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05 DE NOVIEMBRE DE 2024
El caso Bordón no fue un caso más de impunidad policial. Desnudó trágicamente la decadencia de todo un sistema que lejos de funcionar al servicio de la justicia, hace de nicho donde anidan quienes se creen Dioses del Olimpo.
Sebastián Bordón con alrededor de 8 años. Foto: Archivo Familiar
A fines de septiembre, Sebastián y sus compañeros de 5° año de las Escuelas Media N°4 y 5 de Moreno, llegaron en viaje de egresados al Nihuil. El contingente, a cargo de las profesoras Ana María Bava y Patricia Mabel Landalde, se alojó en el albergue de la Universidad Tecnológica Nacional, a unos 50 km de la ciudad de San Rafael. Poco después de su llegada, Sebastián comenzó a deprimirse y a no poder dormir ni comer. Un médico del centro de salud del pueblo del Nihuil le recetó un Valium y le recomendó de inmediato volver a su casa. El viaje de egresados estaba recién comenzando.
En el grupo había quienes lo contenían afectivamente y con cuidados mientras realizaban los paseos y excursiones, hasta que un día Sebastián rompió el asiento del micro y sacó la mitad de su cuerpo fuera de la ventanilla pidiendo ayuda ante la atónita mirada de la policía de El Sosneado.
De la situación se hizo cargo el comisario Carlos Plácido Escobar quien se comunicó con su familia. Producto de una charla muy breve donde Escobar le explicó a Luis Bordón cuál era el estado de alteración en la que se encontraba su hijo, éste decide viajar hacia el Nihuil esa misma noche. El contingente, por su parte, decide regresar a las cabañas dejando a Sebastián a cargo de la policía.
La noche del 1 de octubre Sebastián durmió en el destacamento del Nihuil acompañado por el cabo Esteban Merello.
Miriam Medina, mamá de Sebastián, habló por última vez con su hijo a las 8:48 de la mañana de ese día para avisarle que su padre llegaría al mediodía.
A las 12:29 Merello notifica a la Comisaría 38 de San Rafael que Sebastián le había pegado y escapado del lugar. Pero sus declaraciones son contradictorias, ya que en otro testimonio afirmó que cayó desmayado por 20 minutos como consecuencia del golpe. De inmediato, de la Comisaría 38 salió rumbo al Nihuil el móvil 739 al mando del cabo Abelardo Cubillos y los oficiales Daniel Gómez y Roberto Gualpa. Una hora después del incidente, Miriam intentó comunicarse con su hijo pero el cabo Merello le comentó: “El atorrante de su hijo se escapó”. Durante la hora que demoró el móvil para llegar al Nihuil, los oficiales capturaron a Sebastián y le dieron una golpiza que lo dejó inconsciente. Pero los sorprende la llegada de su padre, Luis Bordón, quien llama unos instantes después que su esposa Miriam. Tres veces tuvo que repetir que se encontraba en San Rafael, cerca de la terminal de ómnibus.
Las irregularidades en los libros de novedades de la Comisaría 38 y del Destacamento del Nihuil asi como los registros del Comando, de los móviles y en las llamadas realizadas después de las 13:30 desde el Destacamento a otros jefes policiales probaron que hubo instrucciones de los altos mandos sobre cómo proceder. El responsable de tal operativo fue el Comisario Hugo Trentini quien ordenó esconder al joven para que el padre no lo viera golpeado e inconsciente. Luego, mientras retardaban la llegada de Luis Bordón al Nihuil, paseándolo en móviles que simulaban una búsqueda, trasladaron a Sebastián a una casa con sótano ubicado a cien metros del destacamento.
Sebastián estuvo desaparecido desde el 2 hasta el 12 de octubre. La Unidad Regional II cuyo responsable era el Comisario Inspector Juan de Dios Atencio realizó la búsqueda. Y fue este oficial quien emitió comunicados en los que afirmaba que Sebastián deambulaba sin rumbo por otras provincias, drogado o intentando huir de su padre. Por esa pista, el 5 de octubre la familia Bordón agota todas las instancias posibles de pedido de ayuda ante periodistas, políticos y organismos de derechos humanos. Se involucra el Intendente de Moreno, Mariano West quien llega a San Rafael con dos helicópteros que nunca fueron utilizados en el rastrillaje de la zona porque no había un plan de búsqueda.
Consciente de la situación, West y Luis Bordón intentan llevar sus testimonios y cuestionamientos al entonces gobernador Arturo Lafalla. Todo ocurre aceleradamente. Carlos Escobar activa el testimonio de Amanda Ledesma, una parapsicóloga que era habitual colaboradora de la policía, mientras el Subjefe de la Policía Ignacio Medina consigue retrasar la audiencia con el gobernador asegurándole que se estaba ocupando de localizar al joven supuestamente extraviado.
En nombre del hijo
El 8 de octubre la familia Bordón recurre al programa de televisión “Gente que busca Gente”. Su conductor, Franco Bagnato realiza una entrevista en vivo a Juan de Dios Atencio preguntándole que cómo es posible que la policía base su búsqueda en llamadas anónimas. A raíz de esa transmisión, el entonces Ministro de Gobierno Angel Cirasino le pregunta a Atencio si había identificado a la mujer que decía haber llevado a Sebastián de la localidad de Realicó a Unión. Al día siguiente y por orden del oficial Francisco Bullones de la Comisaria 25 de Guaymallén, se toma declaración testimonial escrita a Amanda Ledesma. La llamada había dejado de ser anónima y se hizo evidente que la acción policial estaba desviando la investigación.
El 9 de octubre Luis Bordón le pide al gobernador Arturo Lafalla que se intensifique la búsqueda en el Nihuil, entendía que era imposible que un joven abandonase la localidad sin avisar a su familia. Lafalla respaldó ese mismo día la actuación de Medina y puso a disposición un avión, encomendando la operación al Subsecretario de Gobierno Gerardo Cornejo Steward. Delante de éste funcionario, el Juez Waldo Yacante señaló con un gesto a la policía sanrafaelina diciendo que él debía “defender a su gente” y acusó a Luis Bordón de estar “politizando el caso” ya que en ese momento, familiares y amigos de Sebastián realizaban una marcha frente a la Casa de Mendoza en la capital federal.
Producto de esa movilización y de la repercusión periodística del caso, Sebastián Bordón no fue un desaparecido más.
El 10 de octubre Ignacio Medina informa la conformación de una comisión para acompañar al juez Yacante a Moreno, basándose en la información de que el joven estaba en casa de un amigo en Buenos Aires. Medina le pidió insistentemente a Luis Bordón que lo acompañase, incluso ofreció un vehículo con la promesa de que el domingo estaría en su casa “comiendo fideos con su hijo”.
Hasta allí llegaron las manipulaciones de la policía ya que los Bordón junto a un grupo de vecinos y amigos llegaron al Nihuil por su cuenta. El día 12 se instalan en las mismas cabañas donde habían estado los estudiantes, se separan en grupos y contratan la ayuda de un baqueano de la zona. A poco de andar, encuentran a Sebastián muerto en el fondo de un barranco, a 2 km del destacamento policial.
Los vecinos del Nihuil no salían de su sorpresa. Todos se acercaron a divisar el cuerpo y expresaron que el sendero era frecuentado todos los días por gente del lugar y que nadie se percató de esa tragedia. No sólo que nadie había visto el cuerpo antes sino tampoco habían observado merodear animales depredadores. Los criminales pretendieron hacer creer que llevaba allí desde el día 2.
Al llegar la policía a hacer el rescate del cuerpo, Ignacio Medina se dirige a los periodistas de todo el país y les dice que por su experiencia de andinista, “el chico se había caído de una altura de 80 metros, es decir, desde la cima del risco”. También informó que habían llegado a un acuerdo con los peritos de criminalística para dejarlo bajo custodia y continuar la pericia al día siguiente con la luz del día. Ante las sospechas sobre la policía y el juez Yacante, la familia Bordón recurrió al Juez subrogante Arnoldo Gorri que dispusiera el traslado de Sebastián esa misma madrugada al Cuerpo Médico Forense de Mendoza.
Fue el fin de la trama de encubrimiento ya que la necropsia determinó que Sebastián había muerto entre los días 6 y 8 de octubre, que su cuerpo fue “colocado” en ese lugar unas 24 o 48 horas antes del hallazgo. La víctima presentaba lesiones típicas de apremios ilegales: una clavícula fisurada, hematomas en las piernas, golpes en los riñones y una lesión en la cara que lo dejó en estado de coma con inconsciencia. Murió por deshidratación y falta de atención médica. El informe pericial destacó que no había ningún rastro de caída, que la ropa estaba intacta y que tenía marcas longitudinales bajo los brazos, marcas compatibles con haber sido atado hasta el lugar donde fue hallado.
Todos fuimos testigos
En el año 2000, la Primera Cámara del Crimen de San Rafael condenó por el homicidio de Sebastián Bordón a Hugo Trentini. Le aplicó una pena de 10 años. Los oficiales Daniel Gómez, Roberto Gualpa y Abelardo Cubillos también fueron condenados a 10 y 12 años, mientras que al cabo Esteban Merello le dieron 2 años por encubrimiento.
Para el Tribunal, todos aquellos que en el contexto de la cadena de mando de la institución estaban en condiciones de impartir órdenes que contribuyeran a obstaculizar la investigación sobre el paradero de una persona que se hallaba oculta y agonizando, evitaron –con esa conducta- que pudiera ser encontrada y se le prestara auxilio. Por último, la parapsicóloga Amanda Ledesma fue condenada a 2 años de prisión por cómplice secundaria.
En cuanto a la cadena de encubrimiento, el tribunal decidió abrir 17 compulsas para investigar a 21 personas, entre ellos 17 policías y 4 civiles, por supuesto estaba incluido Ignacio Medina. Sin embargo, la justicia de San Rafael nunca analizó estos comportamientos. Tampoco los Bordón pudieron actuar como querellantes ya que por entonces no existía esa figura en el proceso penal. Así es como tampoco pudieron apelar la condena por homicidio simple impuesta por el Tribunal.
Lo que sí pudieron hacer fue comprometerse con otras luchas individuales y con la acción colectiva para que casos como éstos no se vuelvan a producir en el país. Con el dinero de la indemnización que cobraron de la provincia se dieron al proyecto comunitario La Casita de Sebastián, un jardín al que asisten diariamente 125 chicos de la localidad de Moreno.
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