Entre las últimas horas del sábado 9 y el domingo 10 de julio, miles de personas en decenas de ciudades del mundo, y principalmente en Estados Unidos, salieron a las calles a protestar contra la violencia policial hacia afroamericanos. Lejos de lograr cambios positivos, las manifestaciones promovidas por el movimiento "Black Lives Matter", que reclama derechos para los ciudadanos negros, volvieron a desembocar en serios enfrentamientos y detenciones. 

El conflicto comenzó cuando los manifestantes cortaron autopistas importantes. Según la policía de Luisiana, 102 individuos fueron detenidos allí, entre ellos el activista negro y excandidato a intendente de Baltimore Deray McKesson. Por otra parte, en St. Paul, Minnesota, las fuerzas arrestaron a 100 personas más: 50 por el bloqueo de la autopista interestatal 94 y otros en demás puntos conflictivos de la ciudad. La policía de Nueva York dijo haber arrestado también a una decena de manifestantes por cerrar una importante calle de la ciudad. Junto a otros tantos que corrieron la misma suerte en Chicago, se alcanzó un preocupante saldo de más de 200 detenidos en pocas horas.
 

Hechos recientes

Las marchas toman lugar luego de la muerte de dos hombres negros a manos de la policía en la última semana. La noche del 6 de julio, Philando Castile, afroamericano de 32 años, falleció en Falcon Heights (Minnesota) por los disparos de un agente de Policía, que le había dado el alto porque su vehículo tenía un faro trasero roto. Menos de 48 horas después, Alton Sterling, un hombre de 37 años que vendía CD en la localidad de Baton Rouge (Luisiana), murió a manos de dos oficiales, que le dispararon cuando ya había sido reducido. Ambas muertes fueron captadas en videos muy gráficos y difundidas ampliamente en las redes sociales.  

La noche del sábado 9 en Houston, la principal ciudad de Texas, otro hombre negro murió al ser baleado por policías. El sujeto, llamado Alva Braziel, llevaba un arma de fuego corta que se negó a soltar, aseguró la Policía.  

Sin embargo, ese mismo día en Dallas, los trágicos eventos tomaron un giro luego de que un francotirador negro matara a cinco policías e hiriera a otros siete en un ataque coordinado que terminó cuando efectivos de seguridad utilizaron una bomba para abatirlo. El atacante dijo durante el conflicto que “quería asesinar a muchos blancos, especialmente si eran oficiales blancos”.  

Ante esta situación, Barack Obama condenó los hechos, sosteniendo: "Ha sido un ataque atroz, calculado y despreciable contra agentes de seguridad". A su vez, declaró que adelantará su regreso desde Europa debido a la tensión, y que una vez que se aclaren los hechos se deberá reabrir el debate sobre la facilidad que existe en su país para conseguir armas de fuego, una circunstancia que provoca que este tipo de ataques sean más letales y naturalizados.
 

Trasfondo

El creciente odio y los enfrentamientos que involucran a la comunidad afroestadounidense se han desarrollado en el contexto de una década plagada de homicidios de estas características. Sin ir más lejos, el asesinato de Michael Brown en agosto de 2014 en Ferguson, Missouri, y otros perpetuados por policías blancos en la ciudad de Nueva York y otras locaciones del país han ampliado la brecha entre las comunidades minoritarias y la policía, lo que dio lugar al movimiento Black Lives Matter y una reacción colectiva en contra de este último.

A su vez, múltiples factores han contribuido recientemente a la discriminación, crímenes de odio y abuso de poder. En el Reino Unido, la victoria del “Brexit” desató en las últimas semanas una serie de episodios racistas, en los que se palpó el repudio e intimidación hacia los inmigrantes y minorías que habitan el país. En Estados Unidos, la campaña electoral del candidato republicano, Donald Trump, ha promovido la hostilidad hacia las minorías mexicanas y musulmanas. 

Según The Washington Post, en lo que va del año 506 ciudadanos murieron por disparos de policías en servicio en Estados Unidos, entre ellos 123 negros. También declaran que estos asesinatos no son solo producto de tensiones raciales, sino también de profundas divisiones políticas, siendo estas un claro reflejo de los cambios culturales y demográficos que atraviesa el país norteamericano desde los últimos 12 años, o incluso más.