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05 DE NOVIEMBRE DE 2024
La trama política, judicial y policial en torno a la desaparición de Marita Verón es por demás oscura y compleja. Debido a los pactos de silencio del submundo en el que se sumerge el delito de trata de mujeres y sus conexiones interprovinciales, los implicados pudieron abstraerse de la investigación en sede judicial.
Susana Trimarco con la foto de su hija.
El panorama cambió rotundamente: de una mujer ausente se pasó a una secuestrada, para luego convertirse en una mujer errante y drogada. Susana Trimarco va a la policía y allí le dicen que la habían hallado, metido en un auto y mandado para el centro. Pero eso nunca quedó asentado.
Era sólo el principio de una larga historia de pistas falsas. Algunas de estas fueron provocadas por la ingenuidad. Por ejemplo, cuando Susana Trimarco empieza a desesperarse, duda de su yerno y del hermano de él. Esas dudas quedan en un papel y hacen que la policía vaya a la casa del yerno, quien es tomado como sospechoso. Es entonces que ella dice: "Pero, ¿cómo? Si yo solo dije que no estoy del todo conforme con la ayuda de mi yerno en la búsqueda, no quiere decir que sea él quien secuestró a mi hija."
También hay una llamada del 11 de setiembre de 2002, en la que, según Susana, era la voz de Marita diciendo: “Hola, mamá”. Cortan y a los tres minutos recibe otra llamada que es de su hijo y, entonces, como no hay un registro y ella misma lo denuncia en el expediente, es usada para hipotetizar que fue el hijo de Susana quien tenía a su hermana, lo cual acarreó que le allanaran la casa y que la SIDE estuviera siguiéndolo durante mucho tiempo.
Un caso aparte fue la investigación policial. Cuando se les preguntó a los policías que dijeron haber trasladado o enviado a Marita al centro, cómo era la chica, describieron a una mujer como de unos cuarenta años, pero con ropa distinta, y con rasgos completamente distintos. No obstante, había una circular del mismo día 3 que daba noticias de Marita Verón. Ahí comienza el gran drama.
Lo que no cuadra para nada es la descripción de una Marita drogada. Según la gente que aseguró tal cosa, iba por la calle y le preguntaron cómo se llamaba, a lo que ella dijo algo así como "Marita Braun", es decir, algo similar a Marita Verón. Pero los testigos dejaron asentado "Braun". El dato de que no podía hablar, es pura deducción.
Situaciones
confusas como ésta seguirán repitiéndose la semana siguiente a la de la
desaparición. Ante la llegada de un comisario amigo de la familia, de nombre
Jorge Tobar, arranca otra etapa. Tobar trabaja en Criminalística pero no tiene idea de cómo investigar el caso. Se acerca porque quería hacer aportes,
buena predisposición que no lo libra de hacer cosas equivocadas. Una
de ellas fue dirigir la investigación hacia la misma familia de la víctima: fue
contra Susana Trimarco, su hijo, la nuera, el yerno, y el hermano del
yerno. Algunos fueron seguidos por la
SIDE, y la casa de Susana Trimarco fue excavada porque se pensaba que la pareja
de Marita la había escondido ahí.
En ese período, la única cosa acertada es que Susana empieza a recorrer la zona roja de Tucumán con la foto de Marita. Es ahí que una chica que se llama Silvia, dice saber quién es Marita y cuenta que ”la habían vendido a La Rioja”. La deducción de que tal “venta” lo era en calidad de "prostituta”, hizo que el mundo se le viniera completamente encima a Susana. Lo bueno fue que empezó a investigar en La Rioja y ahí le dieron un nombre clave: Nidia Medina.
Aparecen también los nombres de Scan y El desafío, y en eso, entre todas las personas que habían ayudado, fueron a ver al gobernador Miranda y al jefe de la policía, por entonces Ministro de Seguridad. Fue éste quien les sugirió que fueran a ver a los Ale, más precisamente a la Chancha Ale, que era una persona “superpoderosa”.
Los Ale era un grupo mafioso vinculado al juego y a los barrabravas. Se habían batido a tiros con otra organización mafiosa; no obstante, Miranda les había dado mucho poder. Tenían una flota de taxis muy grande, “La 5 estrellas” y un convenio con la policía para “proteger” a la ciudadanía. O sea, era una verdadera fuerza parapolicial, con mejores armas que la policía de Tucumán. Además del armamento, tenía frecuencia policial.
¿Qué fue lo que pasó? Cuando los Ale son informados de una banda mafiosa detrás del caso Marita Verón, hacen aparecer la primera pista falsa concreta que se llama “El Chañar”. Supuestamente, aparece un chico y dice que Marita Verón estaría por allí, y entonces los Ale lo llevan a ese lugar y organizan un rastrillaje por la zona, incluso hacen un asado. Susana Trimarco sale a buscar y hace como 30 km por los chañares gritando "¡Marita! ¡Marita!". En torno al operativo se montó una gran parafernalia y, en definitiva, allí se perdió la pista de La Rioja, o al menos, se perdió una semana clave de búsqueda en los prostíbulos de la Rioja.
En el mes de mayo, gente de la policía pagada por los Ale va a la Rioja y, obviamente, no encuentran nada. Aunque sea obvio aclararlo, a esa altura no había ingenuidad ni errores provocados por la desesperación de encontrar a una hija. No. A esa altura hay un gobierno cómplice. Pronto se verá que también la justicia lo es.
A la Rioja van llegando los exhortos y la comisión policial. Se produce un encuentro con el juez Daniel Moreno que rechaza esos exhortos por cuestiones formales, con lo cual hace fracasar un allanamiento. Ese exhorto es devuelto a Tucumán y, obviamente, ahí hubo otra pérdida de tiempo importante. El allanamiento finalmente se hace, pero es tarde y Marita no está en esa casa.
Es ahí donde las chicas que están en el prostíbulo le dicen a Susana Trimarco que al lugar venían abogados y el juez mismo de la causa –Daniel Moreno- quienes les advirtieron que debían mover a Marita. Así se hizo, por un tipo vinculado al Jefe de la Policía de la Rioja que era el Pájaro Rosas.
El Pájaro Rosas se movía con una protección absoluta. Al menos se pudo rescatar a Andrea Darosa, una mujer secuestrada en Misiones que estuvo 8 años esclavizada por el grupo de Nidia Medina. Andrea cuenta que, cuando la liberan y se le presenta la citación a declarar, se encuentra frente a un gran desconcierto. ¿Cómo va a ir a declarar contra el Juez Moreno, si era cliente suyo en el prostíbulo? Tenía miedo ya que sabía lo que era estar adentro de una suerte de cárcel privada, con guardia de seguridad.
Una mujer que mueve montañas
El contacto de Susana Trimarco con Andrea y otras chicas que fueron rescatadas fue sintomático. Por ellas, Susana tomó dimensión del poder que tenía el grupo, pudo saber que a su hija la habían convertido “en la mujer del Chenga,” o sea, el hijo de Nidia Medina, y que la habían movido a Tucumán, ya que los que secuestraron a Marita son tucumanos.
En 2004 aparece un testigo que confiesa que fue una persona vinculada al grupo de Ale el que secuestró a Marita. Se confirma entonces que aquellos que estaban ayudando en la búsqueda, eran en realidad los que habían participado en el secuestro. O sea, cuando la policía iba a La Rioja, a Marita la traían a Tucumán; cuando la buscaban en Tucumán, la llevaban a La Rioja. Mientras tanto, pistas falsas por doquier.
Llamativamente, aparece el gobierno provincial de Tucumán aportando una testigo. Se trata de una chica que dice que a Marita la han visto en Salta; se arma, por lo tanto, una comisión federal a Salta, estos dicen que Marita Verón está ejerciendo la prostitución en Salta y traen un informe en ese sentido. Entonces, la pregunta es: ¿por qué no la trajeron? En ese informe no hay testigos que afirmen que ella estaba ejerciendo la prostitución. Pero es un informe policial, y entonces se va Susana Trimarco a Salta con Daniel Verón y su nieta, recorre los prostíbulos con otras personas y nunca la encuentra. Era una pista contaminada. La persona que da esa información era una prostituta informante del D2 de Tucumán al servicio del secretario de justicia Julio Díaz, quien, por su parte, va a crear otra pista falsa.
Se
vuelve a tener noticias de Marita Verón en 2008, quizás para generar
alguna esperanza o alimentar la idea de que está en otra parte; en este caso,
en España. Pero las conclusiones empiezan a hacerse evidentes. La causa se
eleva en 2004, gracias a la persistencia de la lucha de Susana. Junto a
otras madres, buscó y encontró abogados idóneos para defender a su hija con
respeto y convicciones, uno de ellos es el abogado mendocino Carlos Varela. Estos debían
armar una estrategia legal de cara al juicio; ella, junto a las demás madres, se
ocupó de marchar por las calles de Tucumán y La Rioja exigiendo la aparición de
su hija y acompañando a las víctimas de las redes de trata, encontrando la
manera de que sean bien atendidas psicológicamente para que pudiesen recuperar
su dignidad, luego de que un puñado de bestias se las arrebatara.
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