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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
En la nueva ronda de testigos del juicio contra los represores que se cumple en nuestra capital, declaró ayer Silvia Ontiveros quién estuvo detenida en ese centro de operaciones en 1976. La mujer relató los tormentos que padeció mientras estuvo secuestrada. Aseguró que tanto ella como sus compañeras de cautiverio eran violadas múltiples veces al día por los represores.
Foto: Gentileza Tribunales Federales.
Silvia Ontiveros contó que fue detenida el 9 de febrero de 1976 a la edad de 29 años y trasladada al D2 donde, según aseguró el martes último, fue “salvajemente violada una veintena de veces durante su estadía allí, y unas cuatro veces al día por distintos hombres al igual que todas las mujeres detenidas en aquellas épocas”. Su cautiverio duró casi veinte días.
Durante su oscura estadía tuvo que soportar en el ex Centro de Operaciones D2: piñas, patadas, largas sesiones de picana eléctrica, pero lo “peor de lo peor” , para ella, fueron las sistemáticas violaciones que sufrió por parte de distintos policías.
“Aunque estábamos vendadas sabíamos que no eran las mismas respiraciones, los mismos olores, los mismos insultos”, aseguró Ontiveros, quien desde el D2 fue trasladada a la penitenciaría de Mendoza y luego a la cárcel de Devoto. En total pasó seis años de detención “sin ningún motivo”, expresó dolida.
Ontiveros declaró ante el Tribunal Oral Federal Nº 1, y apuntó al ex juez Damian Carrizo (ya jubilado pero aún con vida) como una de las personas que la visitaron por aquellos días.
La mujer prestó testimonio junto a Isabel Figueroa de Marinis, quien a pesar de sus 92 años de edad, pudo relatar con lucidez los años de búsqueda de su hija Lidia, ex militante del ERP de quien nunca más supo su paradero.
“Pido que rompan el pacto de silencio y tengan el coraje para decir donde están los restos de mi hija y los de todos los desaparecidos. Antes de morirme quiero que se haga justicia, novenganza, pero que los culpables paguen sus deudas con la justicia”, dijo la mujer.
El juicio oral que comenzó hace dos semanas en esta capital investiga la participación de ocho imputados en diecinueve causas por delitos de lesa humanidad por "privación ilegítima de la libertad, homicidio agravado, torturas, desaparición de personas, allanamientos ilegales, y asociación ilícita”.
Los imputados son los ex militares Tamer Yapur, Eduardo Smaha, Pulino Furió, Juan Agustín Oyarzábal, Celustiano Lucero, Luis Alberto Rodríguez, Mario Lépori y Dardo Migno.
El TOF Nº1 es presidido por Juan Antonio González Macías y lo acompañan Alejandro Waldo Piña y Héctor Fabián Cortes, se juzgan 32 desapariciones en 19 causas.
Foto: Gentileza Tribunales Federales.
El pasado martes, en horas de la tarde, declaró por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el último gobierno de facto, Silvia Ontivero. Militante peronista –de la Juventud Trabajadora Peronista- y miembro de ATE. Un testimonio muy duro que describía toda clase de torturas.
Silvia Ontiveros fue detenida el 9 de febrero de 1976 a la edad de 29 años, con un embarazo de pocas semanas de gestación y un hijo de 4 años de edad, Alejo Hunau. Al momento de la detención un grupo comando con pelucas y barbas postizas irrumpieron en la casa donde vivía junto a quien por ese entonces era su pareja, Fernando Rule, y su hijo de 4 años. Separan a la pareja y ella queda junto a su hijo quien presenció la golpiza que este grupo comando le propiciaba a Ontivero. Luego de reiterados golpes e insultos la vendaron con la misma campera que tenía puesto su hijo y, junto al niño la llevan detenida. Mientras que a Fernando Rule lo llevan detenido también pero en otro automóvil. Una vez en el centro clandestino de detención D2, la separan de Alejo, a quien no vuelve a ver hasta el momento de su liberación.
Durante su estadía en el D2, fue torturada a golpes y picana eléctrica y que, por su condición de mujer, fue “salvajemente violada una veintena de veces, unas cuatro veces al día por distintos hombres al igual que todas las mujeres detenidas en aquellas épocas”. Con la valentía propia de aquellos que buscan justicia continuó su relato, “aunque estábamos vendadas sabíamos que no eran las mismas respiraciones, los mismos olores, los mismos insultos”,
Ontiveros declaró durante el juicio oral y público que se sigue contra ocho ex militares en los Tribunales Federales de Mendoza, y apuntó al ex juez Damian Carrizo (ya jubilado pero aún con vida) como una de las personas que sabía de lo ocurrido pero hizo caso omiso a las evidentes toruras. En una oportunidad la llevan delante del Juez Carrizo en condiciones deplorables, a tal punto que dos policías la llevan tomada de las axilas porque no podía caminar debido a los daños producidos por las violaciones. El juez la ve y cuando ella le dice que ha sido violada y golpeada, Carrizo asegura que se trata de una exageración, y que los golpes que tiene se trata de una caída.
Además Silvia relató su relación con Miguel Ángel Gil, quien estaba en la celda continua en el D2. Contó que el día de su muerte ella pudo darse cuenta que Gil se encontraba muy mal, no sabía que al borde de la muerte pero sí que estaba muy mal. Seguidamente narra el momento de la muerte de Gil. “Lo ataron de pies y manos y lo depositaron en una celda más grande como una bolsa de papas, luego empiezan a decirnos que es tiempo de vendimia y que nosotros no íbamos a perdernos la vendimia, que haríamos un carro y lo construiríamos entre todos. Empiezan a apilarnos uno arriba de otro, quedando Miguel Ángel debajo de todos; a mí –supongo que por ser la más joven- me hacen subir de todos y saludar como una reina. En ese momento muere Miguel Ángel aplastado por el peso de todos los compañeros”.
Fueron 18 días de tortura, con repetidas sesiones de picana eléctrica a la que sometieron a Ontiveros, en el D2. Más tarde, la trasladan a Devoto, donde si bien las torturas no eran tan violenta la amenazaban con la muerte de su hijo y familiares. Y luego de estar un total de seis años detenida, la liberan sin motivo alguno.
Aquí el testimonio de Silvia Ontivero con sus propias palabras.
Analía Martín.
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