Julio Navarro: "Solo conocemos el 4% de la energía y la materia que existe en el universo"
Fue candidato al premio Nobel de Física en 2020 y reconocido a nivel mundial por su estudio de la materia oscura. El reconocido astrónomo santiagueño estuvo de visita en la Argentina, donde participó de la 4.ª Reunión Regional de Astronomía Extragaláctica que se realizó en Córdoba.
Fuente: Prensa Télam
Julio Navarro, el reconocido astrónomo argentino que reside hace más de 25 años en Canadá y fue candidato a premio Nobel de Física, aseguró: "Todo lo que hemos podido conocer y estudiar fehacientemente en un laboratorio hasta hoy no conforma más que el 4 % de la energía y materia que existe en el universo", al dialogar con Télam-Confiar durante su visita a la Argentina, donde participó de la 4.ª Reunión Regional de Astronomía Extragaláctica que se realizó en Córdoba.
Nacido en Santiago del Estero en 1962, Navarro estudió Astronomía en la Universidad Nacional de Córdoba, donde luego se doctoró dirigido por José Luis Sérsic, el argentino que lideró el primer "atlas" de las galaxias del hemisferio sur y cuyas investigaciones dieron origen a la Ley Sérsic, "una explicación cuantitativa acerca de cómo se distribuyen las estrellas en muchas galaxias que todavía se sigue usando", explicó el santiagueño. Una vez doctorado, se fue a Estados Unidos, donde trabajó en la Universidad de Harvard como investigador asociado del Observatorio del Centro para la Astrofísica; su recorrido profesional continuó por el Reino Unido (Universidad de Cambridge y de Durham), luego regresó a Estados Unidos (Universidad de Arizona y Massachusetts) y en 1998 se radicó en Canadá, donde es profesor en la Universidad de Victoria.
Incluido en 2020 en la lista confeccionada por Citation Laureates como posible ganador del Premio Nobel de Física, el argentino investigó durante estos años la formación y evolución de galaxias y la denominada materia oscura. La semana pasada, el científico estuvo de visita en el país para participar de la 4.ª Reunión Regional de Astronomía Extragaláctica, un encuentro que organizó por primera vez Sérsic en 1975 para reunir a todas las áreas de investigación extragaláctica, tanto desde el punto de vista observacional como de modelización, y que se realiza por cuarta vez en Argentina (además de la primera edición, se hizo en 1987 y 1996).
Enamorado del cielo desde las noches en las que dormía en el patio de su casa santiagueña, Navarro se hizo un tiempo en la ajustada agenda para dialogar con Télam-Confiar sobre su historia y también los grandes misterios del universo.
Comienzo por una pregunta básica: ¿qué es la astronomía extragaláctica?
Cuando uno sale una noche oscura y mira el cielo, lo que uno ve a simple vista son estrellas, planetas y la luna; todas estas cosas que se ven pertenecen a una galaxia que es la vía láctea, donde nosotros estamos. La astronomía extragaláctica se refiere al estudio de otras galaxias, las que no se ven a simple vista, para las que necesitamos un telescopio y otros medios, como satélites.
¿De cuántas galaxias se tiene conocimiento?
Muchísimas, no vale la pena contarlas; digamos que, en algún momento, esta pregunta dejó de ser interesante. Lo que nos preguntamos hoy es cuántas galaxias tienen tal o cual propiedad, por ejemplo, cierta cantidad de estrellas, de gas, etcétera.
Su campo es sobre todo el estudio de la materia oscura. ¿Qué es?
La materia que conocemos, que hace los cuerpos que conocemos, como el sol, la tierra, etcétera, está compuesta por los elementos que conforman la tabla periódica (helio, carbono, hierro) y las combinaciones de esos átomos son los que hacen las estructuras conocidas. Lo que sabemos de las observaciones astronómicas es que esa materia es una minoría dentro del total de la materia que conforma el universo. Nuestra propia vía láctea está hecha casi toda de materia oscura.
Pero sabemos que existe otra materia, que llamamos "materia oscura" porque tiene efectos gravitatorios; de hecho, sin esa materia oscura, el sol y las estrellas se irían volando, es decir, no existiría la vía láctea, porque lo que retiene todo es la materia oscura. Ahora bien, ¿qué es esa materia oscura? No lo sabemos.
¿Y qué es lo que sí sabemos de esa materia oscura?
Sabemos dónde está y qué efectos tiene, pero no sabemos qué es, si un fluido, una partícula elemental, etcétera. Lo mismo sucede con la energía oscura. La energía que conocemos, que es la luz, en algún momento pensábamos que era la mayoritaria, pero hoy sabemos que no es la energía que domina el universo, que hay otro tipo de energía que domina cómo se expande el universo, a la que llamamos "energía oscura". De la energía oscura, sabemos como interactúa entre galaxias, cómo domina la expansión del universo en este momento, qué pasó antes, pero no mucho más.
¿Este es uno de los grandes desafíos del conocimiento en la actualidad?
Sin dudas. Hay muchos interrogantes básicos para los que aún no tenemos respuesta: por ejemplo, el origen de la vida, si existe otro planeta como la tierra, etcétera. En mi especialidad, la cosmología, tenemos dos preguntas también bastante básicas que se refieren, justamente, al inventario total de la materia y la energía en el universo.
Según lo que observamos, la materia y la energía oscura conforman el 96 % del universo; entonces, todo lo que hemos podido conocer y estudiar fehacientemente en un laboratorio hasta hoy no conforma más que el 4 % de lo que que existe. Este el desafío intelectual de nuestra época; así como en el Medioevo el desafío fue conocer cómo se movían los planetas, cuándo había eclipses, ahora el desafío es saber qué son esa energía y esa materia oscura. El día que lo lleguemos a comprender, se va a revolucionar la física fundamental. Hoy, cuando hacemos ciencia a este nivel, en vez de respuestas, lo que hacemos es abrir nuevas preguntas, más relevantes, más interesantes.
Le oí decir que se enamoró del cielo en su Santiago del Estero natal.
Así es. Cuando era chico, dormíamos en el patio porque hace mucho calor en Santiago a la noche y, además, se cortaba la luz muy seguido. Entonces, cuando la luz de la ciudad desaparecía, recuerdo que sentía que mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad y cada vez veía más estrellas, como si el cielo se fuera volviendo cada vez más brillante, y me empecé a dar cuenta de que si eso pasaba a una hora, veía unas estrellas, y si pasaba a otra hora, veía otras; que había algunas constelaciones que se observaban siempre, que a veces estaba la luna y otras veces no. El cielo de noche, sobre todo en el hemisferio sur, es bellísimo. Me enamoré entonces y todavía hoy, cuando veo el cielo, siento ese amor profundo.
Foto: Damián Frosasco / UNC
Fuente: Natalia Concina para Télam-Confiar
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