La capacidad de jugar al ajedrez no se relaciona con el género, sino con las oportunidades
Raquel Herrera, presidenta de la Federación Mendocina de Ajedrez, aseguró que pensar, analizar, tomar decisiones y anticiparse a otra jugada es algo que pueden hacer hombres y mujeres, cis y trans. Polémica por la exclusión de personas trans en categorías femeninas de torneos mundiales.
Carla Herrera y Liliana Burijovich juegan una competencia simultánea. Foto: cortesía Raquel Herrera
La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés) prohíbe a jugadoras trans participar de torneos femeninos que organice, como es el caso del Campeonato Mundial. Raquel Herrera, presidenta de la Federación Mendocina de Ajedrez (FMA), consideró que esta decisión es polémica, producto de una estructura machista históricamente arraigada en el ajedrez, que considera que los hombres y las mujeres no están en igualdad de condiciones en cuanto a su capacidad mental.
Inicialmente, es preciso aclarar que una mujer trans es quien se identifica como mujer, a pesar de que al nacer, y por su genitalidad, se le asignó una identidad masculina. A su vez, un varón trans se autopercibe varón aunque al nacer le hayan asignado el sexo femenino. Las personas no binarias, como su nombre deja ver, se identifican por fuera del binarismo varón/mujer. Sucede que la FIDE, según explica en el mismo comunicado, desde hace un tiempo recibe numerosas solicitudes de reconocimiento de cambio de género de individuos miembros que se identifican como trans.
Raquel Herrera, además de ser la primera mujer en ocupar la presidencia de la FMA, es profesora de Educación Primaria egresada de la UNCUYO y profesora de ajedrez en la Municipalidad de Maipú. Ella tomó como punto de partida que la viralización del comunicado sirve para cuestionar una estructura machista históricamente arraigada en el ajedrez: ¿por qué una mujer trans no puede jugar en la categoría femenina?
Detrás de esta idea, aseguró, subyace un pensamiento arcaico de que los hombres piensan mejor que las mujeres. Manifestó que la decisión de la FIDE es extremadamente polémica y va a recibir, seguramente, demandas y reclamos de parte de organizaciones que luchan por los derechos de las personas LGBTIQ+, que no se van a quedar de brazos cruzados. Pero el cambio es lento y progresivo porque en el ajedrez, como en otros lados, se están desarmando ciertas estructuras que son históricas, aunque obsoletas.
Raquel Herrera en la inauguración de las actividades de ajedrez en el Club Pedro Molina. Foto: Facebook Federación Mendocina de Ajedrez.
“La mujer y el hombre pueden pensar de la misma manera, pueden jugar de la misma manera, pero, de alguna manera, ellos deben seguir pensando que las mujeres no tenemos las mismas capacidades que los hombres”, sostuvo tajante contra la FIDE.
El ajedrez tiene múltiples beneficios. Mentalmente, ocupa gran parte del cerebro para poder pensar, analizar, tomar decisiones. El cerebro trabaja como un músculo y, cuanto más se ejercita, más habilidades desarrolla, como la memoria y la agilidad mental. Jugar al ajedrez facilita la resolución de problemas y el análisis crítico de las situaciones, pero también aporta un desarrollo emocional: trabaja la empatía –al tener en cuenta lo que pasa por el cuerpo y la mente de otra persona–, el manejo de las frustraciones, el desafío de poner el cuerpo en las competencias. ¿Qué de todo esto es exclusivo de un género? Nada, asegura Herrera. Son solo prejuicios y estereotipos.
Foto: Facebook Federación Mendocina de Ajedrez
Pensar el ajedrez no tiene género; las oportunidades, sí
Tanto a nivel local como nacional e internacional, en ajedrez hay tres tipos de juego, basados en una división binaria de género: competencias masculinas, competencias femeninas y competencias abiertas –que son mixtas y no hacen distinción entre las personas inscriptas–. Sin embargo, explicó Herrera, la separación en categorías responde a una intención de inclusión: nació como un juego tradicionalmente masculino, y las mujeres, como minoría, abandonaban al ser una sola frente a decenas de varones.
Este panorama se replica aquí y ahora. Por eso, la presidenta de la FMA apuntó a la necesidad de generar un movimiento decidido de inclusión en esta disciplina en la provincia: “Las mujeres somos minoría acá en Mendoza. Buenos Aires, Córdoba y San Luis tienen más inclusión porque se viene trabajando en la escuela, algo que no hay acá y cuesta bastante. También hay otras provincias en peor situación, pero son estructuras viejas que vienen cambiando, en buena hora”.
La idea obsoleta de que el ajedrez no es para mujeres es la causa de la baja participación. “Las mujeres quedamos excluidas porque se sostiene que no somos pensantes, que no podemos analizar ni tomar decisiones”, aportó Raquel Herrera. Y continuó: “No es casual que una sola mujer haya llegado al top 10 y solo dos hayan llegado al top 100”.
La participación femenina es una lucha sostenida de ajedrecistas contra la falta de oportunidades. No solo tiene que ver con estereotipos, sino con experiencias: abandonan al ser la única, reciben miradas libidinosas, sufren micromachismos (“No vas a perder con una nena”). Herrera habla de desigualdades concretas: “Las mujeres tienen menos caché. Inclusive los premios de las mujeres son muchos más bajos”.
Otro factor sumamente relevante para entender la baja participación es la maternidad, según reflexiona la presidenta de la Federación Mendocina de Ajedrez. Cuando una mujer es madre, tiene que dejar la competencia porque le surgen obligaciones que los varones, cuando son padres, no tienen. Ante esa situación, ellos siguen compitiendo igual porque las tareas domésticas no se consideran su responsabilidad y pueden seguir dedicándose a su rendimiento como ajedrecistas.
Partidos por ganar
Los logros no son una cuestión lineal. Raquel Herrera asumió la presidencia de la FMA el 28 de abril de 2023 y es la primera mujer en ocupar ese puesto. Recibe reconocimientos, pero también mensajes de que las mujeres no pueden llegar a un mejor rendimiento por una cuestión hormonal, por ejemplo. Contra estas ideas, ella apunta a la inclusión, sobre todo en grupo, con el objetivo de que las niñas y adolescentes sientan la valentía de competir entre pares.
Puso como ejemplo al Departamento de Gral. Alvear, que ha hecho algo del estilo, y los Juegos Evita. Para representar a Mendoza, hay cinco plazas, antes ocupadas por cuatro varones y una mujer, y nadie lo cuestionaba. Hoy, para las categorías sub-14 y sub-16, van dos varones, dos mujeres y el quinto puesto se desempata. Hay reclamos que van dando resultados.
En este contexto tiene lugar el cuestionamiento a la decisión de la FIDE y Herrera ve la oportunidad del cambio. “Es positivo que se esté viralizando en los medios esto. El diálogo y el debate pueden generar cosas buenas. ¿Por qué una mujer trans no puede jugar en la categoría femenina?”, concluyó.
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