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05 DE NOVIEMBRE DE 2024
La participación civil en la dictadura militar sigue siendo un hecho donde poner la lupa. Además ¿Cómo vivió la gente común este período oscuro de nuestra historia? Eso, que tantas veces se calla o que simplemente no se detiene la mirada.
Allá por el 76, los represores a la cabeza de un país que empezaba a teñirse de sangre, fueron además los garantes armados del plan económico que finalmente se aplicó y cuyas consecuencias aún hoy, padecemos.
Los militares no actuaron en soledad. Hubo apoyo explícito y tácito. Es necesario entender esto para poder comprender la complicidad de hoy: las demoras y especulaciones en los juicios, las posiciones reconciliadoras de ciertos sectores políticos y eclesiásticos y el continuo e insistente apañamiento de algunos medios de comunicación. ¿Pero qué pasó con el ciudadano común? ¿Aquel, que no militaba, ni ocupaba espacios de gestión o de poder? ¿Cómo lo recordarán los empleados, estudiantes, maestros, recolectores de basura, amas de casa, médicos, desocupados, etc.? ¿Se reconocen en las historias personales los episodios dolorosos de la historia Argentina? ¿Se los recuerda?
En este sentido Judith, docente jubilada, quien en aquel entonces trabajaba en una escuela rural y otra céntrica, recuerda que “fueron años terribles, aunque desconocía lo que pasaba. Yo seguía mi vida normal, con mi esposo y mi hijo, pero había un ambiente raro. Ese año hice un gran esfuerzo y me compré mi primer auto. El 24 de marzo me encontró trabajando. No me siento responsable por lo que pasó, yo no sabía nada. Los medios se encargaron de mentirnos también”.
Los medios en el medio. Como lógica empresarial en busca del rédito económico, los medios de comunicación no ahorraron esfuerzo en congraciarse con la Dictadura para obtener beneficios. El periodista Robert Cox, ex director de The Buenos Aires Herald, afirmó que durante la última dictadura hubo “complicidad de los grandes medios de comunicación” para no publicar noticias sobre violaciones a los derechos humanos, incluyendo el cautiverio de embarazadas y la apropiación de bebés, y dijo que “era cuestión de recibir a las Madres o Abuelas y publicar, pero los diarios no las recibían”.
El periodista dijo cuando estuvo de visita en nuestro país, que en ese diario se recibió un llamado del Ministerio del Interior, cuando estaba a cargo del general Albano Harguindeguy, para que no se publicaran determinadas noticias vinculadas con la represión. Esto demuestra la intervención en materia de comunicación que ejercían los represores.
Hace 2 años atrás, un testigo declaró que su madre fue sacada del centro clandestino donde estaba detenida para realizar una nota en “Para Ti” denunciando la “complicidad” de las empresas periodísticas argentinas con la dictadura militar. Esto se dio en el marco del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA por 18 acusados.
La imputación la realizó Daniel Cabezas, hijo de Thelma Jara de Cabezas, la mujer que estando secuestrada en ese centro de detención ilegal fue sacada para realizar una nota en la revista “Para Ti”, publicada el 10 de septiembre de 1979, bajo el título “Habla la madre de un subversivo muerto”.
La afirmación de que la estatal TELAM (intervenida por la dictadura militar), como Clarín, La Nación y La Razón eran socias de la dictadura, cobró fuerza cuando el testigo lo dijo ante los jueces, y presentó las grabaciones –como pruebas- de las charlas telefónicas que mantuvo con su madre secuestrada.
Como Judith, otras voces. Pepe, quien se desempeña como sodero para obtener dinero que le permita vivir les aclaró a sus clientes “que el sábado 24 no trabajará porque es feriado”. Y aquí se plantea el dilema si es un día de memoria, recordación y pedido de justicia por los desaparecidos, o si es un feriado más que pueda propiciar movimientos turísticos y económicos importantes, o ser considerado para el ocio y descanso. Ejemplos como estos, sobran.
A propósito de las ignorancias y los conocimientos, de las responsabilidades y las omisiones, el filósofo Ricardo Forster, le dijo a la Agencia de Noticias Paco Urondo que “está más claro que no se trató únicamente de una trama militar encriptada en los carteles, sino que respondió a intereses ideológicos, políticos y económicos, que tuvo que ver con una situación que atravesaba buena parte de América Latina en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional. También implicaba quebrarle el espinazo a los sectores sociales activos, militantes, sociales y sindicales y esas identidades políticas que estaban defendiendo una sociedad más equitativa, con justicia social. La Dictadura no pudo ser posible sin la complicidad civil que incluye por supuesto a la corporación mediática, a los grandes medios que alimentaron a la usina golpista, que ocultaron las políticas de represión, los campos de concentración”.
Pablo Parenti, Coordinador de la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las Causas por violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante el terrorismo de Estado, también para la misma agencia supo decir: “no caben dudas que la dictadura argentina fue cívico militar. Ahora, no toda la participación civil en una dictadura se transforma inmediatamente en imputación penal. No toda responsabilidad social se hace a través del Derecho. Hay muchas personas que quizá participaron de la dictadura militar pero pueden haber participado en lugares donde no tenían un vínculo directo con la represión” De esta manera, el letrado sostuvo que el derecho penal es parte de la manera de saldar cuentas con el pasado. Pero sólo una parte.
Lo que la dictadura nos dejó. El gobierno de facto no sólo dejó un proceso de concentración y centralización económica, pérdida de derechos y conquistas laborales, endeudamiento externo, desapariciones de militantes populares, hijos y nietos desaparecidos represión, abusos y muerte. Hubo un trabajo más fino que se instauró desde la desinformación y el miedo como estrategia. El ocultamiento de la locura y la perversión como metodología para imponer la crueldad, ya que gran parte de la sociedad ignoró lo que pasaba o lo que intentaba no ver. La negación como lugar cómodo, o como táctica de supervivencia. Estos aspectos que han atentado -directa o indirectamente- contra la memoria colectiva y la búsqueda de la verdad, que han contagiado y educado la falta de compromiso como característica cultural, también son parte de un proceso que hay que revisar.
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