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26 DE DICIEMBRE DE 2024
La colocación de una placa en la Escuela de Comercio Martín Zapata, en memoria de Walter Domínguez, egresado desaparecido por la dictadura cívico-militar, demuestra la importancia de la reconstrucción histórica para la valoración de los derechos humanos en los ámbitos educativos. María Domínguez, mamá de Walter y referente de Madres en Mendoza, le dio contexto y sentimiento al acto. La continuidad de la lucha contra la impunidad como objetivo ineludible.
Fotos: Cortesía de Virtudes Della Santa
“Tantos chicos, me emociono muchísimo”, saludó María Domínguez a los y las estudiantes de la Escuela de Comercio Martín Zapata la tarde del 13 de septiembre. El sollozo inicial ante el micrófono, en medio de un patio central desbordado de chicas, chicos, docentes y público, fue –como siempre desde que empuñó por primera vez la voz– la fuente, la cascada, el sentido desde donde María enseña con su vida. Y a través de cientos de vidas como la de Walter Domínguez, su hijo, “un chico simple como cualquiera de ustedes”, estudiante, laburante y militante, secuestrado por patotas del terrorismo de Estado la madrugada del 9 de diciembre de 1977. Fue junto a su compañera, Gladys Castro, embarazada de seis meses. Gladys y Walter, que cursó en el Martín Zapata entre 1968 y 1972, permanecen desaparecidos y se desconoce el destino de su hija o hijo.
Guapa como de costumbre, toda de negro con su pañuelo más blanco, más largo, y por momentos suelto, acompañada de otra incansable madre, Margarita Barrera Oro, descubrió la plaqueta que “Por la memoria, la verdad y la justicia de su vida, para renovar a través de ella el compromiso con el nunca más”, fue colocada en el acto organizado por la Comisión Memoria de los Organismos de Derechos Humanos, la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNCuyo, la Escuela de Comercio y la Facultad de Artes y Diseño. Además de Osiris Domínguez, hermano de Walter y perseguido político empujado al exilio, estuvieron presentes referentes de los derechos humanos y autoridades provinciales y universitarias. Marisa Zamorano, magister, directora general del Servicio de Educación Polimodal, y la profesora Susana Zabek resaltaron “la vigencia de las políticas públicas de derechos humanos a través de la educación como herramienta para la construcción de memoria”. A continuación, de pie, con los brazos en jarra de “tanto tener que pedir explicaciones”, María relató la historia:
“Mi hijo hizo el secundario acá, a la noche, y trabajaba de día en un estudio contable. Le gustaba la pintita, le gustaba salir a bailar, escuchar música con los amigos. Después pasó a la Facultad de Arquitectura y con otro compañero (Rodolfo Vera, también desaparecido durante esos días junto a otros y otras militantes del Partido Comunista Marxista Leninista) formaron el Centro de Estudiantes. Era una época muy jodida. Pidieron la prórroga para terminar la carrera antes que el servicio militar y ahí se dieron cuenta de que estaban marcados. Se casó con Gladys, trabajaban, alquilaron una casita. Una noche entraron a las tres de la mañana. Nunca más supimos nada de ninguno. Esta es la historia de esa época, no fueron solamente ellos, sino 30 mil compañeros más. Aparte de los que se tuvieron que ir para salvar sus vidas, los miles y miles de presos políticos y los que murieron en la tortura”.
Fue intensa la atención de las chicas y los chicos a las palabras de María. Luego habría tiempo para relajar emociones con la participación del coro de estudiantes. Las palabras de Marta Salatino y Delfina Suárez, estudiantes del tercero del Polimodal, completaron el diálogo entre generaciones abierto por la madre. Ella dijo: “Tenemos un país muy rico y hermoso, donde todos podemos llegar a estar bien. Mi hijo me decía: ´A este sistema podrido hay que cambiarlo, porque si no, va a llegar el día en que no vamos a tener para comer´. Luchaban por un país para todos, eran solidarios desde sus lugares, obreros, estudiantes, profesionales. El señor Martínez de Hoz aplicó la política económica que le mandaron del norte, del gobierno más terrorista del mundo. Estar en contra de ese plan les costó la vida.
”Esto no se tiene que olvidar, estos señores actuaron con total impunidad, dijeron: ´Bueno, estas viejas en un par de años se van a cansar´. ¡Qué grano les salió con las Madres y las Abuelas, con los Organismos, eso nunca se lo imaginaron! Nosotras éramos amas de casa, salíamos solamente a comprar la comida, no sabíamos nada de política. Tuvimos que largar las cacerolas y seguir buscando hasta hoy, porque nunca nadie nos dijo nada sobre nuestros hijos. Ya estamos muy viejas, pero seguimos porque no queremos que nunca más en este país haya otra dictadura, ninguna tan asesina ni tan sangrienta como la última. Ustedes, por suerte, todavía no habían nacido. Por eso, jóvenes, tengan memoria, esto nunca tiene que volver a pasar. Son los jóvenes los que corren más peligro si llega a haber otra dictadura”.
Memorias de estudiantes
El tercer juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza concluyó el 22 de marzo de este año con una sentencia histórica. Seis de los diez condenados lo fueron por dos causas que, juntas, abarcan ocho personas desaparecidas entre el 5 y el 9 de diciembre de 1977, Walter y Gladys entre ellas.
Décadas de trabajos de investigación y documentación por parte de los familiares y los Organismos se vieron enriquecidas en los últimos años por antecedentes de juzgamientos de operativos similares en esas fechas y en distintos puntos del país. En ocasión del segundo juicio, en busca de respuestas sobre el destino del militante desaparecido Jorge del Carmen Fonseca, el fiscal Dante Vega y la doctora Romina Ronda (ambos presentes en el acto por Walter), establecieron que las garras de la violencia estatal fueron dirigidas, entonces, específicamente a las y los militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). La persecución, ahora conocida como “Operativo Escoba”, fue hasta el aniquilamiento masivo.
El PCML surgió como desprendimiento del Partido Comunista y desarrolló actividad política antes que armada, a través de frentes fabriles y estudiantiles con poca masividad. La profundización de la investigación en el último juicio generó sus frutos: permitió reconstruir la historia de quienes fueron militantes del PCML en la provincia, provocó el castigo de algunos responsables, con seis cadenas perpetuas, y dimensionó el rol de la Inteligencia de la Marina en la organización del plan de eliminación.
El “Informe estrictamente secreto y confidencial del Partido Comunista Marxista Leninista Argentino”, documento del Grupo de Tareas 3 de Inteligencia del Ejército, elaborado en 1978, fue prueba fundamental del proceso. Allí dice: “Debido a los distintos operativos realizados en todo el país, en especial el Operativo Escoba, han quedado completamente desarticuladas las regionales Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Misiones y Mar del Plata”. El foco puesto sobre la militancia a nivel nacional es ostensible: diciembre de 1977 fue un mes en el que recrudeció particularmente la represión, con 191 desapariciones forzadas, 89 en la semana que tuvo al PCML como objetivo.
El origen principal de esa militancia, desperdigada desde el golpe de Estado, eran las chicas y chicos estudiantes de La Plata. Desatada la persecución, se refugiaron en la solidaridad de sus compañeros. En Mendoza fueron cobijados pero la represión acució. Parejas muy jóvenes, embarazadas, con hijas e hijos, deambularon de casa en casa, de trabajo en trabajo, de ausencia en ausencia. Muy pocas personas sobrevivieron, son en total doce las desaparecidas del PCML, tres de ellas fuera de la provincia.
“No hay quien la añude”
Walter y Gladys, los más jóvenes, y seis de sus compañeros y compañeras, fueron en parte reivindicados por la justicia. Además del destino de sus restos, falta conocer el del nieto o nieta de María, dado que el juicio permitió acentuar, a la vez, las sospechas respecto del destino de las embarazadas bajo trama de la Marina, y los indicios sobre el rol del asilo Monseñor Orzali, ex Casa Cuna a cargo de la institución “Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor”. Por otra parte, la querella del Movimiento Ecuménico amplió la red de implicados a comisarios provinciales, personal y jefes del Ejército, Policía Federal, Fuerza Aérea y miembros del centro clandestino D2.
La reciente confirmación del Tribunal Oral Federal 1 con respecto a la fecha del 11 de noviembre próximo como la del inicio de un nuevo juicio por delitos de lesa humanidad, fundamenta la posibilidad de avanzar sobre lo que queda, tanto sobre “la caída del PCML” como respecto del resto de las acaecidas y ya profundamente investigadas. En ese sentido, luego del habitual acompañamiento de los jueves a la ronda de las Madres, es que se convoca para el 19 de septiembre a las 12 en Tribunales Federales. El pedido es por la unificación de causas, entre ellas la de los jueces de la dictadura, que darían al debate de noviembre un rasgo histórico por el que se penen tanto responsabilidades civiles como policiales y militares.
Delfina Suárez, la estudiante que conmovió al público en el acto por Walter, dijo a los ojos de María y de sus compañeros y compañeras: “Los jóvenes debemos mantener viva la memoria para seguir creciendo y transformando la Argentina. Esto se puede renovar con los ejemplos de quienes fueron y son capaces de darlo todo por sus valores. Porque a pesar de los fusilamientos, las desapariciones y todo lo demás, no pudieron ni con la juventud ni con la historia. Porque no hay quien la añude. Por mucho que la nieguen, por mucho que la rompan y por mucho que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca. Nosotros la reconstruimos con la verdad, la justicia y la memoria, por gente como Walter. Y estamos cambiando la historia, hace diez años que estamos acá y estamos nuevamente parados, en este hermoso y largo camino de lucha y de profundización de los derechos humanos. Por Walter, por el otro, por María, por las Abuelas y las Madres, por la patria, por la Argentina y por los 30 mil compañeros desaparecidos que viven presentes, ahora y siempre”.
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