Las mendocinas están al frente de hogares, tienen ingresos más bajos y mayor desocupación
La desigualdad de género se puede ver en los niveles de desempleo, de ocupación y en una brecha salarial del 28,7 %. Además, las mujeres asumen la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. En la antesala del 8M, un análisis de la realidad económica y laboral de las mendocinas.

Imagen: Portada ECV 2023 (DEIE, Gobierno de Mendoza)
La desigualdad de género tiene distintas formas de ser leída y analizada. Algunos gobiernos entendieron esto y, en pos de acortar las brechas, diseñaron estrategias para conocer estas realidades y delinear, así, políticas públicas. Con este fin, la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) del Gobierno de Mendoza incorporó la variable de sexo a la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). De cara al 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, desde Unidiversidad relevamos los datos de la desigualdad: mujeres a cargo de hogares monomarentales, con mayores tasas de desocupación, menores tasas de ocupación e ingresos más bajos.
Desde hace más de una década, la DEIE realiza la ECV. El relevamiento tiene por finalidad caracterizar la situación objetiva de los hogares mendocinos y sus integrantes. Todo se vuelca en un informe y el último se publicó en 2024, sobre la base de la ECV de 2023. En términos sociológicos, el concepto de condiciones de vida es complejo y amplio; pretende dar cuenta de los niveles de bienestar que ha alcanzado una población y reflejar su grado de desarrollo económico y social.
Sucede que las condiciones de vida no son iguales para todos los grupos poblacionales. Se hacen divisiones, justamente, con el fin de proporcionar información pertinente, oportuna y de calidad para la formulación e implementación de políticas públicas tendientes a mejorar la calidad de vida de la población según dónde viven, tipo de hogar, nivel educativo, condición de trabajo, etc. Más recientemente, los feminismos y los estudios de género visibilizaron la necesidad de distinguir las categorías por género o sexo asignado al nacer –en Mendoza, el 51,6 % son mujeres, y el 48,4 %, varones–. Este último criterio es el que toma la ECV y deja ver, así, la desigualdad entre varones y mujeres en aspectos habitacionales, laborales y educativos.
Una de las primeras variables que analiza por sexo el informe es la composición de los hogares. Aquellos que se llaman monoparentales –los que tienen un o una cónyuge con uno o más hijas e hijos– son el 20 % del total y son, en su mayoría, monomarentales, porque son mujeres las jefas de hogar en el 76 %. En realidad, la ECV distingue entre monoparentales (un o una cónyuge con uno o más hijas o hijos) y monoparentales extendidos o compuestos (aquellos que puedan tener, además, otras personas, sean o no familiares). De todos modos, ambos tipos de hogares tienen mayoritariamente mujeres a la cabeza: el 81,8 % y el 71,4 % respectivamente.
Por su parte, los hogares nucleares completos –dos cónyuges, tengan o no hijos e hijas– son el 56,6 % del total (el 16,9 % y el 32,7 % respectivamente). En estos, son varones la mayoría de los jefes de hogar: en el 68,8 % de los hogares sin hijas ni hijos y en el 71,1 % de aquellos que sí tienen.
La cobertura de salud es otra variable a tener en cuenta. El 55,9 % de la población de Mendoza accede a OSEP, PAMI, obras sociales y prepagas, pero el 44,1 % solo cuenta con el sistema público. Hay diferencias departamentales y también según la zona (urbana o rural), pero en el 53,6 % de los hogares, la totalidad de sus integrantes tienen acceso solamente al sistema público de salud. Entre los varones, el 54,2 % tienen alguna cobertura de obra social o prepaga y ese porcentaje asciende al 57,5 % en el caso de las mujeres.
La diferencia de ingresos
El ingreso medio diferenciado por sexo muestra que los varones presentan valores más altos que las mujeres, tanto a nivel provincial como en las distintas regiones. En la provincia, la brecha relativa alcanza el 28,7 %, es decir, la población masculina tiene un ingreso el 28,7 % mayor que la femenina. Al segmentar por zonas, la diferencia disminuye levemente en la zona urbana al 28,3 % y se incrementa en la zona rural al 36,8 %.
Es significativo destacar que, en el informe, la DEIE asegura que el 20 % de la población con mayores ingresos concentra el 51,1 % del total de los ingresos individuales. En promedio, el estrato más alto tiene un ingreso nueve veces superior al estrato de menos recursos económicos. En términos de deciles –cada uno contiene al 10 % de la población–, el ingreso medio del decil de mayores ingresos supera 37 veces al decil de menores ingresos.
Con respecto al nivel de instrucción de la población urbana bajo la línea de pobreza, el informe de la ECV destaca que las mujeres presentan un nivel educativo más alto que los varones. El 28,3 % de la población femenina ha alcanzado el secundario completo o terciario/universitario incompleto, mientras que, en los varones, ese porcentaje es del 21,2 %. Lo mismo se observa con respecto al nivel terciario o universitario completo, en el cual las mujeres representan el 5,1 % bajo la línea de pobreza, y los varones, el 2,8 %.
El mundo laboral
La tasa de actividad que muestra el relevamiento de la DEIE para nuestra provincia es del 46,2 %, pero ese total esconde una de las desigualdades más estructurales entre los géneros. Es la desigualdad en el mundo laboral porque, entre las mujeres, ese porcentaje es el 37,8 % y entre los varones, el 55,3 %. La brecha en personas de hasta 29 años es de 10 puntos porcentuales (el 23 % y el 32,9 % respectivamente), pero se amplía a partir de los 30 años a más de 20 puntos: es del 68 % en mujeres de entre 30 y 59 años y del 90,5 en varones de 30 a 64.
La tasa de ocupación –compuesta por aquellas personas que trabajan entre 35 y 45 horas semanales, o menos de 35 horas semanales pero sin deseo de trabajar más horas– es del 43,7 %, pero del 34,8 % para la población femenina y del 53,2 % para la masculina. En esta variable se repite la tendencia entre los grupos etarios de la tasa de actividad. En cuanto a la tasa de desocupación, el total del 5,5 % es el resultado del 3,8 % entre varones y el 7,8 % en mujeres.
Trabajo no remunerado
Hay todo un grupo de actividades relacionadas con la satisfacción de las necesidades básicas de la existencia y la reproducción de la vida de las personas que no reciben un pago a cambio. Son tareas domésticas y de cuidado que se caracterizan por desarrollarse fuera de las lógicas del mercado y por permanecer invisibilizadas para las cuentas nacionales. Entender la centralidad que ocupan en la vida y el hecho de que las mujeres son las principales encargadas de gestionarlas, realizarlas o resolverlas explica gran parte de la desigualdad material y medible respecto de los varones, sostienen desde la economía feminista.
En casi todos los hogares, son las personas del mismo hogar las que, mayoritariamente, asumen la responsabilidad de esas actividades. Entre el 94 % y el 99 % de las familias resuelven entre sus integrantes estas tareas: preparar y servir la comida; limpiar y/u ordenar la vivienda; lavar, planchar o arreglar la ropa y el calzado; hacer pagos y trámites del hogar; hacer compras para el hogar; cuidar mascotas y plantas; cuidar a niñas o niños menores de 14 años, y cuidar a personas depedientes de 14 o más años. Solo en las tareas relacionadas con el mantenimiento y la reparación de la vivienda y sus bienes se observan cifras más bajas, ya que, en el 87,6 % de los hogares, esta actividad es realizada por quienes lo componen.
“Cuando se realiza un análisis de los datos por sexo del/de la principal responsable de las tareas domésticas y de cuidados, se observa que, en la mayor parte de los hogares, las principales responsables de las tareas domésticas y de cuidados son las mujeres. La cifra más significativa se ubica en las tareas de cuidado de niños/as, dado que, en el 89 % de los hogares, las mujeres son las principales responsables de estas tareas”, refuerza el informe.
En el rubro de tareas de reparación y mantenimiento de la vivienda y los bienes del hogar es donde los varones participan más. El informe de la DEIE observa que, en el 71,4 % de los hogares, el principal responsable de esta actividad es un varón.

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