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Lo aseguró Romina, una de las hermanas de Soledad Olivera, quien declaró en el juicio por la desaparición de su hermana. El único imputado es Mariano Luque. Pidieron cambio de calificación.
Verónica Gordillo y Natalia Bulacio - Fotos : Axel Lloret
Publicado el 11 DE AGOSTO DE 2015
Una de las hermanas de Soledad Olivera, la joven lavallina de la que nada se sabe desde noviembre de 2011, aseguró que el único imputado en la causa, Mariano Luque, estaba obsesionado con la joven, porque ella quería terminar con la relación que mantenían. Después de cuatro años de su desaparición, este lunes comenzó el juicio oral y público, en el que el único acusado por privación ilegítima de la libertad es Luque. Durante la investigación quedó probado que el hombre de 33 años mantenía una relación con la joven, que intercambiaron mensajes de texto antes de su desaparición y que iba a encontrarse con él la última vez que la vieron con vida, según las declaraciones de los testigos.
Los integrantes de la Segunda Cámara del Crimen, Arlinton Uliarte, Mateo Bermejo y José Valerio, escucharán a los testigos y deberán determinar si Luque es responsable de la desaparición de Olivera.
Luque se sentó frente a los jueces y a los costados se ubicaron sus defensores, María del Carmen y Adolfo Armando Aguilar. Frente a ellos estaban Fernando Peñaloza, querellante por la Subsecretaría de Derechos Humanos; Darío Tagua, por el Ministerio Público Fiscal, y el fiscal de Delitos Complejos, Santiago Garay, quien lideró la investigación del caso.
Al inicio del debate, Peñaloza pidió al Tribunal un cambio de carátula, es decir que el hecho no sea juzgado como privación ilegítima de la libertad (delito que prevé una pena de hasta seis años de prisión), sino como un homicidio simple (que impone penas de hasta 25 años de cárcel). El abogado fundamentó su argumento en fallos de la Corte nacional y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Frente a este planteo, los magistrados determinaron posponer esa decisión hasta el momento de dictar sentencia.
Luego, el acusado pidió declarar. Dijo que Soledad no fue a su casa el día de su desaparición y reconoció que intercambiaron mensajes de texto, porque ella le pidió dinero. Cuando no pasó por su vivienda, señaló, pensó que había solucionado el problema.
Luque comentó que con la joven mantenían una relación de amistad, que tenían encuentros esporádicos, pero recalcó que no era su pareja. Aseguró que ambos eran libres de mantener otras relaciones. El acusado señaló que nunca amenazó a Olivera y que, dada la precariedad de su vivienda, ubica en la finca de 12 hectáreas de su padrastro, sería imposible retener a alguien contra su voluntad.
Los jueces y los abogados de ambas partes le hicieron preguntas sobre los encuentros que mantenía con la joven, los mensajes de texto que se enviaron y sobre algunas contradicciones en las que incurrió Luque respecto de sus primeras declaraciones ante la Justicia.
El día de la desaparición
El Tribunal escuchó también la declaración de tres de las hermanas de Olivera: Deolinda, Marcela y Romina Giménez. Las mujeres contEn la segaron que el día de su desaparición, su hermana salió alrededor de las 15.30 con lo puesto de su casa ubicada en la localidad de Tres de Mayo, en Lavalle, que dijo que ya volvía y que sabían que se iba a encontrar con Luque, porque la más chica (Romina) leyó los mensajes en su celular.
Romina, que vivía con Soledad al momento de la desaparición, confirmó que la joven le comentó que estaba embarazada de unos cuatro meses, aunque tenía dudas sobre la paternidad del bebé. Romina también contó que fueron a la casa de Luque para preguntarle si Soledad pasó por ahí, pero él les dijo que no y les aseguró que no había tenido ninguna comunicación con ella. La joven expresó que Luque estaba obsesionado con su hermana, porque en varias oportunidades ella lo quiso dejar, pero él le pedía con insistencia que no lo hiciera.
Las hermanas también coincidieron en relatar dos hechos: que un año antes de su desaparición, Soledad recibía mensajes amenazantes y que una mujer le ofreció un trabajo en un cabaret del sur, oferta que ella rechazó. Frente a las preguntas de Peñaloza, las hermanas coincidieron en que la joven nunca habría abandonado a sus tres hijos y que no era común que se ausentara sin avisarles.
También declararon dos amigas de la joven desaparecida, María Ester Santa y María Báez. La última aseguró que la joven le confió que Luque la amenazaba.
En el juicio también se conoció la identidad de un testigo reservado de la causa, Jorge Fabián Valdez, quien aseguró que Luque amenazaba a Soledad y que ella le tenía miedo. De todas formas, el testimonio del hombre no fue contundente y los jueces cuestionaron sus dichos en varias oportunidades.
Otra de las voces que se escuchó fue la del padrastro de Luque, Luis Currallanca. El hombre explicó cuál era el movimiento de su finca, los horarios de trabajo y quiénes eran las personas que vivían en la propiedad de 12 hectáreas.
Martes y miércoles de declaraciones
En la segunda jornada del juicio declararon amigos y conocidos de la familia Olivera. Lo más relevante de la jornada fue la presencia de Beatriz Chacón, expareja de Luque (y hermana de la otra joven desaparecida en Lavalle, Johana Chacón), quien dijo desconocerla, como así también no saber sobre la relación que Olivera tenía con Luque. Negó además haber tenido una discusión con Soledad, algo que había sido confirmado por otros testigos.
Como contraparte de lo sostenido, Chacón dejó al descubierto a Luque. Dijo que el viernes 18, el sábado 19 y el domingo 20 de noviembre de 2011, es decir, el día de la desaparición de Olivera y los dos posteriores al hecho, ella no estuvo con el imputado, sino que él estuvo solo.
En tanto, hoy la novedad se relacionará con la declaración de tres testigos: un policía propuesto por el abogado querellante Peñaloza y dos personas más por la defensa de Luque. Además, el tribunal tendrá que resolver si accede a autorizar una inspección ocular en la zona. La jornada comenzará a las 9.30, cuando el único detenido ingrese a Tribunales.
Otra joven desaparecida
El caso de Olivera recién tomó trascendencia mediática con la desaparición de la adolescente lavallina Johana Chacón, de la que nada se sabe desde el 4 de septiembre de 2012. La chica fue vista por última vez cuando descendió del micro que la trasladaba desde la escuela hasta la finca de la familia Currallanca, donde vivía con sus tres hermanos y su hermana desde que su padre, Bernardo Chacón, accedió a que se quedaran en la casa de esa familia.
Fueron las maestras de la escuela Virgen del Rosario quienes se movilizaron e hicieron la denuncia por la desaparición de Johana. Ese mismo día se enteraron de que nada se sabía de Olivera, una joven de 33 años, cuyos tres hijos asistían al colegio. Fue en ese momento en que comenzaron su campaña para encontrar con vida a las dos mujeres.
El fiscal de Delitos Complejos, Santiago Garay, lideró ambas investigaciones. Por el caso Olivera, imputó en agosto de 2013 a Luque por privación ilegítima de la libertad. El fiscal abonó la hipótesis de que Luque era la conexión entre ambas desapariciones. La razón fue que conocía a las dos jóvenes. Con Soledad quedó probado que mantenía una relación y con Johana compartía la vivienda, ya que Luis Currallanca, el jefe de la familia que la alojó, es el padrastro de Luque. Además, al momento de la desaparición de Johana, Luque era la pareja de Beatriz, hermana de la adolescente.
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