El informe presentado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) reveló que la venta de vinos en el país cayó el 13,4 % respecto de enero de 2016. El vino tinto, que es el más consumido a nivel nacional, se desplomó al 18,5%.

Similar es la tendencia para los que exportan. Siguen perdiendo mercados y bajando las ventas. Cerraron enero con una caída del 13,8 %. Hay mercados de los que la Argentina ha desaparecido porque no tiene forma de competir.

Gabriela Lizana, presidenta de  la Asociación de Productores del Oasis Este de Mendoza (Aproem), explicó: “Estamos presenciado la segunda cosecha más baja en sesenta años. Al mismo tiempo, tenemos muchísima preocupación por los viñedos abandonados. Todo esto nos hace reflexionar sobre la concentración económica que sufrimos y el abuso por parte de las posiciones dominantes. Esto afecta a los productores más pequeños, que se quedan sin trabajo”.

Más allá de esta difícil situación, según Lizana, la calidad del vino argentino se mantiene. ”No se pierde calidad, pero sí posicionamiento. Porque si importamos vino, no hay crecimiento de nuestra producción a nivel local, y en consecuencia no la hay a nivel internacional”, explicó, y agregó: “Es una pena no aprovechar las características geográficas de Mendoza que permiten el desarrollo de la vitivinicultura, y que esta actividad, que forma parte de la cultura de los mendocinos, quede concentrada en manos de unos pocos”.

Según la presidenta de Aproem, la causa de esta crisis se debe a malas políticas en la industria vitivinícola: “Malas para los pequeños productores y buenas para los grandes grupos económicos. Es un error creer que esto sólo se debe a una contingencia climática”. Por último, Lizana expresó que la provincia atraviesa “la peor crisis en materia de vitivinicultura” y que “todavía no tocamos fondo”, ya que la situación es irreversible. Explicó que “se debe empezar de cero”, modificando las políticas agrícolas que provean inversión a los sectores pequeños y medios de la producción vitivinícola.