Bafici: La tercera dimensión de lo independiente

Dioramas es una película que despierta amores y odios. En este caso no fue amor.

Bafici: La tercera dimensión de lo independiente

Dioramas es una continuación de planos largos, sin demasiado texto, sin una predisposición a la fotografía cinematográfica en el sentido clásico.

Cultura

Unidiversidad

Francisco Erian

Publicado el 09 DE AGOSTO DE 2012

Wikipedia dice del Diorama: El diorama es un medio de enseñanza que representa, en tres dimensiones, una figura cualquiera. En los dioramas las figuras tienen alto y ancho. La tercera dimensión, la profundidad o grosor, es muy pequeña comparada con las otras dos, lo que los diferencia de las maquetas, en las cuales sí están representadas las tres dimensiones.

Dioramas era una película difícil de antemano. Llegué unos minutos tarde y me senté en primera fila para ver bien de cerca qué pasaba. La luz de salida alumbraba la pantalla que, por esas particularidades que solo puede brindar una Nave Cultural, está casi al fondo del escenario. Así y todo la imagen no era ni muy buena ni muy nítida pero me encontraba ante una película dirigida por Gonzalo Castro, un director premiado por el festival, que no posee formación estricta en dirección de cine, no cuenta con equipos de rodaje  ni equipos de otra índole y lo hace todo él.

Su película es una continuación de planos largos, sin demasiado texto, sin una predisposición a la fotografía cinematográfica en el sentido clásico. La suya es una mirada maduramente amateur que intenta por yuxtaposición crear climas, “plasmar momentos de realidad” dice la crítica del festival y si nos guiamos por lo que vemos, en  realidad es muy aburrida. El corte ficcional está claro aunque carece de conflicto, se dedica a retratar una clase de danza contemporánea, más bien libre y experimental, de recién iniciados y una relación de pareja entre dos chicas, una bailarina, la otra diseñadora de indumentaria.

¿No mucho más?

“Prescindiendo de actores y personajes”, continúa la crítica del Bafici y parece que ese día el crítico estaba inspirado, la película no avanza desde ningún lugar ni intenta llegar a algún lado. 

Es como terminar de hacer alguna tarea doméstica, entrar a un cine a ver una mala clase de danza con la parafernalia de una mala clase de teatro, con un profesor transmitiendo como una radio a los bailarines que escuchan callados y se retuercen en el piso tocándose entre ellos para expresar algo que no saben qué es; y después mejor hacer otra cosa. 

No resultan verosímiles el aprendizaje ni el dictado de las clases, pero la película se permite, en uno de los pocos momentos de diálogo, plasmar una idea: el profesor les habla a sus alumnos de atravesar una situación, incorporar la enseñanza y que aunque no parezca haber una conexión con lo que sigue, lo anterior permanece latente, en un nivel distinto pero actuando aunque ya estemos haciendo otra cosa. No sé si eso hace que la hora y media en el cine tenga un poco más de sentido pero por lo menos devela, un poco bruscamente, el diseño 3D del director.

 

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