La Contreras: el flamenco impuro de Mendoza

El ciclo Música de acá,  que se emite cada jueves a las 20.30 por Radio Universidad, recibió a María Contreras. Detalles de un estilo antiguo que suena profundamente gitano.

La Contreras: el flamenco impuro de Mendoza

Cultura

Unidiversidad

Daniel Postizzi

Publicado el 16 DE JUNIO DE 2014


Quien haya tenido el placer de disfrutar de su arte en el escenario; quien haya oído a esta enorme cantaora con sus destrezas, su pasión gitana hecha vestimenta, sus letras de amores y de penas; quien haya visto en ella esa fuerza gigantesca que llena de sangre flamenca cada rincón del alma, no podrá creer que María Contreras comienza la charla previniéndonos de su timidez a la hora de dar entrevistas, nos avisa que suele ponerse nerviosa. Se enorgullece de sus 17 años al frente de Simpecao, pero se sonroja cada vez que repasan su trayectoria en su presencia.

A la hora de recontar su carrera hay que decir que su talento parece no tener límites y que, lejos de estancarse en ser solo “la ex–Simpecao”, continúa jugando y jugándose con su sexteto La Contreras, fusionando los ritmos latinos, las melodías azarosas del jazz y su voz gitana, sin temor alguno.

En gran parte, esta costumbre de atreverse a estar siempre danzando sobre las fronteras de los estilos habla de una artista que desde su comienzo tuvo a la diversidad de géneros como regla. Así lo detalla: “Empecé de muy chiquita con la danza, con clases de violín, amo el tango por raíz paterna, la música andaluza por sangre materna, el folclore cuyano… Siempre en las reuniones familiares había música, baile. Me encanta el rock y arranqué a los 16 años con  Ananá Split haciendo coros y en La Rebelión (rock). También formé parte de La Sonaja, una banda de salsa, junto a Ini Ceverino, Clonty Benegas, Gabriela Guiñazú, Olguita, la Fuqui, entre otras grosas, una experiencia muy divertida. Algún día vamos a volver para hacer algo”.

En 1992 formó, junto al guitarrista Daniel Moreno, La Rumba Flamenca, que tres años después se convertiría en un suceso mendocino. “Al principio, con Simpecao costó. Fue dificilísimo porque a quienes escuchaban el flamenco profundo no les cerraba la idea de la fusión y para los que no entendían mucho la cultura de la rumba flamenca, del cante, era como cantar en japonés; nos miraban rarísimo. Pero, de a poco, creo que a la gente le gustó, empezamos a tener aceptación. Tomamos la parte más popular del flamenco que son las rumbas, a las que nosotros le sumamos ritmos muy nuestros, además de la influencia árabe. Allí puse todo mi amor por la música y pude unir las cosas que más me gustan: el baile y la música; traté de plasmar todo el arte en Simpecao. Y lo disfruté muchísimo, tengo hermosos recuerdos, de los mejores momentos de mi vida. Fueron años muy lindos en lo personal y profesionalmente”.


El Oro y La Palabra

“Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”. Y, sin faltar el respeto a Don Pablo Neruda, podríamos agregar que se llevaron la música y nos dejaron la música. “Hay distintos estilos, que se llaman "palos", en el flamenco; la parte más popular es la andaluza, que dejó de ser andaluza en realidad hace mucho tiempo con la llegada a América de los primeros conquistadores. Acá se fusionaron mucho, sobre todo en Cuba y en Centroamérica; volvieron esos ritmos, esos cantes a Andalucía y se llaman cantes de ida y vuelta, por ejemplo, la rumba, que es un ritmo originario traído por los africanos a Cuba, pero vuelve a Andalucía, formándose la rumba flamenca. Así hay muchos géneros, como el tango flamenco, que es un ritmo originario de América… son cantes de ida y vuelta, que han vuelto a Andalucía para aflamencarse”, cuenta María, siempre apasionada.


Y olé…

El arte es un proceso en constante movimiento, una construcción simultáneamente social e individual, actividad eterna y efímera; tanto es así que muchas veces, en el momento de su difusión, la hacedora ya ha mutado hacia otro estadio artístico, por tanto, su arte también. En el mundo musical, esa búsqueda infinita por los senderos del pentagrama es a veces caótica y confusa, a veces sabática y parsimoniosa, a veces fundante y gestora de ese proceso que es la creación. Y María Contreras, artista inquieta, ha pasado desde hace tres años a esta parte por esos vaivenes de la creación hasta ir configurando esa mestiza identidad artística que demuestra en cada presentación, como la más reciente en el Teatro Independencia.

Mostrando ese flamenco impuro que permite reencontrarse con las raíces de lo diverso, con lo latino del flamenco, con lo español de la rumba, La Contreras está estrenando un disco desbordante de talentos, con exquisiteces que se desprenden sutilmente en cada nota de sus integrantes. La Contreras sigue siendo María, la de los clásicos y la de las creaciones constantes. La de la historia simpecao y la de los desafíos. Tan ibérica, tan del otro lado del charco; tan del Oeste sin puerto, tan “música de acá”.

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