La obra "Manifestación", de Berni, con nuevos hallazgos, lecturas y matices
El monumental cuadro pintado en 1934 tajea el presente con su interpelación sobre una realidad que sigue orbitando en torno a la marginalidad y la exclusión social. Un grupo de expertos lo estudió durante un año y sacó a la luz detalles inadvertidos.
Fotos: Télam
Hace un año, el Malba inició junto a la Universidad Nacional de San Martín una investigación para dilucidar las influencias y la técnica pictórica desplegada por Antonio Berni en Manifestación, el monumental cuadro pintado en 1934 que forma parte del acervo del museo. Los hallazgos surgidos de este minucioso estudio fueron presentados esta semana en una jornada que, a 40 años de la muerte del artista, permite conocer influencias, asociaciones creativas y nuevos disparadores de una obra que tajea el presente con su interpelación sobre una realidad que sigue orbitando en torno a la marginalidad y la exclusión social.
Fueron meses y meses de contemplación afiebrada, a la pesca de detalles inadvertidos. Un barrido milimétrico, articulado por ojos expertos asistidos por escáneres, dispositivos de luz ultravioleta y mediciones con fluorescencia de rayos X, con el afán entusiasta de extraer nuevas lecturas de una de las obras más icónicas del "más importante artista de nuestro siglo XX", según lo definió la historiadora del arte Laura Malosetti, directora de la Escuela de Arte y Patrimonio de la Universidad de San Martín (Unsam), que emprendió esta labor conjunta con el Malba.
Con Manifestación (1934), Berni se animó por primera vez a incursionar en pinturas de gran formato: eligió para la ocasión una gran rectángulo de arpillera y, en vez de optar por el óleo, se inclinó por la pintura al temple, una de las técnicas pictóricas más antiguas que se conocen, utilizada, por ejemplo, en la decoración de sarcófagos del antiguo Egipto. Influenciado por los muralistas mexicanos –en especial, por David Alfaro Siqueiros, con el que había estado trabajando un año antes en el sótano de la casa de Natalio Botana–, decidió registrar el desangelado paisaje social que había arrancado en Estados Unidos y Europa con la crisis económica mundial de los 30 y ya salpicaba al profundo sur americano: los efectos del desempleo y la pobreza impactan en esa muchedumbre que el artista rosarino captura en gestos retorcidos por la desesperación y el desencanto.
Las singularidades de esta trastienda creativa que selló el compromiso social de Berni y su convicción respecto del arte como herramienta política, así como los detalles hasta ahora desconocidos de sus elecciones pictóricas, salen a la luz en este novedoso estudio encarado hace un año por el Malba y la Unsam, en diálogo con un equipo de académicos especialmente invitados para la ocasión, como Roberto Amigo, Silvia Dolinko y Guillermo Fantoni, entre otros. La astucia de este nuevo abordaje radica no solamente en su enfoque multidisciplinario, sino también en la intención de sobrepasar al interlocutor especializado para llegar a una audiencia más heterogénea que pueda acceder a los nuevos hallazgos a través de una plataforma virtual de acceso libre, malba.org.ar/manifestacion.
Durante un año, se examinó la naturaleza de los materiales empleados por el pintor y los procedimientos que se pusieron en marcha para garantizar la preservación de la obra, entre otros aspectos. El análisis detallado del cuadro permitió analizar el tipo de arpillera que el artista eligió para desplegar este cuadro, así como detectar, al analizar el reverso, que Berni optó por bolsas de azúcar procedentes de distintos ingenios azucareros.
También se certificaron las distintas intervenciones –como los numerosos retoques de sus capas pictóricas o el agregado de bandas perimetrales de refuerzo textil– a las que fue sometido desde que se exhibió por primera vez en los 60, tres décadas después. "La observación con luz ultravioleta permitió conocer las distintas etapas de elaboración de la obra, revelando la presencia de retoques de pintura realizados por el propio artista y pudiendo diferenciarse de otros añadidos realizados por terceros y relacionados con intervenciones posteriores en la obra", cuenta Valeria Intrieri, integrante del equipo de curaduría del museo. Y acota: "Se confirmó que el artista no empleaba reservas y que compuso la imagen final a partir de la superposición de capas de pintura".
"Se realizaron, además, tomas fotográficas con infrarrojo para analizar la presencia de dibujos subyacentes y verificar la existencia de algunas alteraciones que ponían de manifiesto algunos cambios ejecutados por el propio artista durante el proceso de realización. Las radiografías evidenciaron la presencia de algunos elementos que Berni modificó en la versión final de la obra; por ejemplo, cambios en las facciones de algunos rostros y un ojo oculto por el lado de un sombrero de otro personaje", explica Intrieri.
En 1930, el año en que Berni vuelve a la Argentina tras un proceso de formación en Europa, se produce el golpe militar que derroca al presidente Hipólito Yrigoyen, al tiempo que recrudecen las repercusiones por la caída de la bolsa estadounidense. Esto significa, para el país, una crisis del modelo agroexportador, a la vez que un crecimiento desorbitado de la desocupación y tiempos de agitación política.
En Manifestación, el artista ofrece una escena de una marcha política protagonizada por sectores populares. "El principal e ineludible enfoque se centra en observar la representación de la protesta en la sociedad, compuesta por una insondable y abigarrada multitud de trabajadores que ponen en evidencia, como certeza inicial, el compromiso del artista con su época", sostuvo, durante la presentación en el Malba, la investigadora Silvia Dolinko, doctora en Historia del Arte (UBA) e investigadora del Conicet.
"Superado este impacto del discurso expresivo plasmado en esta imponente imagen y orientando el examen a los materiales constitutivos de la obra, es importante remarcar que Berni eligió pintar por primera vez sobre una tela de grandes dimensiones con una técnica al agua y utilizando como soporte arpillera", apuntó.
Según Dolinko, "el enorme formato, que luego volverá a emplear en varias oportunidades, le permitió exponer una lectura sobre la realidad opresiva a través de los primeros planos, con rostros que sobrepasan ampliamente el tamaño natural –explica–. Esa sucesión de agolpadas y colosales figuras fue posible gracias a la vasta superficie de soporte, que, aunque se trata de una tradicional tela montada sobre un bastidor, funcionó a la manera de un mural. En consecuencia, a estas pinturas se las asocia frecuentemente con lo que se conoció como mural portátil o transportable", señaló Dolinko.
El estudio sobre Manifestación permitió poner a la obra con otra igual de famosa e icónica: Chacareros, que puede contemplarse en el Museo Sívori. Allí, Berni vuelve a representar a trabajadores rurales; del mismo modo, también elige nuevamente el gran formato y la arpillera como soporte. La diferencia es que este último cuadro está pintado sobre seis bolsas de azúcar cosidas entre sí.
"No hay dudas de que, en esta oportunidad, la elección de la tela no se vincula con una insolvencia económica del artista, sino que el rústico material constituye un recurso expresivo: una única bolsa provenía de la provincia de Jujuy del ingenio La Esperanza, mientras que las cinco restantes tienen disímiles sellos de compañías azucareras", señaló Damacia Gallegos, otra de las investigadoras a cargo de la iniciativa.
"Lo interesante en este soporte de yute es que se trata de una preferencia puramente estética: las inscripciones podrían haberse colocado del lado que se va a pintar y quedar sepultadas en las sucesivas capas pictóricas. Sin embargo, en la obra del rosarino, las piezas de tela se unieron mediante costuras y exhibieron las particularidades propias de cada refinería azucarera que incluyen, además de los datos de los propietarios, denominaciones o números de inventario. Un ejemplo ideal de coincidencia absoluta entre el mensaje y el medio para transmitirlo ahí mismo", profundizó.
Todos estos novedosos matices que surgieron en este estudio podrán ser cotejados con la contemplación de la obra, que fue adquirida por el empresario Eduardo Costantini en 1991 y desde 2001 forma parte de la colección permanente del Malba, que tiene en su acervo un total de 11 piezas firmadas por Berni, a quien la institución le dedicó dos grandes exposiciones que se encuentran entre las más convocantes de su historia: "Berni y sus contemporáneos" (2005), curada por Adriana Lauria, y "Juanito y Ramona" (2014), curada por Marcelo E. Pacheco y Mari Carmen Ramírez.
Fuente: Télam
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