La desvinculación entre la gestión del agua y la producción impacta en el sector rural
Referentes de Mendoza y San Juan plantearon la necesidad de poner en marcha políticas públicas concretas y de cumplir con leyes vigentes para impulsar el desarrollo del sistema agroalimentario regional.
Profesionales de ámbitos públicos y privados coincidieron en que la crisis hídrica debe estar en el centro de la toma decisiones. Foto: ilustrativa Télam
La desvinculación entre la gestión del recurso hídrico, la tierra y la producción impacta profundamente en el sector rural. Esa fue una de las conclusiones del séptimo Foro Regional "Los Desafíos de la Gestión Territorial Rural", organizado por la Unidad Mixta para el desarrollo y la sustentabilidad del Sistema Agroalimentario Regional Mendoza y San Juan.
Este espacio se creó con el objetivo de contribuir a la comprensión de las complejidades y transformaciones de los territorios rurales y proponer estrategias de abordaje para la formulación de políticas públicas. Teniendo en cuenta esta visión, está integrado por el Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA, las facultades de Ciencias Agrarias, Ciencias Económicas, Ciencias Políticas y Sociales, Filosofía y Letras y de Arte y Diseño de la UNCUYO; y los institutos Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales; de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales y Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas del CCT Conicet Mendoza.
En el foro, que se realizó en forma virtual, referentes de distintos ámbitos compartieron su visión sobre los desafíos del sistema agroalimentario regional.
El agua y la tierra, como ejes
Durante el encuentro, referentes de ámbitos públicos y privados coincidieron en la necesidad de impulsar políticas públicas concretas para evitar que las problemáticas que afectan al sistema agroalimentario de la región se profundicen, especialmente la situación crítica respecto del recurso hídrico y la necesidad de que el ordenamiento territorial deje de ser solo una ley sin cumplimiento efectivo. También en la necesidad de vincular la gestión del agua con el territorio y la producción.
Mario Salomón, gerente de Inspecciones de Cauces de la primera zona del río Mendoza, plantó que la región carece de una política hídrica de Estado, de decisiones conjuntas y articuladas. Dijo que una muestra de ello es que en Mendoza no se realiza ni aprueba el balance hídrico tal como está pautado por ley, una información clave para la toma de decisiones.
“Hay que ser más pragmático, ir a las cosas. Trabajar en forma más articulada entre nación, provincia y municipio, en temas relacionados con el uso de agua superficial y subterránea, en aprovechamiento de aguas residuales, en nuevas energías”, expresó.
El profesional subrayó que la gestión del agua no tiene vinculación con la tierra y la producción, a lo que, aseguró, se suma un sesgo urbanístico que legitima inequidades. Dijo que existe una inercia respecto del cumplimiento de la Ley de Ordenamiento Territorial y aseguró que una prueba de ello es que ni la Agencia (el órgano responsable de cumplimiento de la norma) ni el Consejo (un órgano consultivo) están funcionando.
El investigador Luis Jiménez, coincidió con Salomón en la necesidad de entender que el balance hídrico es el ABC para cualquier planificación y resaltó que, mientras ese aspecto no esté resuelto, solo existen expresiones de deseo. Dijo que no se asume que el agua es el recurso más valioso y que es necesario utilizarlo con racionalidad para el mayor beneficio social, económico y medioambiental.
Jiménez contó que en San Juan la crisis hídrica es más profunda que en Mendoza. Explicó que, desde distintos sectores, hicieron dos propuestas: agotar el volumen residual de los embalses, con lo cual se utilizaría la reserva de seguridad, o el agua de los acuíferos subterráneos, que no tiene recarga. Frente a este panorama complejo, el Ejecutivo analiza distintas alternativas, algunas de las cuales provienen del sector científico.
Políticas urbano-céntricas
El ingeniero agrónomo Daniel Massi planteó que las políticas públicas son urbano-céntricas, que existe un ninguneo de lo rural. Explicó que la prueba más contundente de esa realidad es la falta de inversión en caminos, en educación, en salud, en conectividad, aspectos que hacen imposible que exista un desarrollo equilibrado entre zonas urbanas y rurales.
Massi aseguró que existe una falta de comprensión de la problemática rural. A modo de ejemplo, comentó que existen políticas positivas, como líneas de crédito destinadas a mejorar los sistemas de riego (del Fondo para la Transformación y el Crecimiento), pero que no pueden ser utilizadas por pequeños productores porque una condición es construir un reservorio de agua, algo que está fuera de su alcance.
Respecto de esta política crediticia, expresó: “¿Quién termina usando ese crédito? La gran empresa, porque aquellos que más lo necesitan, que son acusados de ser grandes gastadores de agua, no pueden acceder a esta solución, porque es una solución incompleta. Entonces hay una falta de comprensión de la problemática agrícola y también hay que decir que las organizaciones agropecuarias no tienen la visión para plantear estas demandas”, fueron sus palabras.
Por su parte, Teresa Rauek, exintegrante del Departamento General de Irrigación (DGI), destacó la necesidad de avanzar en una articulación real entre el sector académico y los tomadores de decisión, así como en la evaluación de la información disponible y en la educación ambiental, para que la población conozca el tema y exija medidas concretas.
En el mismo sentido, José Pozzoli, del Instituto Nacional del Agua, aseguró que es indispensable aceitar la relación entre el sector científico técnico y quienes toman decisiones. Dijo que los primeros tienen gran capacidad de análisis sobre la problemática hídrica, pero que, cuando se toman decisiones respecto de proyectos de envergadura, como el perilago de Potrerillos, estos no pasan por los consejos consultivos, donde los especialistas podrían aportar.
Por su parte, el director del Centro Regional de INTA, Claudio Galmarini, dijo que el recurso hídrico debe ser la prioridad, el factor ordenador para tomar decisiones, especialmente respecto de la producción. Explicó que el organismo trabaja con esta visión central en el acompañamiento del sector productivo para analizar y proponer soluciones ante una crisis que se agudizará con el tiempo, si no se toman medidas de mediano y largo plazo.
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