La peste argentina

Una pandemia que encuentra a un país vulnerable en varios flancos.

La peste argentina

Sociedad

Otras Miradas

Publicado el 15 DE MARZO DE 2020

La imagen sacudió a todos en medio de una jornada frenética, envuelta en el incontinente remezón que provoca la irrupción del coronavirus en el globo, mucho tiempo después de que la enfermedad dejara de ser un problema chino para volverse un auténtico cisne negro que sumió a la economía global en un perpetuo signo de interrogación.

La imagen, decía, causó asombro y fuerte indignación. Un hombre que exuda rusticidad, que luego se supo es un personal trainer, arremetió a golpes contra un empleado de seguridad que desde el sentido común y de responsabilidad humana reclamaba que cumpliera la necesaria cuarentena, luego de que el agresor volviera del extranjero.

Esa soberbia en clave de golpes, que ignora la necesaria solidaridad que pide esta hora dramática para el vínculo común de un pueblo, es la que muchas veces a lo largo de nuestra historia le metió célebres zancadillas a la Argentina. Y así estamos, engrietados hasta la médula.

La medida de evolución de un país va de la mano de cierta cohesión social que vive y deja vivir, que da pulso a la realización personal y familiar, que viste de gala a la dignidad y alimenta los sueños comunes.

Aún no está claro que mundo asomará luego de este terremoto viral, que pone a prueba los liderazgos mundiales y la capacidad de las dirigencias. Lo que está claro que es que solo la mano fuerte de los Estados es la que puede encauzar este difícil tránsito, allí donde no hay rentabilidad pero sí salud pública a cuidar, a recuperar.

El trance del coronavirus  demostró que aquellos países cuya trama pública no se deshilachó por obra de los que pontifican la mercantilización de lo que huela a Estado, reaccionaron con mayor precisión para contener el avance del contagio. Allí están China,  Corea del Sur o Hong Kong con una aplicación férrea de herramientas públicas para salvaguardar a su población.

Aquí en la Argentina se esperan los picos de contagio para abril y mayo, en el umbral de  nuestro invierno. Incluso algunos sostienen que lo peor está por venir. Lo cierto es que si nos guiamos por lo que ocurre en el primer mundo, con Italia a la cabeza, un prolongado escalofrío nos quitará el aire. Es que allí donde se supone hay más sofisticación y desarrollo, el virus los tomó por asalto, e incluso esperan que el 70% de su pueblo se contagie (Merkel Dixit).  

¿Y aquí en nuestras pampas qué? Si a las décadas de atraso y estancamiento, le sumamos desidia política, entronización del mercado y una fuerte retracción de lo público el augurio no es bueno.