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12 DE DICIEMBRE DE 2024
A grandes rasgos, la Cámara de Diputados estará dividida en tercios: el FpV, Cambiemos y las demás fuerzas. En el Senado, la clave estará en la negociación con los gobernadores.
Foto publicada por el Honorable Senado de la Nación Argentina.
Facundo Matos Peychaux para El Estadista
Publicado el 29 DE FEBRERO DE 2016
Con el comienzo de las sesiones ordinarias, el PRO deberá empezar a poner a prueba su capacidad para generar acuerdos en el Congreso. El escenario es más sencillo en Diputados, donde el interbloque Cambiemos tiene un piso más alto que en el Senado y donde la ruptura del peronismo lo ayudará. En la Cámara Alta, en cambio, se verá obligado a buscar consensos, para lo que serán fundamentales los gobernadores. Lo favorecerá, no obstante, que a priori el Gobierno no tendrá necesidad de impulsar una agenda legislativa que genere conflictividad ni grandes divisiones en el recinto, como sucedió en los últimos años del kirchnerismo.
Reordenamientos en Diputados
Tras la ruptura del bloque del FpV, la distribución de bancas por bloque sigue arrojando al FpV como primera minoría con 81 bancas, seguido de la UCR con 43; PRO, con 42; 28 del massismo y 17 del Bloque Justicialista, entre los más numerosos. En cambio, por interbloques, Cambiemos alcanza los 91 lugares contra 81 del FpV y 35 de UNA (massistas más peronistas provinciales). A grandes rasgos, entonces, la Cámara quedará dividida en tres tercios: el kirchnerismo, Cambiemos y el tercero, con las fuerzas restantes, entre las que se cuentan el peronismo no kirchnerista, el massismo, el socialismo y otras fuerzas provinciales, como el Frente Cívico y Social de Santiago del Estero.
Esta nueva distribución le augura al PRO un escenario más favorable, aunque no lo eximirá de tener que negociar. El arte del consenso, que el macrismo predicó durante la campaña electoral, será fundamental a la hora de gestionar acuerdos en el Congreso. El massismo, junto a los legisladores que responden a distintas provincias peronistas como Córdoba, Chubut y La Pampa, al igual que el bloque Justicialista, desprendido del FpV, se muestran propensos a negociar con el Gobierno, aunque todo indica que las negociaciones no serán gratuitas y que serán ley por ley.
En ese sentido, la decisión del massismo de no acompañar en la Comisión Bicameral Permanente de Trámite Legislativo la derogación del decreto de Cristina Fernández que obliga al macrismo a devolverle a las provincias el 15 % y 1,9 % que hoy les sustrae para financiar a Anses y Afip, aunque no es definitivo, mostró que los consensos se harán ley por ley y que no serán gratuitos para el macrismo. Así lo reconocen en el mismo massismo, en el que plantean –en público y en privado– que acompañarán “en aquellas cosas que creamos que hay que acompañar”, una definición tan abarcadora como flexible. La idea de que el macrismo tiene con el massismo y el peronismo no kirchnerista su coalición parlamentaria resuelta, admite aunque sea algunos matices.
Un punto que favorecerá al macrismo es que para llevar adelante su agenda de gobierno, a priori, no deberá apelar a una agenda legislativa demasiado conflictiva que pudiera llegar a complicarlo en el recinto. A diferencia de Raúl Alfonsín o Fernando de la Rúa, todo indica que Macri no buscará intentar hacer aprobar grandes leyes en los primeros meses de su gobierno. Con excepción de la derogación de las normas relativas a los holdouts, además, existe a grandes rasgos cierto consenso sobre las demás iniciativas en el resto de los bloques.
No obstante, es esperable que no todas las leyes cuenten con un aval tan simple, por cuanto el Gobierno seguirá estando en minoría frente a la oposición y el FpV todavía mantendrá un porcentaje importante de bancas. “El interbloque Cambiemos tiene 91 diputados y la cámara tiene 257 bancas, la oposición tiene hándicap; no hay poder hegemónico de Cambiemos en la Cámara de Diputados”, asegura Héctor Recalde, presidente del bloque de Diputados del FpV, en diálogo con El estadista. Si bien todos los bloques opositores se paran de manera distinta frente al oficialismo, confía Recalde, en leyes como las que el Gobierno necesitará impulsar para hacer frente al acuerdo con los fondos buitre, el kirchnerismo podría coincidir con otros sectores de la oposición. En la medida en que Macri logre acuerdos con el peronismo no kirchnerista (algo que deberá hacer ley por ley), logrará sortear ese obstáculo.
Senado
Sin embargo, Diputados es el problema menor. En la Cámara Alta, en cambio, la cuenta cierra menos para el Gobierno: sumados macristas y radicales, alcanzan los 14, contra 40 del FpV, que permanece unido en esta cámara a diferencia de la de Diputados, y una amplia cantidad de legisladores que responden a gobernadores peronistas. Con los gobernadores, el macrismo ya negocia a través de Rogelio Frigerio en distintos carriles, como la discusión del reparto de recursos, la reforma electoral y el impulso a las actividades locales, además de acciones simbólicas como participar de actos y reuniones de gabinete en sus provincias, que los gobernadores reciben con gratificación.
En el FpV, Miguel Angel Pichetto será determinante para las negociaciones con el Gobierno y puede ser un puente para el oficialismo a la hora de ganarse los votos del bloque peronista. El histórico presidente del bloque de senadores peronistas conoce la dinámica del Parlamento, tiene buena relación con los gobernadores peronistas y es un interlocutor respetado por los demás bloques a la hora de negociar.
Junto con Federico Pinedo, presidente del bloque de senadores oficialistas, es probable que se pueda abrir un canal de diálogo entre ambos espacios, como es difícil que lo haya entre Emilio Monzó y Recalde, quien se para frente al Gobierno en una posición mucho menos dialoguista y más opositora que Pichetto. No obstante, en el bloque de Diputados del FpV sigue José Luis Gioja, posible presidente del PJ, uno de los dirigentes con mayor experiencia en el bloque y un posible interlocutor del Gobierno dentro de ese espacio.
Atrás quedó, como advierte Rosendo Fraga, la etapa de testear hasta dónde podía gobernar por decreto. Probó tener límites y un tiempo determinados. Ahora, con su discurso ante la Asamblea Legislativa, Macri dará inicio a las sesiones ordinarias y con ello, deberá mostrar su capacidad para generar acuerdos.
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