Todo sobre la relación de Milei con Estados Unidos, tras el triunfo de Trump
Columna de Política Internacional con Augusto Grilli Fox.
19 DE NOVIEMBRE DE 2024
El autor es abogado, periodista y analista político. Además es director del Centro de Estudios Nueva Mayoría y del sitio www.nuevamayoria.com, especializado en análisis latinoamericano.
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Rosendo Fraga para www.nuevamayoria.com
Publicado el 09 DE SEPTIEMBRE DE 2016
La destitución de Dilma Rousseff en Brasil ha mostrado una actitud coincidente por parte de los gobiernos de Argentina y los Estados Unidos. En ambos casos, se reconoció la institucionalidad de la remoción y la legalidad el gobierno de Temer.
Desde la asunción de Mauricio Macri, la Argentina buscó la coincidencia con los Estados Unidos en materia de política exterior. La visita del presidente Barack Obama a Buenos Aires a fines de marzo y su afirmación de que Argentina es "el ejemplo para la región" fue un rápido resultado en esta política, ratificada por declaraciones del presidente estadounidense en la Cumbre del G20. La visita de Macri a Washington con motivo de la Cumbre Nuclear, así como la realizada por el secretario de Estado, John Kerry, a la Argentina en la primera semana de agosto, reforzaron el acercamiento, ya con Temer en el poder en Brasil en forma previsional.
Cuando 20 países de la OEA decidieron discutir la aplicación de la "Carta Democrática" a Venezuela, Estados Unidos, Brasil y Argentina votaron en coincidencia apoyando esta posición. Lo mismo sucedió cuando, semanas después, 16 países del continente emitieron una declaración reclamando al gobierno venezolano la realización del referéndum revocatorio.
La coincidencia de Washington con Brasilia y Buenos Aires es un escenario que comenzó a darse a partir de la asunción interina de Temer y que puede consolidarse con la destitución Dilma.
Al mismo tiempo, la decisión del Senado brasileño de confirmar la separación de la expresidenta brasileña revitalizó al ALBA. Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Ecuador condenaron la destitución. Lo mismo hizo Uruguay, así como varios países del Caribe que permanecen en dicho grupo. Coincidentemente, el presidente saliente de UNASUR, Ernesto Samper, que ha estado casi inactivo durante el año, intenta reunirlo con la intención de que se pronuncie sobre la destitución de Dilma.
Hoy es imposible un consenso dentro del mismo sobre el problema, dadas las fuertes diferencias existentes. Cabe señalar que tampoco se ha elegido al Presidente de Unasur, algo que Samper intentará, aunque difícilmente lo logre. Es que la falta de cohesión política que hoy tienen los gobiernos de la región y la reciente condena de los países del ALBA al nuevo gobierno de Brasil hacen inviable un acuerdo.
De los 12 países del grupo, cinco han condenado la destrucción de Dilma. Puede suceder lo que hoy tiene lugar en el Mercosur, que a dos meses de vencido el plazo para la designación del Presidente semestral pro-témpore no sólo no se ha logrado acuerdo, sino que este grupo regional se encuentra en la crisis política más grave desde su creación en 1991, al asumir de hecho la presidencia Nicolás Maduro, a quien correspondía el turno, con el apoyo sólo de Uruguay y Bolivia –que está en proceso de incorporarse como miembro pleno– frente al rechazo de Brasil, Argentina y Paraguay, que impulsan una presidencia transitoria rotativa.
Una tercera posición es la expresada por Colombia y Chile, que sin pronunciarse sobre el procedimiento han elogiado la figura de Dilma. Esta posición "ecléctica" –que también asumieron algunos países del Caribe– busca eludir alinearse con ninguna de las dos partes del enfrentamiento que se está dando en América del Sur, con Brasil, Argentina, Perú y Paraguay por un lado, y los países del ALBA y Uruguay por el otro.
Las posiciones han sido coincidentes, con alineamientos semejantes en la destitución de Dilma y la crisis venezolana. La posición de Juan Manuel Santos quizá se explique porque el 2 de octubre se vota en su país el referéndum convocado para avalar el acuerdo de paz con las FARC. Los sondeos dan cerca del 60 % al voto por el Sí –votaría la mitad del padrón–. Cuba ha jugado un rol importante para lograr este acuerdo y el chavismo no ha interferido, pese a las tensiones que ha tenido con el gobierno de Santos.
En cuanto a Chile, su gobierno –que atraviesa un momento difícil, con Michele Bachelet en el mínimo de aprobación como presidente en la opinión pública–, como viene sucediendo con los gobiernos de la Concertación, evita el alineamiento entre el ALBA y el centro-derecha, al cual adscriben hoy los dos principales países del Mercosur (Brasil y Argentina).
La presencia de Temer en la Cumbre del G20 realizada en China mostró que su gobierno es reconocido como tal por una veintena de países que reúnen el 85 % de la economía mundial y el 65 % de la población.
En el caso de Brasil, las elecciones municipales que tendrán lugar el 2 de octubre pueden contribuir al afianzamiento de Temer. La bolsa de Brasil ha sido la que más subido en el mundo en lo que va del año: 70 % en dólares; el real es la moneda que más se ha revaluado (27 %) y el valor de las acciones de Petrobras se ha multiplicado por 9.
El mercado apostó a que la salida de Dilma provoque una mejora sustancial en la economía del país. Buena respuesta en los mercados, realización de las Olimpíadas con éxito y destitución de la expresidenta fueron marcando el gradual afianzamiento de Temer en el poder, al que inicialmente muchos adjudicaban pocas posibilidades de mantenerse.
Las elecciones municipales que se realizan el 2 de octubre pueden permitir una consolidación en el plano político, cuando la estrategia de oposición del PT se está centrando en un llamado adelantado a elecciones presidenciales. Estos comicios han tenido más incidencia que en otros países de la región. Es que gobernar municipios como San Pablo y Río de Janeiro –las ciudades más grandes de América Latina– tiene una gran importancia política.
El escenario probable hoy es que el PT tenga resultados desfavorables y eso favorece a Temer. Mientras tanto, dicho partido se refugia en la movilización callejera y en exigir elecciones presidenciales anticipadas, cuando el desarrollo de las causas de corrupción se sigue ampliando, llegando ahora a los fondos de pensión.
En conclusión, la destitución de Dilma en Brasil mostró a Washington y Buenos Aires coincidiendo nuevamente en un problema relevante de la agenda política regional. Los países del ALBA se han pronunciado contra la destitución y varios de ellos han retirado sus embajadores; tanto Chile como Colombia han intentado una posición intermedia, eludiendo condenar la destitución, pero elogiando a Dilma en lo personal y en tanto en Brasil, las elecciones municipales del 2 de octubre pueden afianzar a Temer en el poder.
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