Las grandes felicidades del fútbol son contadas en la vida de los jugadores, ya que para ellos son muchos más los sinsabores que las alegrías. Pero más allá de la fortuna o no que pueda tener alguien, siempre son necesarias bases sólidas que sostengan la búsqueda del objetivo. Este es el caso de Gimnasia, un equipo que buscó de forma incansable el salto mayor: el ascenso. Siempre jugó con la chapa de candidato encima, sufrió un cambio de DT, con la salida de Marcelo Fuentes, y la llegada de la dupla técnica Alaniz-Abaurre, y si bien el camino hacia el sueño se alargó, el resultado fue inalterable; el conjunto Mensana jugará la próxima temporada en la segunda categoría del fútbol argentino.

La final fue un partido con muy poco brillo y mucho roce; con poco fútbol y muchos nervios. Pero las finales no se juegan, se ganan. El equipo Mensana tuvo la iniciativa en el comienzo del primer tiempo y avisó al minuto con un cabezazo de Alvarenga luego de un centro de Llama.

Defensores (VR) se replegó con una línea de cinco en el fondo que demostró mucha solidez e intentó contraatacar. La única del equipo visitante llegó de la mano de su mejor jugador: a los tres minutos, Galvaliz aprovechó un acercamiento al área blanquinegra para disparar desviado al palo derecho de Marchiori. Sin embargo, comenzaron los problemas para el Lobo: el defensor Diego Mondino se lesionó a los siete minutos y debió entrar Walter Poblete para reemplazarlo. Los minutos restantes de la primera etapa fueron para medir fuerzas en un encuentro donde ambos rivales se conocían mucho y sabían a qué jugaba el otro.

En el complemento, los nervios volvían a ser los grandes protagonistas del encuentro, la pelota viajaba por el aire y nadie quería cometer ese error que pudiera dejar al equipo sin ascenso.

El partido transcurría sin mayores emociones hasta que Llama recibió una pelota de Espinoza en el área, tocó sutilmente el balón para pasar entre dos defensores y cruzó un potente derechazo que rompió el travesaño y se incrustó en el arco de Olivera para poner ese ansiado 1 a 0 a los 18 minutos.

A partir del gol, el Lobo se replegó e intentó tener más la pelota. El autor del gol le dejó su lugar al histórico “Mago” Oga, que tuvo dos intervenciones claras para dejar mano a mano a Pablo Alvarenga, quien no pudo marcar frente a la respuesta en ambas ocasiones de Olivera. El partido se cerró con las expulsiones de Torrent y Galvaliz en la visita que sentenciaron el marcador y el desarrollo del encuentro.

Al terminar, todos los nervios y la presión se convirtieron en la alegría, la felicidad y los festejos que significaron el sueño consumado. El capitán Yair Marín expresó: “Nosotros fuimos el equipo más regular de todo el campeonato porque en el pentagonal tuvimos un traspié, estuvimos a un partido de ascender y pasó lo que pasó. Seguimos peleando, no nos quejamos, y la verdad nunca bajamos los brazos, por eso hoy tenemos bien merecido esto”. Además, el defensor mensana dijo que el logro fue una revancha y que nunca dejaron de luchar por el sueño del ascenso.

Por último, uno de los integrantes de la dupla técnica, Darío Alaniz, sostuvo: “Sacarme la espina que tenía clavada para mí es gratificante, era un mochila que tenía”. El Lechuga vuelve a ascender con Gimnasia una vez más y se ilusiona con poder quedarse a dirigir ese B Nacional que le costó el descenso.

Hoy los hinchas mensanas disfrutan del ascenso que tanto costó, ese que parecía que se iba a escapar por momentos. El ascenso es una realidad: el Lobo volverá a jugar en la segunda categoría de nuestro fútbol y además se reencontrará con su eterno rival: Independiente Rivadavia. El fútbol mendocino sumó un hito más a su historia y es nada más y nada menos que blanquinegra esta nueva alegría.

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