos. No obstante algunas cuestiones ya se insinúan…

En primer lugar, el nuevo sistema no modifica internamente el sistema electoral general, de modo que si no se implementaran las primarias, la renovación de autoridades podría realizarse igual. Es decir que esta innovación institucional se agrega al sistema electoral vigente como una etapa inicial en el proceso de elecciones, con la intención de abrir el juego a la participación de candidatos y de mejorar la calidad del proceso de elección que realiza la ciudadanía.

En segundo lugar, el sistema de primarias ha movilizado prioritaria e intensamente a la clase política y, de manera muy especial, a numerosos dirigentes que durante años vieron postergadas sus oportunidades para ser candidatos. En este sentido, se podría decir que se ha abierto la participación a la puja por las candidaturas electivas. Sin embargo, esa apertura no es amplia y subsisten restricciones, desde la disposición más elemental, como es la de los recursos económicos, hasta el tipo de sistema de alianzas, ya que nadie puede llegar solo, sin apoyos.

En tal sentido, la supervivencia de las colectoras ha tomado nuevos impulsos como formato de alianza vertical: demuestra que, para tener posibilidades en la contienda, es necesario articular con candidatos de mayor peso y relevancia política e institucional. Las alianzas no son entre pares, sino entre candidatos mayores y menores. En consecuencia, el sentido de la apertura es restringido, limitado a los que puedan alcanzar acuerdos, y esto relativiza el sentido de las “primarias abiertas”. Lo relativiza en cuanto al grado de oportunidades que un ciudadano puede tener para ser precandidato y también en el papel que los electores siguen teniendo en el proceso de selección, ya que la trama de prácticas para la nominación efectiva sigue alejada de la decisión ciudadana. Siempre alguien selecciona primero, siempre alguien nomina previamente…

En tercer lugar, este sistema de primarias, aunque se califique como “obligatorio” para el elector, no parece conmoverlo demasiado. Tal vez no entiende en qué se beneficia, cómo puede movilizar su interés. O quizás lo sabe y por eso actúa con la misma naturalidad que en cualquier otra elección, porque intuye que el resultado será el mismo. Ve que los precandidatos continúan siendo propuestos por otros; que eligen más pero seleccionan menos.