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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
Algo tan "normal" como bajar la cabeza para ver un mensaje en el celular puede traer graves problemas a la salud. En el último tiempo, aumentó 60 % la cantidad de pacientes diagnosticados con patologías debido al mal uso de los dispositivos. Qué recomiendan los especialistas.
La rectificación cervical, una de las más frecuentes consecuencias por forzar el cuello para usar el celular (Imagen ilustrativa)
Leer un mensaje de WhatsApp, disfrutar un video en YouTube o simplemente mirar la pantalla por alguna notificación puede traer severas complicaciones a la salud. En los últimos años, la “wasapitis” se convirtió en la nueva patología común a los pacientes que se acercan a los kinesiólogos por forzar la cabeza hacia la pantalla o simplemente usar de forma errónea el mouse. Una postura adecuada y los audios de WhatsApp son algunas de las claves para no sufrir mayores complicaciones.
La kinesióloga Gabriela Zarandieta aseguró que en Mendoza aumentó un 60 % la cantidad de pacientes diagnosticados con patologías relacionadas al mal uso que se le da a los dispositivos tecnológicos, en especial, a los teléfonos móviles.
Uno de los casos más frecuentes es el llamado “cuello de celular”, debido a que la mayoría de las personas baja la cabeza hasta la pantalla. Esta postura de adelantamiento de la cabeza para escribir mensajes genera una presión antinatural al cuello y a la columna vertebral que, de repetirse a diario (y durante años), deriva en una rectificación cervical, que visualmente se presenta como una “C” invertida.
¿Qué hacer entonces? Más allá de acercar el teléfono a la altura de los ojos para evitar agachar la cabeza, una de las principales recomendaciones respecto al uso de WhatsApp es mandar audios y no textos, ya que evita forzar el cuello.
Las tendinitis de muñeca y las tendinopatías de hombros son otras de las complicaciones más comunes. La ergónoma contó que las personas que utilizan la computadora sufren de inflamación en la muñeca por la mala posición de manos y brazos respecto al mouse. Para evitar los problemas, simplemente alcanza con el uso de un mouse pad ergonómico, ese que trae una pequeña almohada en la zona inferior para apoyar la muñeca.
Una actividad tan común y arraigada como la de usar el mouse puede derivar en el padecimiento del síndrome del túnel carpiano y del llamado “codo de tenista”. La solución: la “almohada” en el mouse pad.
Otro de los malos hábitos que complican a la cervical y a los hombros es el de mirar contenidos desde el celular acostados en la cama. Según Zarandieta, hay que estar sentados para utilizar las pantallas, siempre y cuando la postura sea la adecuada: el borde superior de la pantalla debe coincidir con la altura de los ojos de la persona; los brazos deben estar lo más pegados al cuerpo; la espalda, apoyada al respaldar; mientras que la cadera, las rodillas y los tobillos a 90°. En tanto, los pies nunca deben estar en suspensión y deben apoyarse sobre una superficie.
¿Adicción o cambio de época?
Según un reciente estudio de IAB Argentina (Buró de Publicidad Interactiva, por sus siglas en inglés), siete de cada diez argentinos revisa el celular cada 30 minutos (unas 48 veces al día), mientras que los restantes tres aprietan el botón de desbloqueo cada cinco minutos (288 veces al día). De sentirnos identificados con las cifras, queda preguntarnos qué tan adictos somos a las pantallas. Sin embargo, no hay que confundir lo que sí puede ser una patología de gravedad.
La psicóloga social Diana Calderón explicó que vivimos bajo un “peligro de sentirnos adictos”, cuando en realidad se trata simplemente de características sociales de la época. “Hay que diferenciar un hábito de un enganche patológico”, advirtió la especialista. En ese caso, tras la consulta a profesionales de la salud, se puede avanzar en terapias cognitivo-conductuales, que permiten controlar la compulsión tecnológica y atienden a dificultades de socialización con los demás.
Cuando el uso de los dispositivos tecnológicos irrumpe y complica el desarrollo en otros ámbitos (laboral, educativo, familiar) estamos frente a un consumo problemático.
En los niños, la limitación de los padres en cuanto a la cantidad de tiempo frente a las pantallas y a la generación de “momentos de encuentros” -como apagar los dispositivos durante el almuerzo- son cruciales para evitar los excesos. Pero hay que estar atentos a otros factores, tales como la baja autoestima. Es que los jóvenes suelen depositar la confianza en los aparatos electrónicos, ya que allí no se muestran y se sienten “más seguros”, ya que evitan ser juzgados.
“Los padres deben acompañar, ver qué sienten los chicos e impulsarlos a realizar otras actividades”, comentó Calderón, quien agregó que hay que fortalecer los acuerdos y no sólo dedicarse a acatar órdenes.
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