La rosa mosqueta es plaga y hay un plan para controlar su avance en alta montaña
A través de un proyecto desarrollado por la Facultad de Ciencias Agrarias, se apuesta a frenar el avance de esta especie que es capaz de suprimir la flora autóctona.
Foto: Ilustrativa (Flickrs)
La planta de rosa mosqueta tiene muchas propiedades. como los beneficios para la piel (a través de sus aceites), su uso en infusiones, sprays e infinidad de productos para la salud. Sin embargo, el dato poco conocido, sobre todo para quienes habitamos en lugares cercanos a la cordillera, es que se considera una plaga capaz de suprimir la flora autóctona de nuestro lugar.
Esta variedad de planta es una plaga invasora y sus estrategias de colonización (crecimiento por raíces y por semilla) son sumamente eficientes. Por eso, los productores deben realizar acciones de manejo para su control, a fin de evitar el avance de la maleza y la pérdida de capacidad forrajera.
Desde principios de 2020, la Facultad de Ciencias Agrarias (UNCUYO) viene desarrollando distintos proyectos de reforestación en varias zonas de Mendoza, que cumplen un papel fundamental en la valoración del espacio natural, la generación de conciencia y el cuidado del medioambiente. Docentes y estudiantes de Ingeniería Agronómica y de Recursos Naturales Renovables despliegan esta iniciativa en la quebrada de la subcuenca del Río Blanco.
Lucas López, ingeniero agrónomo y docente de la Cátedra de Dasonomía de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO, habló con Unidiversidad sobre la importancia de este proyecto y explicó el método para controlar la plaga de rosa mosqueta en alta montaña. “El proyecto que estamos desarrollando está dentro de la Ley Nacional de Bosques. Nosotros, como parte de la Facultad de Ciencias Agrarias, nos presentamos a una convocatoria y nos planteamos realizar el control de la rosa mosqueta en algunas cuencas de alta montaña y reemplazarla con forestales nativos de la zona”, detalló.
“La rosa mosqueta está considerada actualmente como una plaga muy grande en todo lo que es la cordillera mendocina. Nuestro trabajo está desarrollado específicamente en el cuenca del Río Blanco, pero también observamos una gran cantidad de esta especie en la zona del Manzano Histórico, Villavicencio y el Valle de Uco. Podemos observar que casi toda la alta montaña está muy ocupada por la grandes cantidades de esta planta, a tal punto que corta el paso a los arroyos y las quebradas”, afirmó el ingeniero agrónomo.
Lamentablemente, esta situación produce un freno a la actividad ganadera del lugar y genera una barrera natural que desvía los cauces de ríos naturales. “Está barriendo con la flora autóctona que queda y, en algunos casos, bloquea el acceso a determinadas zonas de alta montaña”, continuó.
Teniendo en cuenta que hay antecedentes de control hacia la rosa mosqueta –particularmente en Esquel–, se decidió desarrollar una experiencia piloto de control de esta plaga. El objetivo es evaluar y buscar un paquete de medidas técnicas que pueda ser replicado por los puesteros de la zona y todas aquellas personas que quieran combatir esta planta. El paquete de medidas para controlar el avance de esta plaga se divide en dos componentes duros: el primero se basa en cortar lo más que se pueda la planta (mal que nos pese); el segundo consiste en erradicarla definitivamente a través nailon negro o herbicidas.
“En la segunda instancia, se debe realizar un tratamiento de la cepa que queda (no se puede extraer definitivamente solo cortándola). Para ello, se emplea un nailon negro, que permite cortar la recepción de luz –este método es utilizado cuando hay un cauce de agua cerca, mientras que, si está lejos, se utiliza un herbicida aprobado por la provincia y la Nación–. Lamentablemente, esta es la única manera de evitar que se siga reproduciendo y avanzando", destacó López.
Lo que se busca con este proyecto es controlar la rosa mosqueta como planta nativa exótica y avanzar en la reforestación con especies nativas, para evitar la erosión hídrica y obtener una mejor calidad del agua. La disminución de nevadas y el crecimiento de las lluvias ha provocado que los márgenes del río se agranden, lo que a la vez generó una pérdida de especies nativas. “Actualmente, estamos trabajando por arriba de lo que es Valle del Sol, el lugar se llama ‘La Quebrada de los Potrerillos’. Allí estamos realizando una limpieza de la rosa mosqueta y una plantación de árboles nativos, tales como el chajari, maitén y algo de molle, que son justamente la flora más autóctona de alta montaña”, finalizó.
La misión de reforestar
La UNCUYO y el Gobierno de Mendoza firmaron un convenio durante 2020 por el cual docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias realizan tareas de reforestación en las microcuencas hidrográficas de las quebradas de Los Potrerillos, La Manga y El Alumbre, ubicadas en el Parque Provincial Cordón del Plata.
Son proyectos experimentales que tienen un protagonismo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y permiten, por ejemplo, que estudiantes avanzados puedan realizar proyectos de investigación o desarrollar sus tesis de grado.
Para principios de 2022, se estima que se finalizará con la reforestación de los espacios naturales, aunque se mantendrá el monitoreo de los resultados.
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