Los acontecimientos se sucedieron como un terremoto con réplicas en el milenario territorio mexicano. Por eso falta un periodista y nuestro, de ser posible.
“La opción que me dieron fue que me tome mis vacaciones o una licencia sin goce de haberes. Elegí la primera, porque no me daba el cuero. Todo el resto es aporte y ayuda de amigos y compañeros”, explicaba hace unos días Enrique Pfaab en Facebook a su colega Alejandro Gamero.
“Qué bravo que sos... suerte y cuidate. Te voy a estar leyendo”, contestaba con admiración el periodista experto en casos judiciales.
Pfaab resumía en esa frase su intención de viajar a México para contar qué pasaba con la búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos en el Estado de Guerrero.
La noticia que me alegró y me admiró se conoció en la red social en el medio de la tristeza popular por la muerte colectiva de El Chavo, El Chapulín Colorado, el doctor Chapatín y demás los personajes chespiritianos.
El asunto es que el "Gringo" Pfaab va por todos los que quisiéramos estar allá; eso es lo que sentí cuando me metí a su blog “Un argentino en Ayotzinapa”.
Ayotzinapa es el pueblo de Guerrero donde desaparecieron los 43 chicos mexicanos. Enrique está obsesionado con el caso. Es un periodista que hace un culto de la crónica, ahí se nota su obsesión. Sus narraciones periodísticas marcan un estilo simple para contar lo complejo. El cronista marca el rumbo desde San Martín, su tierra adoptiva.
El dato que aporta el mismo protagonista es su idea de ser un corresponsal de guerra y, por las noticias que llegan desde el estado norteamericano, aquello se le parece bastante. No será una guerra convencional entre ejércitos regulares pero sí se parece a un escenario beligerante permanente.
Alguna vez, un veterano periodista me confió como un secreto compartido por generaciones que para conocer a un país, o mejor dicho a un pueblo, en sus más profundos sentidos había que estar en casos extremos. Por ejemplo, en situación de paz social había que estar en medio de una votación; eso lo pude observar cuando me tocó cubrir la primera elección de Michelle Bachelet en 2006. O en circunstancia de desastre, como puede ser la consecuencia de un tsunami japonés. O como en este caso mexicano donde el narcotráfico parece haber carcomido los cimientos de las instituciones y está desgajando a un pueblo en carne viva.
Por eso, cuando a partir del 11 de diciembre Enrique Pfaab comience con su aventura-experiencia periodística, lo vamos a seguir porque, más allá de que parezca una obviedad, será uno de nosotros que está allí, buscando saber qué pasó con los 43.