Las lluvias severas no inciden en las reservas hídricas de Mendoza
Para los investigadores del Ianigla, más allá de que se supere el promedio histórico de precipitaciones, lo preocupante es que nevó poco, porque la provincia "se alimenta hídricamente de las nevadas de invierno". El pronóstico para el futuro no es bueno.
Imagen del temporal de noviembre de 2020 en Mendoza. Foto publicada en mdzol.com
Mediante el Decreto N.º 1971, el Gobierno provincial dispuso –por el término de un año– la emergencia aluvional en Mendoza. Se trata de una medida que ya se adoptó en el pasado y que busca mitigar con mayor eficiencia las consecuencias generadas por las precipitaciones de verano, que en la última temporada se presentaron con una magnitud superior a la media histórica. Esta regulación responde a un informe de la Dirección de Hidráulica que advierte sobre la necesidad de atender con urgencia el riesgo aluvional de cara al inicio del período estival, y de remediar los efectos generados por los fenómenos "extraordinarios" ocurridos en el anterior, que asocia al cambio climático que afronta el planeta.
En ese contexto, y para entender qué significa esta emergencia y qué incidencias tiene la cantidad de precipitaciones registradas últimamente, Unidiversidad dialogó con el meteorólogo del Instituto Argentino de Niviología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla-Conicet) Maximiliano Viale, que sostuvo que esta medida es solo una herramienta administrativa para atender las situaciones climáticas que se vayan presentando, pero que tiene poca implicancia en el escenario climático de Mendoza.
“Entiendo que esta preocupación, compartida con años anteriores, tiene que ver con lo ocurrido en 2020, cuando la ciudad se vio afectada por fuertes aluviones en la zona del Cerro Arco y El Challao, que inundaron gran parte del norte mendocino y que inclusive generaron la muerte de una persona que terminó siendo arrastrada por las aguas. Sin embargo, desde el punto de vista del cambio climático, estos fenómenos meteorológicos se van a ir incrementando a lo largo de los años como resultado del calentamiento global. Es ahí adonde la emergencia aluvional tiene dirección”, afirmó Viale.
“Por más que los niveles de precipitaciones hayan aumentado, no nos sirve demasiado –continuó el meteorólogo–. No sirven por dos aspectos: primero, son severas y generan daño en los cultivos con la caída de granizo y piedra y, segundo, no sirven porque Mendoza se alimenta hídricamente de las nevadas de invierno. Que estos fenómenos se incrementen por efecto del cambio climático anuncia un panorama perjudicial para la provincia. Veranos más calurosos con tormentas fuertes e inviernos secos con escasa nevadas”, detalló.
En tanto, sobre lo ocurrido en las últimas semanas, en las que Mendoza superó su promedio anual de precipitaciones, que es de 220 milímetros (ya lleva acumulados 267,2 milímetros), las proyecciones que realizó Viale indican poca o nula incidencia en cauces de los ríos como en la acumulación de agua en reservorios y diques.
“Para el último mes de 2021 y los dos primeros de 2022, no caerá ni más ni menos agua que la habitual para estos meses. Este período de tormentas no tiene incidencia alguna. En lo que se viene midiendo y registrando, no se observa un aumento de las lluvias de verano en el llano. Hoy, su nivel marca 150 milímetros. Por más lluvias que se presenten, no inciden ni alteran los valores históricos de Mendoza. Como son cantidades y frecuencias escasas, no generan ningún cambio en los valores históricos. Estas tormentas, como las del año pasado, no mejoraron las condiciones hídricas de los cauces de ríos, ya que caen en zonas del Este, Sureste o en zonas extremadamente secas”, resaltó el investigador del Conicet. Destacó además que, por ahora, el fenómeno que persiste en la región es el de La Niña, pero moderada.
Los efectos de La Niña
El fenómeno de La Niña, al igual que El Niño, implica fluctuaciones en la temperatura de la superficie del océano Pacífico, así como cambios en las distintas capas de circulación atmosférica. Ambos tienen fuerte incidencia en los factores climáticos, y suelen estar relacionados con lluvias abundantes y sequías, o inundaciones severas. Según Viale, el fenómeno de la Niña provocará temperaturas máximas y mínimas superiores en el 40 % al promedio.
“Los registros muestran que Mendoza será más cálida y con menos precipitaciones que lo normal como consecuencia del fenómeno de La Niña. Además, la situación está fluctuando con valores cada vez mayores. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emitió, días atrás, un informe para los meses de diciembre, enero y febrero. En ese pronóstico, informaron que, a diferencia del resto del país, la provincia mantendría valores cercanos a lo normal. Sin embargo, nuestros informes muestran que existe un aumento sostenido y paulatino de ese promedio en las temperaturas de verano como consecuencia directa del cambio climático. El cambio en las temperaturas es mucho más significativo que el de las lluvias”, afirmó el meteorólogo.
Proyecciones para Mendoza
Mendoza está en debate sobre qué hacer hacia el futuro en cuestiones climáticas, ya que atraviesa una sequía histórica y todo indica que la situación empeorará en la próxima temporada: hay menos nieve en la cordillera, la reserva de agua estacional es baja y se superará la década de carencia.
“En la provincia se ve un escenario climático desfavorable porque se proyecta más lluvia de verano, con fenómenos de tipo aluvional, y de granizo o piedra a niveles extremos. A eso se agrega menos nieve en la alta montaña para el invierno, que es la que provee de reservas para los veranos calurosos. Por el otro lado, está el tema de las temperaturas, en el que se observa un panorama cada vez más cálido”, resaltó Viale.
La temporada de nevadas 2022 también será complicada. “Mendoza cerró este año con un nuevo déficit de precipitaciones níveas, con una disminución del 50 % a lo largo de la cordillera mendocina. Esto hace observar un verano complicado para los recursos hídricos. En el 2020, la nieve caída en el norte de la cordillera tuvo un déficit de entre el 30 y el 40 %, y este año fue del 50 %. Será un verano y todo un 2022 mucho más complicado desde el punto de vista del agua, y tendremos que cuidarla”, dijo el meteorólogo, y señaló que esta situación ha llegado para quedarse.
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