La forma de producir alimentos y el mal uso del suelo ponen en riesgo el futuro del agua en Mendoza

Un estudio de la Fundación Vida Silvestre advierte sobre los daños a la biodiversidad que provocan los métodos que se usan a gran escala para trabajar los suelos productivos. Especialistas hablan de las problemáticas que afronta la provincia y proponen cambios urgentes.

La forma de producir alimentos y el mal uso del suelo ponen en riesgo el futuro del agua en Mendoza

Foto: Marcelo Ochoa/Télam

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Unidiversidad

Santiago Serrano

Publicado el 02 DE ENERO DE 2024

Un estudio de la Fundación Vida Silvestre dio a conocer que la forma en la que se producen alimentos a gran escala provoca severos daños en las bases de la biodiversidad, los que desembocan en sequías, falta de absorción de la tierra y contaminación, además de afectar la seguridad alimentaria. Por este motivo, especialistas llamaron a políticos, empresarios y a la sociedad civil a cambiar radicalmente este escenario para evitar el empeoramiento de la situación.

El sistema alimentario es responsable del 80 % de la pérdida de biodiversidad, el 80 % de la deforestación y el 29 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), aseveró la Fundación Vida Silvestre en un comunicado.

Dado que el 75 % de la superficie del planeta ya fue transformado por el ser humano y, de esa proporción, el 41 % está destinado al sector agroalimentario, el ingeniero Federico Agustín Mastrascusa explicó a Unidiversidad que la solución consiste en transformar los sistemas alimentarios insostenibles para que sean amigables con la naturaleza y saludables para las personas y, de esa manera, evitar una contaminación letal que destruya la tierra y afecte al sistema alimentario.

En ese sentido, Federico Mastrascusa insistió en que, para hacer frente a esta crisis mundial de alimentos, climática, de biodiversidad y de agua dulce, es fundamental que todas las partes actoras contribuyan desde su lugar para lograr un progreso inmediato que invierta esta tendencia devastadora para la biodiversidad del planeta.

En este escenario, en el caso puntual de Argentina, el ingeniero agrónomo Martín Betancud, que cuenta con diplomaturas en Responsabilidad Social Agropecuaria y en Bioeconomía, hizo hincapié en que los desafíos que enfrenta el país al respecto son lograr la rotación de cultivos y hacer aportes más significativos al suelo de rastrojo (conjunto de restos de tallos y hojas que quedan en el terreno tras cortar un cultivo) y material vegetal, de modo de mantener buenos niveles de materia orgánica y reponer los nutrientes que se exportan con las cosechas.

Al respecto, el especialista agregó que la reposición de los nutrientes puede hacerse a través de la fertilización o fijación de nitrógeno o cerrando ciclo de nutrientes con la aplicación de abonos orgánicos. En cuanto al caso puntual del cultivo de granos, Betancud enfatizó en que es fundamental mejorar las coberturas, utilizar leguminosas para fijar nitrógeno y usar bioinsumos.

"Necesitamos modificar y repensar las bases, cambiar la forma en la que producimos alimentos y convertir el actual sistema alimentario en uno que responda a los cuidados ambientales, sanitarios y sociales. De lo contrario, se profundizarán los efectos en el clima, la provisión de agua, la estabilidad y calidad de los suelos”, expresó Betancud. 

Agua, el recurso más amenazado en Mendoza

Teniendo en cuenta que la infraestructura obsoleta, los caños rotos y mal construidos, las fugas y colectoras cloacales que desaparecieron han provocado que el 42 % de las redes de agua de Mendoza estén en regular o mal estado, es fundamental prestarle una especial atención a la situación de la calidad de los suelos y su uso a nivel local, debido a que los métodos de producción de alimentos incrementa aún más los inconvenientes generales que afronta la provincia respecto de la disponibilidad del agua.

El ingeniero Manuel Iglesias explicó a este medio que Mendoza deberá realizar un plan integral muy bien pensado de cara al futuro para evitar que la situación del agua, que ya es un tema de estado por las condiciones climáticas de la provincia, se agrave a niveles que puedan afectar el desarrollo de la provincia y la salud de la población.

“Mendoza deberá planificar una estrategia muy minuciosa para no afectar y potenciar el recurso hídrico de cara a lo que viene. La provincia deberá modificar las formas de cultivo para que no sigan creciendo las sequías, mientras que, al mismo tiempo, habrá que ejecutar una obra que reemplace más de 200 kilómetros de red de agua. Y la cuestión no termina allí, debido a que esto incluye pensar cómo y dónde se depositarán los residuos de esa megaobra, ya que ese es otro de los temas clave que viene afectando desde hace más de 25 años al suelo productivo de la provincia”, consideró Iglesias.

En ese aspecto, el ingeniero manifestó que el mal uso del agua y su contaminación son dos puntos clave en los que tanto los sectores productivos como el empresarial y gubernamental deberán cambiar las estrategias a la hora de realizar obras, invertir y tomar decisiones; de lo contrario, este recurso tan importante y muchas veces escaso en Mendoza podrá provocar una crisis multisectorial en un futuro no tan lejano. 

Desechos de la construcción

Si bien la construcción es una de las actividades clave para el desarrollo de cualquier economía, los coletazos de su acción han provocado consecuencias graves en Mendoza. Es que la gran cantidad de desechos que genera esta actividad han hecho que la situación se agrave durante la última década en la provincia.

Tal como se explicó en esta nota de Unidiversidad, la compleja realidad fue confirmada por una investigación realizada por la docente Irma Mercante, de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO, que demostró la presencia de casi 300 áreas degradadas debido al vertido incontrolado de desechos de obras y la contaminación que generan en el suelo, el agua subterránea y canales aluvionales. Mercante explicó a este medio que, si bien el riesgo para la salud humana y el ambiente es mucho más bajo en relación a los residuos sólidos domiciliarios, en la actualidad, diversos estudios advierten sobre el crecimiento de emisiones gaseosas, principalmente compuestos de sulfuro, y contaminación potencial del agua subterránea por las características de su lixiviado.

Asimismo, Mercante manifestó que los desechos de la construcción han afectado de manera sideral la calidad del paisaje, el valor inmobiliario de propiedades, el transporte por rutas inadecuadas y la ocupación de terrenos con valor productivo.

El fósforo y la materia orgánica están en riesgo

El Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible (Ipads), una unidad que integra las capacidades del INTA y el Conicet, detectó que en los suelos agrícolas del norte del país hubo una caída del 60 % de fósforo y del 28 % de materia agrícola para la producción de cultivos. El relevamiento, que pudo realizarse gracias al aporte financiero de la Asociación Civil Fertilizar, se extendió de julio a noviembre de 2022 y consistió en la toma de 295 muestras de suelos prístinos y 295 en suelos con más de 10 años de agricultura en algunas zonas del NOA y el NEA.

En el caso de Mendoza, si bien la situación no es tan grave como en el norte del país, la ingeniera civil remarcó que, en los últimos cinco años, la pérdida de fósforo en los suelos agrícolas y la reducción de materia orgánica se pudo visualizar en todos los sectores productivos de la provincia. Por último, la ingeniera destacó que modificar esta situación implica adoptar prácticas de manejo tendientes a revertir el proceso de degradación, como intensificar las secuencias de cultivos con mayores frecuencias de gramíneas (uso de cultivos de cobertura o planteos mixtos agrícola-ganadero) y aplicar mayores dosis de nitrógeno y fósforo, a través de un diagnóstico adecuado de la situación actual del suelo.

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