El 29 de julio de 1966, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, se firmó el decreto 16912, que intervenía las universidades, prohibía la actividad política en las facultades y anulaba el gobierno tripartito de graduados, docentes y alumnos. Los rectores debían resignarse a ser “delegados interventores” del Ministerio de Educación y tenían 48 horas para decidir: aceptaban o se iban. Profesores y alumnos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ocuparon entonces las facultades de Arquitectura, Exactas, Filosofía y Letras, Ingeniería y Medicina en defensa de sus derechos. La Policía Federal, armada de pistolas lanzagases y largos bastones de madera, entró a la Facultad de Ciencias Exactas y a las otras cuatro y expulsó violentamente a estudiantes y profesores que las tenían tomadas.

A 54 años, Celina Fares, profesora de historia de la UNCUYO, contó en Radio U: “Este fue un momento de quiebre en la institucionalidad universitaria argentina porque en Buenos Aires, en medio de una renovación del ámbito universitario, se reaccionó ante este nuevo intento de intervenir las universidades, que ya era parte de una práctica establecida”.

“Lo inesperado fue la reacción de las Fuerzas Armadas, que ingresaron y sacaron a los palos a las autoridades, cuando siempre la represión había sido a estudiantes, pero no a autoridades y docentes. Eso generó una imagen que recorrió el imaginario como un símbolo de decadencia, de la caída de esa universidad argentina que fue un símbolo de un país que había estado muy preocupado por la educación a través de distintas gestiones”, agregó.

La Noche de los Bastones Largos en fotos

La noche del 29 de Julio de 1966, agentes de la Policía Federal ingresaron en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires armados con bastones y gases lacrimógenos. Reprimieron violentamente a estudiantes, docentes e investigadores que se encontraban ocupando el edificio en señal de protesta contra la intervención del gobierno militar de Onganía a las universidades nacionales.

Por otro lado, Fares planteó: “Hoy los investigadores estamos tratando de ir un poco más allá y hacer una historia que incluya las historias de las universidades de todo el país. No mirar las cosas de forma dicotómica, como si lo anterior a 1966 fuera bueno y después fuera malo, sino matizando cómo fueron los procesos en distintos lugares. Ahí hay mucho para contar”.

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