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Fueron las palabras compartidas por María Domínguez y Angelina Catterino, las abuelas de la nieta recuperada 117.
María de Domínguez que espera a la nieta 117.
Verónica Gordillo - Fotos: Axel Lloret
Publicado el 01 DE SEPTIEMBRE DE 2015
María Assof de Domínguez (84) y Angelina Catterino (81) cumplieron un sueño que acariciaron durante 37 años: encontrar a su nieta, cuyos padres fueron secuestrados durante la última dictadura cívico-militar. Ellas agradecen estar vivas y dicen que aún tienen fuerzas para seguir esperando con los brazos abiertos a que esa joven que buscaron tanto tiempo decida conocerlas.
María y Angelina tuvieron días ajetreados. Fueron protagonistas en la conferencia de prensa que dio la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien comunicó que encontraron a la nieta 117 y que el análisis de ADN comprobó que es hija de Walter Domínguez y Gladys Cristina Castro.
Hoy fueron otra vez protagonistas. Llegaron juntas a Radio Nacional Mendoza, donde las entrevistaron los periodistas del programa Línea Editorial. Afuera del estudio, las esperaban colegas de todos los medios para que contaran los pormenores de la noticia que esperaron 37 años.
María, quien es la referente de Abuelas de Plaza de Mayo en Mayo en Mendoza, contó que el jueves, cuando regresó de su habitual marcha en la Plaza San Martín, sonó el teléfono y era Estela de Carlotto, quien después de prepararla un poco le aseguró que encontraron a su nieta, resaltando el género, porque la familia supuso durante muchos años que era un varón. “Es una noticia muy fuerte, la esperamos mucho tiempo. Dios quiera que ella quiera encontrarse con nosotros, pero lo más importante es que recuperó su identidad, que sepa que no la abandonaron, que no la regalaron, sino que la robaron”, fueron las palabras de María.
Las abuelas contaron que aún no conocen ningún dato de su nieta, tal como lo consigna el protocolo que sigue Abuelas de Plaza de Mayo. No saben su nombre, dónde vive, qué hace, ni tampoco vieron una foto. Pero dijeron que por ahora les alcanza saber que existe, que sepa que ellas la buscaron sin descanso. Y pidieron respeto para la mujer de 37 años, que debe procesar una noticia que cambiará su vida para siempre.
María y Angelina agradecieron estar vivas, tener fuerzas para seguir, para esperar. “Cumplimos un sueño, ahora la esperamos con los brazos abiertos”, coincidieron las mujeres.
37 años de lucha
Las abuelas recordaron a sus hijos. Angelina contó que Gladys era la mayor de seis hermanos, que fue abanderada del Colegio Universitario Central, que quería estudiar Diseño, pero luego abandonó y comenzó a trabajar en una panadería. María comentó que su hijo Walter hizo el secundario en el Martín Zapata, que luego comenzó a estudiar Arquitectura y que era chofer de colectivo.
Los jóvenes se conocieron en el barrio, ambos militaban en el Partido Comunista, se casaron en noviembre del 76 y alquilaron una casa en Godoy Cruz, de donde fueron secuestrados el 9 de diciembre de 1977. Gladys estaba embarazada de seis meses. Desde ese momento, las abuelas buscaron a sus hijos y sobre todo a su nieta o nieto.
Angelina dijo a los periodistas que todo el crédito es de María, que ella no la acompañó tanto porque tenía temor por la vida de sus otros hijos. Reconoció el esfuerzo que hizo la mamá de Walter, a quien el secuestro obligó a abandonar su mundo de ama de casa, a recorrer comisarías, a entender qué era un Habeas corpus, a escuchar frecuentemente que estaba loca, a que le cerraran la puerta en la cara, a no tener respuestas.
Hace 20 años renació la esperanza de ambas: hicieron pruebas de ADN a un chico de Córdoba, que un militar mendocino habría entregado a una familia. El resultado fue negativo. Superaron la desilusión y siguieron buscando.
María no faltó un solo jueves a la plaza, siguió marchando. Ella y Angelina tuvieron el mejor regalo la semana pasada, cuando les avisaron que, por una denuncia anónima, se pidió a una joven que se hiciera voluntariamente el análisis de ADN, a lo que la mujer accedió y que el resultado fue positivo.
María y Angelina ni siquiera tuvieron tiempo de contar a toda su familia la noticia. Viajaron junto a Osiris, el otro hijo de María, a Buenos Aires, para participar de la conferencia de prensa. Ahora, tendrán tiempo de reunir a la familia y compartir este momento.
Las abuelas agradecieron estar vivas para escuchar esa noticia que esperaron 37 años. Dicen que cumplieron un sueño y que ahora acarician otro: que su nieta quiera conocerlas, que puedan darle ese abrazo que contienen durante tanto tiempo.
maría domínguez, nieta recuperada, derechos humanos,
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