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En diálogo con NU Digital el especialista en seguridad, Marcelo Saín, destacó ejes de la gestión del ministerio de Seguridad, creado a finales del año pasado. Valoró que la seguridad "deje de ser entendida como una cuestión policial y comience a gestionarse políticamente”. Aun así, remarcó la necesidad de crear una pronta elaboración de un plan que permita llevar a la práctica esos nuevos lineamientos. Además, insistió en la reformulación de la gendarmería, sobre la que consideró que presenta un “rol difuso” en la actualidad.
Saín cumplió distintas funciones en el ámbito de la seguridad a nivel gubernamental. Desde su experiencia como ex subsecretario de Planificación del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires y ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, aportó su mirada sobre la puesta en marcha del ministerio de Seguridad de la Nación, creado a partir del conflicto desatado por las tomas del Parque Indoamericano en Buenos Aires.
¿Cómo evalúa la gestión de Nilda Garré al frente del Ministerio de Seguridad?
La designación de Garré y la constitución del ministerio de Seguridad significó una revisión sustantiva de las tendencias a través de las cuales el gobierno Nacional venía gestionando la seguridad pública, en reconocimiento de que este no es un asunto de policías y que la gestión en seguridad pública es un tema político.
Un eje de la gestión que también recalco es que se comience a trabajar sobre la necesidad de ir modernizando el sistema institucional a través de dos vías: Primero, en desarrollar estrategias de gestión social de la seguridad, porque mucho de los factores que generan situación de inseguridad o problemáticas graves en materia de seguridad pública no son temas de resolución policial sino de gestión en cuanto a las condiciones sociales y de prevención en sus distintas manifestaciones. Segundo, el reconocimiento de que las fuerzas policiales sean modernizadas y conducidas por el mundo de la política especializado en lo que es el asunto de la seguridad publica.
Estos son los ejes centrales más importantes, pero hay otro aspecto para destacar. Se trata de la necesidad que está planteando la ministra Garré de que exista una gestión basada en un conocimiento claro de las problemáticas que hay en el país en materia de seguridad.
Ahora resta armar una agenda de cambios, de gestión y de intervención sobre estos núcleos y estructurar definitivamente para el próximo año un plan que lleve adelante parte de estos desafíos a la práctica.
¿Es viable la concreción de estos desafíos?
En la medida en que se constituya un sistema de gestión política que todavía no existe. El gran problema acá es que es fácil formular planes, establecer diagnósticos, pero lo más complejo es llevar a la práctica los lineamientos de las nuevas políticas. Más aún cuando tenés actores políticos, sociales, policiales que van a resistir ese cambio. Hay que entender que este sistema de seguridad publica que ha articulado formas de poder ha tenido consenso político y social en amplios sectores de la sociedad, e históricamente siempre se presenta una resistencia al cambio en esta materia. Entonces, al mismo tiempo que hay que ser innovador en el plan y en la implementación del mismo, hay que ser inteligente en crear una correlación de fuerzas favorables para el cambio y vencer las resistencias, casi diría naturales, a este tipo de políticas que revierten décadas de un modelo de gestión que ha fracasado en Argentina.
Existen muchas críticas respecto al papel que cumple la gendarmería en la actualidad ¿Cuál es la realidad concreta de esta fuerza?
La gendarmería tienen un problema muy serio desde hace mucho tiempo y es que todavía no ha podido definir cuál es el perfil real de la fuerza. ¿Es una policía de seguridad de frontera? ¿Es una policía de control urbano? ¿Es una policía que controla carreteras? Esto nunca queda claro, es ambivalente, ambiguo su rol. Además, presenta un sistema de investigación criminal muy débil, entonces me da la sensación que uno de los desafíos de la gestión del actual Ministerio es que de la misma manera que le puso el ojo a las policías, reformule definitivamente el rol de cada una de las fuerzas en materia de prevención e investigación, incluida por su puesto la gendarmería.
¿Y de qué manera debe ser reformulada?
A mi modo de ver, la gendarmería tiene que ser reconvertida a lo que es una verdadera policía de seguridad de frontera. Argentina tiene con ella lo que pocos países en América Latina tienen, y tal vez en el mundo, esto es una fuerza de seguridad intermedia, adecuada para atender problemáticas que hoy son de una precariedad importante, como por ejemplo el desarrollo de redes criminales que trafican personas y sustancias en zonas de frontera. Por eso es imprescindible hacer un sistema sofisticado de inteligencia operacional en esta materia, y hay que subrayar que el país tiene las bases para poder hacerlo solo en la medida en que la gendarmería sea repensada.
Por lo que vimos en los últimos años sus jefes no están a la altura de ese desafío, ellos solo van agarrando porciones para tratar de morder un pedacito de presupuesto. De esta manera se convierten en los responsables de que gendarmería sea un híbrido, que parezca una colcha que va para un lado y para el otro. Y como explicaba anteriormente, la reformulación de esta fuerza también es un desafío de la política. Existen intenciones en el gobierno para que así sea. Seguramente la gestión emitirá las opiniones y los planes cuando los tenga elaborados.
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