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20 DE DICIEMBRE DE 2024
El profesor de la carrera de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO, Juan Carlos Alé, aseguró que los mendocinos seguimos modas extranjeras y no comprendemos que se puede hacer una casa bella, que aproveche los recursos naturales y sea amigable con el medio ambiente.
Los antiguos habitantes de Mendoza construyeron sus casas a prueba y error: comprobaron que lo mejor para vivir en esta tierra seca era orientarlas hacia el norte, con paredes anchas, de adobe para que acumularan calor, con pocos ventanales, con galerías y con una enredadera o una parra para protegerse del sol de la siesta. Pero las nuevas generaciones dejaron de lado esas certezas y se enamoraron de modelos de vivienda importados que, aunque bellos, no tienen relación con el entorno, no aprovechan las energías naturales y son poco amigables con el medio ambiente.
“Queremos ser como otros, pero no queremos ser como debemos ser acá, no respondemos al clima que tenemos, sino a las modas. Nuestra idea de belleza está puesta en las grandes edificaciones de otros lugares, que no se adaptan a nuestra zona. Nosotros podemos hacer cosas hermosas, pero no estamos en esa tesitura”. Con esas palabras, el arquitecto Juan Carlos Alé, docente de la carrera de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO, definió el meollo del problema. El experto está convencido de que debemos recuperar esas viejas claves constructivas, pero con una mirada fresca, creativa, que permita aprovechar al máximo los avances tecnológicos para utilizar las energías limpias.
Para el profesional, la solución pasa por acomodar nuestros parámetros de belleza y no existe otro modo de hacerlo que con educación. Por eso les repite a sus alumnos que es posible hacer una arquitectura regional bella, con soluciones coherentes con el entorno y con el clima, que aproveche todos los recursos naturales y respete el medio ambiente.
Alé cuenta que el desafío de la nueva carrera de la UNCUYO –de la que en breve saldrán los primeros egresados– es formar profesionales que propongan una arquitectura sustentable. En consecuencia, les enseñan a proyectar teniendo en cuenta las características del clima, los entrenan en la utilización de las energías limpias, en la reutilización del agua y en el tratamiento de los residuos domiciliarios para que los conviertan en gas.
Para el titular de la cátedra Instalaciones I Acondicionamiento Natural, el desconocimiento de los arquitectos hace que no les propongan alternativas a sus clientes. Por eso les repite a sus estudiantes que es necesario que esas propuestas estén traducidas a números, que les muestren a los futuros habitantes de la casa cuánto dinero ahorrarán si apuestan por un buen proyecto, una buena construcción y aprovechan los recursos naturales.
Volver a la prueba y el error
Alé impulsa a sus alumnos a crear viviendas bioclimáticas y les enseña que el punto de partida es estudiar las características del clima: seco, con gran amplitud térmica entre el día y la noche, con suaves brisas del sur, con fuertes vientos del norte que cambian rápidamente la temperatura (el zonda). Luego los anima a proyectar las mejores respuestas para esa realidad; las estrategias básicas siguen siendo las mismas de los antiguos habitantes: un buen aislamiento del terreno, con orientación al norte, paredes anchas, galerías y aleros para provechar el sol y para protegerse de él, y ventanales en los muros frontales, que permitan aprovechar la ventilación cruzada que aportan las brisas del sur.
El arquitecto comentó que en cuanto a técnicas de calentamiento, lo mejor es construir paredes gruesas, que tengan masa, ya que se “cargan” de energía durante el día y la entregan durante la noche. Dijo que, teniendo en cuenta este concepto, no es una buena solución para nuestro clima que la mayoría de las casas se construyan con muros de 20 centímetros, porque no tienen el grosor suficiente para acumular energía. Para que una casa sea bioclimática, las patas esenciales son un buen proyecto y una mejor construcción, y a eso se debe sumar la utilización de la tecnología para aprovechar las energías renovables, por ejemplo, a través de calefones y cocinas solares, de estrategias que posibiliten reutilizar las aguas llamadas grises, como las del lavarropas, para regar los espacios verdes.
El profesional apuesta a que las nuevas generaciones de profesionales entiendan la importancia de hacer un proyecto unido al entorno, porque advirtió que si se construye sin tener en cuenta esa variable, luego es difícil adaptar esa casa o edificio. “Sabemos el problema que existe a nivel mundial con el cambio climático y desde la arquitectura se puede hacer mucho en el uso de todos los recursos, no sólo de la energía, sino también del agua, del tratamiento de los residuos, de la tierra, del aire. En la carrera les enseñamos a los chicos a proyectar con el clima, a entender que se puede hacer una arquitectura regional bella, que respete el entorno y aproveche todos los recursos naturales”, insistió.
El profesor de la carrera de Arquitectura de la UNCUYO Juan Carlos Alé aseguró que los mendocinos desperdiciamos la energía del sol, un recurso que muchos lugares no poseen.
Estadísticamente, Mendoza tiene sol el 65 % de los días del año y es necesario aprovechar su energía de dos modos: con el proyecto y la forma de construcción, que si está bien hecho ayuda a aprovechar esa energía, y con tecnología, como calefones, cocinas y otros elementos que permitan utilizar ese recurso natural y bajar así el consumo de gas.
El arquitecto Juan Carlos Alé explicó que existe una coincidencia entre los parámetros que se necesitan para que una construcción sea bioclimática y lo que se necesita para que una estructura soporte un sismo. Explicó que esta coincidencia se traduce en la necesidad de utilizar materiales pesados y gruesos y lograr lo que se denomina “masa”.
El especialista recalcó que la conjunción de materiales pesados y de muros gruesos forman masa, que cumple la doble función de captar la energía solar en el día y liberarla en la noche, y al mismo tiempo resiste mejor un sismo que otros materiales livianos.
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