“La violencia es fundante de la organización política argentina”
Así lo planteó el politólogo y profesor de la UNCUYO, Hugo Villanueva. Analizó la situación nacional y global, el atentado a la vicepresidenta y los discursos de odio. Dijo que sólo un pacto permitiría superar la tensión.
Villanueva plantea que la Nación se constituyó sobre tres genocidios, lo que marca ese ADN fundante violento. Foto: Télam
La violencia es fundante de la organización política Argentina, un ADN violento que se repite a lo largo de la historia y que hoy se profundiza con base en una lógica de acumulación política que privilegia las posiciones extremas. Frenar esa lógica implicaría que las coaliciones se sienten, acuerden, pacten; pero también que prime otro ADN nacional, otro núcleo de células constitutivas de un conjunto de valores culturales, sociales, morales, que puede ser la llave para frenar la espiral de violencia.
Esa visión, sobre esos dos ADN argentinos, es la que comparte con Unidiversidad el politólogo y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO, Hugo Villanueva. Analiza el presente, la conflictividad reinante, las lógicas que siguen las y los dirigentes, lo que significa el atentado contra la vicepresidente Cristina Fernández y el proceso a nivel global, donde ganan las posiciones extremas, replicadas en las redes sociales y en los medios masivos de comunicación.
¿Qué pueden hacer los y las ciudadanas frente a esta realidad? El profesor sugiere una medida sencilla: no replicar los mensajes violentos, esas verdades absolutas, esas palabras cargadas de odio, que solo fogonean las posiciones extremas. “Me parece importante no seguir los discursos de odio, sea del lugar que sea y sea desde la afiliación que tengamos; es una posición ética y moral y también creo que en nuestro ADN constitutivo tenemos mucho de eso. Somos violentos, sí, pero también somos amigueros, de hacer gauchadas, tenemos esa contradicción en nuestra constitución de cultura política y creo que esos valores son los que nos pueden llegar a rescatar”, dice el profesor.
Un ADN violento
Villanueva se sitúa teóricamente para explicar su visión de la violencia, como fundante de la organización política argentina. Explica que se basa en el concepto de globalización del economista, científico y escritor egipcio Samir Amin, quien planteó que el capitalismo -para expandirse- siempre necesita destruir todas las formas políticas y económicas previas, competidoras o distintas de la versión que en ese momento tiene el capitalismo. Ese concepto –señala- lo desarrolló desde fines de la década de los ’80 y principios de los ’90, cuando advirtió que el mundo capitalista entraría en una crisis, lo que efectivamente comenzó a producirse en 2008 con la caída de Lehman Brothers, y que según ese autor es un proceso que no terminó y se profundizará.
El profesor aplica la teoría de Samin, que murió en 2018, en Argentina. En nuestra constitución de Nación como Estado –explica- existía una estructura pre capitalista, un mercantilismo basado en el cuero de los animales de la Pampa húmeda y luego, el proceso de modernización producto de las revoluciones científico tecnológicas del siglo XIX que permitió el cultivo de trigo, la existencia de frigoríficos para exportación de carne, lo que significó ser el granero del mundo. Para lograr ese salto, -señala el profesor- fue necesario constituir un Estado y una forma política capitalista, para lo cual hubo que destruir tres formas previas o distintas que existían en el territorio del Río de la Plata: los criollos, la estructura fundante del Paraguay y los pueblos originarios.
“Producto de esos tres genocidios que nos constituyeron como Nación es que tenemos toda esa herencia política, porque la violencia es fundante de nuestra organización política. Esa violencia se extendió en conflictos entre unitarios y federales, pasó luego al conflicto entre radicales y conservadores, entre peronistas y no peronistas, y en la actualidad la última versión es entre kirchnerismo y anti kircherismo y si analizamos el factor común, es que hay dos visiones sobre cómo insertarse en la economía global, o insertarse defendiendo de alguna manera la producción interior con las características que en ese momento tenga la producción interior, o insertarse subordinado al aspecto que en ese momento tenga la globalización”.
El profesor explicó que en la historia de violencia nacional hubo una excepción de 30 años, desde 1993 hasta 2008. Foto: Captura imagen/Chat Político.
Una excepción de 30 años
El profesor plantea que esa lógica de violencia tuvo una excepción en la historia argentina, un período de paz y concordancia política, que se extendió desde la vuelta de la democracia en 1983 hasta el 2008, en que las divergencias se solucionaron mediante un acuerdo. ¿Qué cambió para que ese período de paz terminara? Para Villanueva hubo dos condimentos, aunque aclara que es su visión y por lo tanto discutible: el conflicto con el campo (que se produjo durante la primera presidencia de Cristina Kirchner, a raíz del anuncio de un sistema de retenciones móviles para el agro y en especial la soja), que coincidió con el auge de las redes sociales.
“Los seres humanos siempre construimos conocimiento a partir de la interacción con otro ser humano y entre lo que conocemos, construimos los conceptos que nos permiten movernos socialmente y los criterios de lo que es verdad socialmente, es parte de que somos animales gregarios, que vivimos en manada. Ahora, esa característica de construcción de conocimiento que tenemos como especie ha llegado a un nivel patológico con el tema de las redes sociales, porque terminamos encerrados, en círculos de los que pensamos únicamente como nosotros, que vemos a todos los otros como enemigos, que la única verdad es la nuestra y eso se ha ido profundizando sobre este ADN violento que tenemos constitutivo”.
Alteración política, igual a violencia social
¿El atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández puede ser una inflexión, la posibilidad de un nuevo pacto? Lo veo difícil, responde el profesor, al tiempo que asegura que si no hay un freno, una marcha atrás de las fuerzas políticas, la violencia se profundizará. Por eso, destaca la necesidad de que las coaliciones se sienten, calmen la situación y vayan contra la lógica actual de acumulación política.
“En político tengo que conquistar la mayor cantidad de adhesiones para ganar una elección, tengo que tener un grupo fidelizado lo más grande posible y, si ese grupo sobre el cual quiero fidelizar está preso de esas redes de creación de sentido que son las redes sociales, yo tengo que profundizar mi discurso en el sentido de lo que se habla dentro de esos grupos para poder fidelizarlos y poder salir a capturar a la sociedad después. Entonces, la lógica individual, lo que es una irracionalidad en el conjunto, nos dice que cada dirigente dentro de su grupo tiene que ir a posiciones cada vez más extremas, por eso digo que estamos en el inicio de un espiral creciente de violencia y ojalá me equivoque, esto es una elucubración”.
El politólogo también responde respecto del papel que en este proceso tienen los medios masivos de comunicación, que asegura siguen la misma lógica de fidelización de los grupos. “Ante esta situación, en la que los públicos están cada vez más encerrados en esta lógica de las redes sociales, tienen que profundizar en ese discurso, van a crear sentidos de la verdad para cada uno de estos grupos cerrados que van a ser divergentes, entonces el diálogo es imposible y entramos en el espiral de violencia. Solo mediante un acuerdo político se puede llegar a salir de esto”.
- ¿Es posible un acuerdo político en medio de esta situación?
- Si esta pregunta me la hacías en el ‘74 ’75, te decía que ese acuerdo era imposible para salir de ese espiral de violencia creciente y, sin embargo, se concretó.
Villanueva destaca que Argentina superó crisis muy profundas, como la de 2001, gracias a acuerdos, a pactos que se respetaron. Foto: Télam
El otro ADN argentino
Villanueva explica que frente a esta creciente violencia es posible realizar acciones individuales y colectivas que permitan empoderar a ese otro ADN argentino, que puede ser la llave para salir de la escalada violenta.
- ¿Cómo funcionan en este escenario los discursos de odio?
- El discurso del odio tiene una serie de pasos, funciona como un espejo. El primer paso es ir profundizando esta diferenciación con el adversario, le vamos poniendo toda la connotación negativa y a nosotros la positiva, hasta que llega un punto que es tan grande la dicotomía que funciona al interior de cada grupo y al interior de cada subjetividad, que aparece el segundo paso, que es negar al otro la categoría de humano y lo que no es un ser humano, es válido matarlo.
- ¿Los y las ciudadanas pueden hacer algo para no seguir estas lógicas violentas?
- Creo que no seguir los discursos de odio sea del lugar que sea y sea desde la afiliación que tengamos es una posición ética y moral y también creo que en nuestro ADN constitutivo tenemos mucho de eso. Somos violentos, sí, pero también somos amigueros, de hacer gauchadas, tenemos esa contradicción en nuestra constitución de cultura política y creo que esos valores son los que nos pueden llegar a rescatar.
- ¿Esta escalada de violencia, esta situación, se replica en otros países?
- Con distintas características sí, este es un fenómeno global. Por ejemplo, en Estados Unidos la diferencia entre demócratas y republicanos no da para una diferencia entre dos líneas internas de cualquier partido político de acá, y ahora ves que son enemigos a muerte, como nunca en la historia, porque este proceso se da en toda la civilización.
- ¿Existen ejemplos de alternativas para superar este proceso?
- De esta situación no, porque es una situación inédita en la historia, aunque sí existen pactos y nosotros hemos sido un ejemplo. Fijate todas las cosas que nos pasaron después del ’93: los carapintadas, estuvo Cafiero (Santiago) al lado de Alfonsín (Ricardo), cuando nos derrumbamos en el 2001, a cualquier otro país que le pasara lo que nos pasó, significaba la desaparición como Nación, el inicio de una guerra civil como mínimo, y a los tumbos, a los empujones, salimos todos magullados pero enteros. ¿Por qué?, porque hubo pactos que se respetaron y se colaboró. Hay ejemplos y en nuestro ADN tenemos eso también, tenemos cultura de la amistad, cultura que nos permite salir adelante, pero también es cierto que esta es una situación inédita, no tiene parangón.
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