Las mujeres migrantes viven malos tratos y discriminación, producto de la xenofobia, el racismo y el machismo
La Asociación Xumek publicó su primera revista sobre mujeres migrantes y analizó la movilidad humana en clave de género. Condensa la opinión de una refugiada, una coordinadora de la organización de derechos humanos y una investigadora de Conicet especialista en el tema.
Xumek aporta una mirada en clave de género sobre las mujeres migrantes. Imagen: transbordemag.mx
Vivimos en constante movimiento. Es probable que todas las personas tengan en sus familias al menos a alguien que migró, no solo entre países, sino también entre provincias. Las razones por las cuales se decide irse a otro lugar son múltiples. A veces se hace individualmente; otras veces lo hace todo un grupo familiar. En esta ocasión, la Asociación Xumek publicó la primera revista de Mujeres migrantes, que analiza la movilidad humana en clave de género. ¿Por qué migra y cómo vive esa situación la población feminizada?
Para abordar la temática de manera compleja, incorporó, además, lo que se conoce como perspectiva interseccional: hay historias, cuerpos, marcados no solo por opresiones patriarcales relacionadas con el género, sino también con otras, racistas, clasistas, etarias, etc. Es decir: son muchas las categorías –interrelacionadas– que constituyen la identidad de una persona.
“Cada mujer tiene una historia, experiencias, motivos por los cuales decide viajar a otra región (...) Antes se consideraba a las mujeres en un rol secundario, el de acompañar al varón. Ahora son protagonistas y queremos mostrarlo”, sostuvo Jessica Villegas, coordinadora del Área de Movilidad Humana de Xumek.
En este sentido, buscaron en la revista darles un espacio a quienes protagonizan estas historias invisibilizadas, como es el caso de Rosalía Cárter Cofré, la primera entrevistada. Es chilena y emigró con su familia a Argentina hace poco más de 30 años porque su esposo había estado preso en la dictadura pinochetista, y la persecución y las amenazas no cesaban.
En Argentina, la situación no fue sencilla. Llegaron a un país con otras costumbres, sin trabajo y sin amparo político. Acá no conocían a nadie y, si bien armaron redes con grupos sociales, nunca tuvieron ayuda estatal: “Yo soy refugiada, somos refugiadxs y vamos a ser refugiadxs hasta el último día de nuestras vidas”, manifestó. Aquí tenía una familia que cuidar, bebés que luego se encargó de escolarizar. Consiguió trabajo en casas particulares, pero nunca la registraron, y hoy, con 67 y 64 años, ni su marido ni ella cobran una jubilación.
“Migrar es un derecho” y el acceso igualitario está garantizado por la Ley de Migraciones. Sin embargo, Villegas asegura que “la realidad dista de ser así y los programas de seguridad social y sus requisitos dan cuenta de ello”. Además, falta incorporar la perspectiva de género en las leyes de migración y de refugio para la protección de derechos a los colectivos extranjeros. “Tampoco existen propuestas de índole económica, nacional ni provincial que se adapten específicamente a las mujeres en contexto de movilidad humana”, aseguró.
Las mujeres migrantes envían un mayor porcentaje de remesas que los hombres, por más que trabajen en empleos peor pagados.
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La investigadora de Conicet Silvia Moreno ha especializado sus estudios en la movilidad humana y propone una mirada crítica: el concepto de migración es una construcción hecha por los Estados y, como tal, debe cuestionarse. Dentro de esta temática, consideró que el etnocentrismo no tiene solución. Se asocia el lugar de nacimiento a la posibilidad de adquirir derechos y eso “genera una enorme desigualdad”. “La pandemia fue un claro ejemplo de ello, ya que lxs migrantes no recibieron IFE, no tenían acceso a Internet, no pudieron estudiar, ni trabajar”, agregó.
Y continuó: “Esta dificultad a la vez es estructural, producto del sistema. Se debería poder mejorarles las condiciones de trabajo a esas personas que llegan o simplemente que no tengan la necesidad de migrar. El sistema busca servirse de ello porque, en lugar de contratar o fabricar maquinaria, es más barato contratar a una persona migrante que haga todo el trabajo”.
En todo el mundo, las personas que tienen trabajos más precarizados son migrantes, y Mendoza no está exenta. Una de las causas principales de exilio hacia aquí tiene que ver con la búsqueda de posibilidades laborales. Sin embargo, algo que se reproduce en nuestra provincia es lo que advertían las feministas socialistas: las mujeres son las obreras de los obreros. De hecho, por ejemplo, en el caso del trabajo golondrina –según detalló la investigadora–, los varones jefes de familia coordinan con otros varones y todo el grupo realiza la tarea.
Fuente: Asociación Xumek
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