La entrañable transparencia
Regresó el presidente Hugo Chávez a Venezuela, para sorpresa de muchos. Por la magnitud y trascendencia del protagonismo del mandatario en la región, esa vuelta sella, a modo de una fotografía, los nuevos valores de la época.
Foto:Ismael Francisco, Prensa Latina
No se equivocó el canciller argentino Héctor Timerman al asegurar que “es fundamental que Chávez siga contribuyendo a la unificación y profundización de una América Latina más unida, ejerciendo una posición única con los factores externos con los cuales tenemos que negociar”. En realidad, el comandante Chávez ha capitalizado, antes que una posición, una oposición, a esos factores externos con los cuales debemos negociar y cuyos intereses son antagónicos.
Pero esto lo ha hecho mostrando a Latinoamérica cómo realizarlo desde un lugar imposible un tiempo atrás: es decir, presentándose desde la conciencia de la propia dignidad, desde la autoestima y el amor por su pueblo, desde las riquezas y la historia de éste, con categorías propias. Es un ejercicio de auto reconocimiento que ha recogido las críticas contra décadas de procesos de degradación y mandatarios genuflexos que no hacían más que responder a esos “factores externos” en contra de los intereses de los pueblos que teóricamente debían representar.
Lo que hizo Chávez, en realidad, fue tomar el guante de la historia de los movimientos populares latinoamericanos que se enfrentaron contra el imperialismo -un término que estuvo en desuso durante mucho tiempo, oculto bajo fantasías posmodernas- y promovió el renacimiento de esos modelos en esta primera década del siglo XXI. Lo que hizo fue recuperar un discurso y una voz, una fuerza argumentativa que nunca había sido experimentada por las nuevas generaciones postdictatoriales.
Junto con ello, y junto a una saga de condiciones miserables, verdaderas aberraciones sociales expresadas en la pobreza extrema y la exclusión que fueron experimentadas por millones a lo largo de la región, llegaron los acuerdos y los apoyos a ese discurso renovador. Se consolidó una nueva generación de mandatarios y mandatarias –Lula, Bachelet, Evo, Correa, Kirchner, Mujica, Lugo- que compartieron las lecturas del comandante venezolano. Desde este entendimiento, el capital básico para entablar cualquier tipo de transformación, se establecieron los acuerdos tácticos y estratégicos de cooperación regional que luego se manifestaron en flamantes instituciones como la Unasur y la Celac. A su vez, el Mercosur, debilitado y menoscabado durante años, revivió o vivió realmente por primera vez. Entonces, los parámetros de negociación entre el subcontinente y esos “factores externos” cambiaron totalmente.
Cuba, marginada brutalmente por las dirigencias de sus pares latinoamericanos durante años, volvió a ser valorada como lo que nunca debió dejar de ser: un pueblo perteneciente a esa Patria Grande que soñó Bolívar y que hoy estamos viendo constituirse en los hechos. La isla caribeña jugó un papel esencial en el renacimiento de un espíritu continental del centro y sur americanos. Fue un bastión de resistencia, un modelo de humanidad y perseverancia, cuya solidez resistió la prueba de más de cinco décadas del bloqueo asesino de Estados Unidos.
El 18 de febrero volvió Chávez a su querido país. A esa Venezuela politizada, saludable. A los millones de venezolanos que celebran el regreso del mandatario, se le suman millones de latinoamericanos que ya ven en el comandante un líder espiritual de esta época.
Siempre ha habido personas que celebran las desgracias, instituciones que canalizan los bajos sentimientos. La enfermedad de Chávez ha quitado nuevamente el velo a las malas intenciones de una prensa adicta al morbo. Muchas mentiras y datos inventados han alimentado las fantasías de empresas periodísticas en Latinoamérica y el mundo. El caso de esa falsa fotografía que mostraba a un Chávez agonizante, que fue publicada el 23 de enero de 2013 por el diario El País de España, reabre el debate sobre la credibilidad periodística, la objetividad y los intereses que cruzan a la comunicación. Una discusión que, frente a este tipo de evidencias, ya debería estar ampliamente superada, sobre todo aquí en Latinoamérica.
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