No hay plata: cómo la crisis económica afecta lo que elegimos comer, deteriora la salud y los vínculos sociales

Especialistas aseguran que nuestra calidad de vida está afectada. Sugieren que, pese a las dificultades, se elijan alimentos lo más sanos posible para evitar enfermedades, sobre todo en los más pequeños.

No hay plata: cómo la crisis económica afecta lo que elegimos comer, deteriora la salud y los vínculos sociales

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Santiago Serrano

Publicado el 03 DE SEPTIEMBRE DE 2024

La crisis económica que atraviesa Argentina desde hace tiempo ha dejado una profunda huella en diversos aspectos de la vida cotidiana de la ciudadanía. Especialistas aseguran que, entre las manifestaciones más notables, se encuentran el deterioro en los hábitos alimenticios, cambios en las relaciones sociales y en las posibilidades de disfrutar de entretenimientos, un declive en la salud, tanto física como mental, y dificultades para acceder a la educación. Sugieren que, pese a estas condiciones, se elijan alimentos lo más sanos posible para evitar enfermedades y desgaste en la calidad de vida, sobre todo de los más pequeños.

La devaluación de hace más de un semestre provocó una suba de precios, acompañada por un crecimiento salarial muy inferior a este aumento. Esta combinación derivo en una notoria pérdida del poder adquisitivo en el empleo registrado y en informal. Algunos datos: en lo que va del año, según el Indec, el consumo en supermercados acumula un descenso del 12,4 %. En materia de consumo, todo disminuye, incluidos los alimentos más básicos: por ejemplo, el de carne bajó el 6,5 % en 2024. También la nafta y el gasoil se derrumbaron en junio el 12 % con relación a 2023, y la caída llega al 20,6 % en el segmento premium.

Alimentación, salud y educación

La bromatóloga, egresada de la UNCUYO, María Cecilia Butacabula, diplomada en Gestión de Calidad, en diálogo con Unidiversidad, remarcó, como primera medida, la necesidad de “tener tacto a la hora de analizar y recomendar diferentes opciones con base en la alimentación”, debido a que el contexto, lejos de ser el adecuado, se codea con los parámetros de la marginalidad, sea el ambiente social que sea. Teniendo en cuenta la grave realidad, Butacabula alertó que ahora más que nunca hay que poner todos los focos en la seguridad alimentaria de la sociedad argentina, ya que, al ser tan extrema la situación, “dentro de las posibilidades de cada persona, es fundamental elegir los alimentos más naturales y menos dañinos” para que no haya que lamentar un deterioro en la salud. Debemos evitar que aquello que ingerimos “dispare enfermedades como la diabetes o la obesidad, por ejemplo, o que se presenten muchos casos de intoxicaciones por comer alimentos en mal estado o vencidos”.

Entendiendo que la falta de dinero provoca un importante caída en la calidad y cantidad de los alimentos que se consumen, la bromatóloga recomendó que se analicen todas las posibilidades dentro del abanico que tiene cada familia para elegir lo mejor posible o lo menos dañino para cuidar la salud propia y, sobre todo, de los más chicos. “En la mayoría de los casos, el desfasaje nutricional que provoca el desconocimiento de las propiedades de los alimentos, sumado a la crisis feroz que atraviesa el país, genera que las personas se enfermen masivamente o que ese desbalance nutricional predisponga de mala manera al cuerpo en todos los ámbitos de la vida. Cuesta más levantarse, se vive con mayor cansancio y sueño, las energías son mínimas y el rendimiento diario merma considerablemente a la hora de enfrentar la rutina diaria”, expresó Butacabula.

La bromatóloga Butacabula sostuvo que, dentro de las posibilidades de cada persona, es fundamental elegir los alimentos más naturales y menos dañinos posibles. Foto: Pixabay

Por su parte, la nutricionista Sofía Vilches coincidió con Butacabula y agregó que este deterioro en la calidad de vida de las personas “seguramente provoque consecuencias negativas para la salud a largo plazo ” y afecte otros ámbitos de la vida, “como es el caso de la educación”. En ese sentido, la nutricionista recurrió a una frase: “No hay verdad más grande que aquella de que, para poder estudiar, hay que tener la panza llena”, por lo que aseguró que, si las condiciones de este presente se extienden en el tiempo, “millones de chicos tendrán muchas y variadas dificultades para aprender en las escuelas”.

Relaciones sociales y emociones

Teniendo en cuenta la opinión del gastroenterólogo Francisco Ceballos, la nutricionista detalló que esta transición hacia alimentos más baratos y menos saludables no solo afecta en lo nutritivo, sino también el bienestar emocional y las relaciones sociales. A estas patologías se les suma el impacto en la salud mental, que tiene la particularidad de jugar un doble rol: manifestarse por sí mismo o aparecer como producto del daño provocado por los malestares nombrados con anterioridad.

“El no tener dinero para comer como corresponde o, aún peor, para ni siquiera poder comer, ataca la salud alimentaria, por ende nutricional, las relaciones sociales y la salud mental de quienes atraviesan esa situación. Es por ello que la conclusión es tan fácil como grave: no se trata de un problema puntual, sino que este flagelo deteriora de manera global aspectos fundamentales de la vida”, cerró Vilches.

En las reuniones sociales se puede reemplazar el asado por un menú de pollo o pastas. Foto: Freepik

Por su lado, el sociólogo y asistente social Gervasio Suárez aseveró que este presente “es, sin dudas, un golpe mortal para la vinculación social y las diferentes actividades de esparcimiento” de las y los ciudadanos por el simple hecho de “significan, por mínimo que sea, disponer de cierta cantidad de dinero para llevarlas a cabo”.

“En muchos casos, lo que se puede notar a simple vista es que las personas que antes podían elegir qué actividad realizar para su goce, en la actualidad, acuden a las que pueden, como son los casos de eventos gratuitos”, consideró Suárez.

En esa línea, el asistente social contó que "otra de las consecuencias, en el caso de los más pudientes, es modificar el menú y la cantidad a la hora de juntarse. Por ejemplo, reemplazar el asado por un menú de pollo o pastas, y también, en caso de ingerir alguna bebida alcohólica, comprar las opciones más económicas frente a las deseadas”. Aseguró que quienes están en una situación más compleja directamente "desisten de esa posibilidad y no acuden a ningún lugar de esparcimiento o encuentro social".

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