La juventud impulsa al tango, que resurge con nuevas formas de expresión
En los últimos años, creció la cantidad de jóvenes que se acercan a bailar y a cantar tango en Mendoza. En el campo de la música también aparecen artistas jóvenes de otros géneros musicales para dejar su impronta. Espacios como la Biblioteca General San Martín ofrecen clases gratuitas cada viernes.
Cada vez más jóvenes se sumergen en el mundo del tango. Foto ilustrativa Municipalidad de Capital
El tango, ese género musical y baile tan característico de la identidad argentina, comenzó a renacer de la mano de las nuevas generaciones en Mendoza. En los últimos años, la cantidad de jóvenes de entre 20 y 37 años que se acercan a aprender el 2×4 ha crecido significativamente. Más allá de los pasos, estos jóvenes encuentran en las letras un reflejo de la realidad actual y hasta hacen sus aportes vanguardistas en la música, como Altertango y Bajofondo, para transformar a este género en un vehículo de expresión que habla de lo que ocurre en la sociedad.
En un contexto de revalorización cultural, la Biblioteca Pública General San Martín, que en un principio poco tenía que ver con una milonga, se ha convertido en un espacio dedicado cada viernes al tango, donde adolescentes y jóvenes adultos se unen para compartir su pasión por este ritmo rioplatense. “El viernes pasado tuvimos una asistencia de aproximadamente 80 personas, en su mayoría mujeres y adolescentes”, relató Pablo De Bartolo, director de la biblioteca y de Ediciones Culturales de Mendoza a Unidiversidad. Esta iniciativa, impulsada por la Dirección de Patrimonio y la Escuela Mitre, permite que el tango se consolide como un punto de encuentro y aprendizaje.
El fenómeno ha despertado la atención de investigadores y gestores culturales. Emilia Greco, profesora de Música y especialista en Teorías Musicales de la Facultad de Arte y Diseño de la UNCUYO, destacó que, aunque el tango nació en los barrios portuarios y marginales de Buenos Aires y Montevideo a fines del siglo XIX, hoy encuentra eco en los jóvenes mendocinos, que lo ven como un espacio de pertenencia y expresión. "Desde sus primeros años, el tango estuvo vinculado con el mundo de las clases bajas, sus tensiones y luchas", explicó Greco al recordar cómo el género se fue adaptando a las necesidades y realidades de la sociedad.
Emilia Greco, profesora de Música y especialista en Teorías Musicales de la Facultad de Arte y Diseño de la UNCUYO. Foto: Emilia Greco
Las raíces del tango en Mendoza también tienen una historia particular. Greco citó los estudios de la investigadora Carmen Gutiérrez, que analizó cómo el tango se arraigó en ciertos barrios, como la Cuarta Sección, donde encontró un espacio de pertenencia y se convirtió en un punto de encuentro para músicos y bailarines.
Durante las primeras décadas del siglo XX, el tango comenzó a trascender su carácter popular para ser adoptado por las clases altas, proceso que implicó un “blanqueamiento” del género. Greco explicó que, en esa etapa, el tango abandonó muchos de los gestos asociados a las clases bajas y se transformó en un símbolo nacional. Sin embargo, el interés actual de los jóvenes parece retomar ese espíritu original de comunicación social para usar al tango como una forma de expresar las tensiones y anhelos contemporáneos.
La Biblioteca Pública General San Martín, que en un principio poco tenía que ver con una milonga, se ha convertido en un espacio dedicado cada viernes al tango. Foto: Pablo De Bartolo
Hoy en día, el tango se percibe también como un modo de conectar generaciones. De Bartolo describe las clases en la biblioteca como un ámbito donde, pese a que se trata de un ritmo tradicionalmente asociado a adultos mayores, los jóvenes demuestran un gran interés por aprender tanto el baile como la historia del género. Esta fusión generacional permite que el tango siga evolucionando y se mantenga vigente, con jóvenes músicos y bailarines que integran temáticas modernas en sus letras y movimientos.
“El género parecía estar en extinción, veníamos de un par de décadas en las que había muy poca producción musical, había muy poca actividad y el tango estaba quedando como algo de museo. Nos referimos a aquellos años, principios de los 90, cuando su nombre no significaba lo que ahora sí: muchos músicos jóvenes exponentes provenientes de otras disciplinas reconvirtieron el tango en presente. Hubo un resurgir con bandas. Si antes fueron Gardel, Troilo y Piazzolla, hoy, voces como Altertango, Bajofondo, por dar unos ejemplos, son esta generación de jóvenes que le dan esa nueva impronta al tango”, detalló Greco.
Mercedes Frites, de 22 años, y Javier Oliva, de 25, son los profesores que guían a estos jóvenes apasionados en la Biblioteca General San Martín. “Es hermoso ver cómo los jóvenes se entusiasman con el tango. Nos llena de alegría ver este interés”, comentó Frites, que comenzó a bailar tango siendo una niña.
Juanjo Coscarelli, otro de los instructores, explicó que, para muchos jóvenes, el tango representa una forma de pertenencia y una vía de expresión en tiempos de crisis. “Es una forma de comunicación única, donde personas de diferentes edades, géneros y orígenes pueden conectarse a través de la música y el baile”, afirmó.
Gracias a este renovado interés, el tango se ha revitalizado para seguir siendo una pieza fundamental en la identidad argentina. A través de los pasos del 2×4 y la nueva impronta musical de sus letras, jóvenes y adultos encuentran un punto de encuentro y renovación cultural que mantiene vivo y relevante al tango en la sociedad actual.
A través de los pasos del 2×4, jóvenes y adultos construyen un espacio común para encontrarse. Foto: Pablo De Bartolo
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