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Por Diego Arenas
Diego Arenas, licenciado en Trabajo Social y primer egresado del Programa de Educación Universitaria en Contexto de Encierro (PEUCE).
Publicado el 27 DE AGOSTO DE 2017
Estudiar es un desafío. Cada persona lo vive de manera distinta, porque cada persona es distinta. Sin embargo, hay contextos en los cuales estudiar puede significar un movimiento disruptivo, un cambio de lógica y la oportunidad para desarrollar nuevas formas de ser.
Eso me ocurrió, en cierta forma, al emprender una carrera universitaria en la Penitenciaría de Mendoza, una lucha por querer estudiar en una institución que por entonces no le daba a la educación su valor de resocialización e integración a la comunidad. Frases como: “Si querés matar el tiempo, te anoto en la primaria para que ocupes tu mente”, por parte de las autoridades penitenciarias, me motivaron a buscar ejercer mi derecho de acceso a estudios universitarios.
Así, en el año 2008 logramos acceder, junto con otro compañero, a las carreras de Trabajo Social y Derecho, respectivamente. El desafío de estudiar en un contexto lleno de limitaciones fue, a la vez, un proceso de apertura a nuevas formas de ser una persona detenida. Nos encontramos con ideas y pensamientos de otros que nos ayudaron a reflexionar, a reconocer cómo es la dinámica social y entender algo de los procesos por los que uno puede terminar encerrado, entre otros aspectos. A la vez, fue una experiencia colectiva que involucró a muchas personas solidarias, quienes, a partir de prestarnos apuntes de la facultad, visitarnos para ayudarnos a preparar materias, conseguirnos lapiceras, hojas para resumir y diccionarios, terminaron por implementar institucionalmente un programa de educación universitaria en contexto de encierro que posibilitó aulas para estudiar, coordinadores, tutores y dictado de clases.
Al haber transitado por este camino, se dieron las posibilidades de recibirme y graduarme luego de mucho esfuerzo. A la vez, adquirí herramientas que me posibilitaron trabajar en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales como coordinador de un espacio, a cargo de un equipo de personas, y como docente jefe de trabajos prácticos en la Licenciatura de Trabajo Social. Esta nueva etapa fue de aprendizaje mutuo, tanto para las personas que trabajaban y concurrían a la facultad como para mí. Sin una experiencia previa, nos animamos a intentar construir lazos de integración comunitaria, ya que desde ese espacio recibí muchas invitaciones para trabajar en otros ámbitos de la comunidad mendocina. Por ello, los vínculos cotidianos también forman parte de una instancia de educación como forma de integración comunitaria de la que participan varios actores de la comunidad en general, no solo las instituciones educativas.
Considero que las oportunidades me ayudaron a cambiar y brindar acciones a la sociedad desde esta experiencia. Fue un camino que me abrió las puertas, a mí y a otros compañeros. Por ello, la educación, tanto en contexto de encierro como en otros ámbitos, es clave para generar más posibilidades de equidad, justicia social e integración comunitaria.
Diego Arenas es licenciado en Trabajo Social y primer egresado del Programa de Educación Universitaria en Contexto de Encierro (PEUCE).
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